LA INFLUENCIA DEL CINE EN JÓVENES Y ADOLESCENTES (IV y último)
[Alfonso Méndiz, Prof. de Cine y Publicidad,Universidad de Málaga
Colaborador de Cinemanet]
5. La “transferencia de personalidad” en las películas
Al empezar a ver una película, el espectador busca inconscientemente con qué personaje ha de identificarse: desea verla desde un punto de vista, vivirla desde alguno de los personajes, y esto le lleva a un proceso de empatía –normalmente, con el protagonista- que es conocido en la industria cinematográfica como “transferencia de imagen o de personalidad”. Este proceso se alcanza cuando el espectador se pone en lugar del personaje, asume sus ideales y empatiza con sus emociones.
Cuando se da la identificación —cosa que no ocurre siempre, pero con mucha más frecuencia en los jóvenes y en los adolescentes— el espectador tiende a reducir las diferencias de actitud y de convicción porque desea parecerse lo más posible a él. Si el personaje siente rechazo al compromiso matrimonial, él lo sentirá también; y si aprueba las relaciones durante el noviazgo, el espectador lo aprobará también emocionalmente, aunque sus convicciones vayan por un camino totalmente distinto. El deseo de identificación suscitado por la trama se logra minimizando toda posible disonancia, de ahí la implícita aceptación emocional de los planteamientos del protagonista, aunque sean claramente opuestos a sus convicciones.
Esta transferencia de personalidad resulta especialmente fuerte cuando hay una previa sintonía del espectador con el actor protagonista. Si una espectadora, por ejemplo, adora a Tom Cruise o a Leonardo Di Caprio, cuando le vea en una película tenderá a querer todo lo que él quiere y a detestar lo que él detesta. Y si un espectador siente atracción por Scarlett Johansson o Keira Knightley, tenderá también a identificar sus emociones con las de ella, buscando una sintonía en las actitudes, los temas y los comportamientos asumidos por el personaje en la película. Emocionalmente, llega a comulgar con esos planteamientos, sobre todo si su formación es escasa o sus convicciones son más o menos superficiales.
El impacto de esa identificación, también conocida como “experiencia vicaria”, puede tener una escasa resonancia y una permanencia más o menos fugaz; o, por el contrario, puede fijarse con fuerza en el ánimo del espectador y permanecer largo tiempo en su alma, influyendo decisivamente en el juicio interior de las conductas y actitudes que ha “experimentado” de forma vicaria en la ficción. En todo caso, cuando esos impactos son fuertes y se suman al de otras películas orientadas en la misma dirección, el resultado puede transformar planteamientos iniciales radicalmente distintos. Y así, poner en cuestión valores muy arraigados durante años —como la fidelidad matrimonial, por ejemplo—, anulando el ejemplo vivido en la familia o en la propia escuela, y dando la vuelta de repente a toda la formación recibida durante años.
6. Un cine en defensa de la familia
Pero, si el cine tiene esa capacidad de influencia, ¿por qué no utilizarla para el bien? Si puede incidir en las conductas y actitudes de millones de personas, ¿por qué no impulsar historias que edifiquen, que transmitan valores y estilos de vida positivos, que difundan una imagen más alegre y enriquecedora de la institución familiar?
Esto es lo que, en 1994, decidió acometer la Liga del Sagrado Corazón, una institución católica de Mississippi dedicada a fines piadosos y sociales. Creó en su seno una productora de cine, la Gregory Productions, con la intención de realizar una película de bajo presupuesto «que alentara al público a un mayor entendimiento y apreciación de los valores de la tradición judeo-cristiana, y a acogerlos como propios, en particular el amor y la reverencia a Dios». Después de dos años de búsqueda infructuosa de guiones, contrataron como guionista a Lee David Zlotoff, un judío practicante, padre de cuatro hijos, que en menos de un mes escribió el guión de La historia del Spitfire Grill (1996), y más tarde lo dirigiría. El resultado fue un magnífico melodrama moral, largamente aclamado en el prestigioso Festival de cine independiente de Sundance, donde ganó el Premio del Público. No es para menos. Porque esta cinta da claramente primacía a la nitidez moral de la historia sobre su eficacia sentimental. Zlotoff apela tanto al corazón como a la cabeza del espectador y, con un sutil dominio de la puesta en escena, logra un rico mosaico de situaciones donde confluyen los grandes temas de hoy y de siempre: el amor, la familia, la compasión, el perdón, las relaciones con Dios…
Un proyecto semejante es la productora italiana Lux Vide, de Ettore Bernabei, que nació con el de impulsar productos audiovisuales dirigidos a la familia y que trataran de promover valores. En 1991 inició un gigantesco serial sobre “La Biblia” (21 miniseries), que recibió numerosos premios internacionales. Como punto central de este gran proyecto, en 1999 produjo con la CBS americana la miniserie Jesús, de cuatro horas de duración, que fue emitida por 144 televisiones de todo el mundo coincidiendo con el Gran Jubileo del año 2000. Sólo en Estados Unidos fue vista por 24 millones de espectadores y recibió la nominación Emmy a la mejor miniserie del año. Culminado el serial de la Biblia, inició otra serie documental sobre personajes célebres del siglo XX: Marconi, Golda Meir, Coco Chanel…. Pero las que cosecharon mayores audiencias fueron, precisamente, las dedicadas a la Madre Teresa de Calcuta, Juan XIII y Juan Pablo II. Las tres alcanzaron en la televisión italiana shares superiores al 25%, de forma que dieron el salto a las salas de exhibición, donde obtuvieron también audiencias millonarias.
En una entrevista, Bernabei comentaba: «Esta ficción televisiva de argumento religioso ha tenido éxito por su calidad. Y también porque la gente corriente tiene necesidad de espiritualidad, quiere conocer aquello que aparece como misterioso, no explicable con la sola razón, ya que en el fondo de cada uno hay interrogantes a los que es difícil dar una respuesta«. Más adelante, a propósito de la vulgaridad en los programas televisivos, señalaba: «La televisión en el mundo no es contraria a una concepción religiosa de la vida, pero prefiere eludirla. Y a fuerza de obviarla, no se preocupa de aquellas reglas morales que van unidas a la vida espiritual. La vulgaridad nace de esto» (6).
Es significativo que el prestigioso American Film Institute, al elaborar las listas de los mejores filmes de la historia, haya querido publicar —año tras año— su listado de “The 100 most inspiring movies”: las cien películas más inspiradoras de la historia, las que más han contribuido a inspirar actitudes y valores positivos. El filme número 1 es siempre Qué bello es vivir (1946), de Frank Capra: un canto a la esperanza, que representa lo mejor del espíritu navideño y que ensalza los valores familiares en ese apoyo de la comunidad a quien ha gastado su vida en servicio a todos y a su familia. El número 2 lo ocupa Matar a un ruiseñor (1962), que transmite hermosas lecciones sobre la integridad, la justicia, el sentido del deber, el valor de la familia y la importancia de servir a los demás. Otras películas incluidas en las primeras posiciones son: El milagro de Ana Sullivan (1962), la historia real de una maestra empeñada en enseñar el lenguaje a una niña ciega y sorda; Salvar al soldado Ryan (1998), una cinta de heroísmo y entrega, en medio de miserias y debilidades; o Cadena perpetua (1994), un drama carcelario que afronta bellamente tres temas fundamentales: la amistad, la esperanza y la redención. El momento en que el protagonista “regala” unos minutos de música clásica a los presos refleja mejor que mil discursos esa libertad interior que ninguna cárcel del mundo podrá amordazar jamás (7).
Ciertamente, el cine puede tener sus peligros, pero puede también inspirar, aportar valores y provocar esa transferencia de personalidad en una dirección enriquecedora y positiva. El único requisito es que sepa contar bien historias que merezcan la pena; relatos o biografías cuyo ejemplo sea un modelo a seguir. El ya citado productor David Puttnam, señalaba a propósito de esto en una entrevista: “Recuerdo haber visto Un hombre para la eternidad cientos de veces, no por sus cualidades fílmicas, que las tiene, sino por el efecto que producía en mí: el hecho de permitirme esa enorme presunción de salir del cine pensando: ‘Sí, yo también hubiera dejado que me cortaran la cabeza para salvaguardar un principio’. Sabía de sobra que no era así, y probablemente nunca encontraría a nadie que lo hiciera, pero el cine me permitió ese sentimiento; me permitió que, por un momento, sintiera que todo lo decente que había en mí se había puesto en pie. Esto es lo que el cine puede conseguir”(8).
Conseguir esto es una tarea ardua y no sencilla, pero alcanzable. Y exige el compromiso de todos. De los cineastas, en primer lugar: que deben sentir la responsabilidad de su tarea a la hora de concebir sus películas. De los gobiernos, en segundo lugar: que deben potenciar y facilitar aquellas producciones potenciadoras de la vida social y familiar. Y de los espectadores —en primer lugar, de las familias y los educadores— para que sepamos ver, y enseñar a ver a nuestros hijos, las películas y la teleseries con una mirada crítica, selectiva y enriquecedora.
7. Bibliografía comentada sobre “Cine y familia”
Como complemento a esta exposición, querría reseñar aquí una serie de trabajos que han analizado en profundidad las relaciones entre familia y cine: tanto la influencia de las películas en la familia como el tratamiento de la institución familia en los filmes más emblemáticos. Junto a la referencia bibliográfica, se incluye un breve comentario acerca de su contenido.
1. MARTIN, Jerónimo José. “Modelos de familia en el cine contemporáneo”, Carthaginensia: Revista de estudios e investigación, ISSN 0213-4381, Vol. 23, Nº 44, 2º Semestre 2007, pp. 431-443.
En una certera introducción, apunta los tres elementos que actualmente distorsionan la consideración —pacíficamente aceptada durante siglos— de la familia natural: antropología relativista, ideología de género, feminismo neomarxista; los tres elementos coinciden en negar la naturaleza humana y abolir la distinción de sexos. A continuación, analiza diez modelos de familia presentes en el cine actual: algunos, desenfocados, como las “pseudofamilias gays” (p. ej.: Philadelphia); otros, que recuperan la familia en el llamado “cine social” (Secretos y mentiras, Héctor, Niños robados); y otros que reflexionan sobre el trauma del divorcio (Infiel, Kramer contra Kramer). Tal vez lo más interesante sea la consolidación del modelo de “familia numerosa” (Doce en casa, La ganadora, Shreck III) o la proliferación de “familias fuertes”, al estilo Capra (El tigre y la nieve, Después de la boda). En todo caso, el modelo de “familia monoparental (En busca de la felicidad) constata la realidad de los cambios sociales.
2. HUERTA FLORIANO, Miguel Ángel. “La visión de la familia en el cine español (1994-1999): análisis fílmico”, Familia: Revista de ciencias y orientación familiar, ISSN 1130-8893, Nº 30, Enero 2005, pp. 55-71.
3. WATT, Ninfa. “La familia en el cine español”, en: TEJERINA, Gonzalo (coord). La familia: problema y promesa, Universidad Pontificia de Salamanca, ISBN 84-7299-671-9, 2005, pp. 129-140.
Tras señalar la doble perspectiva del título (la familia en el cine: cómo se presenta en las películas; y el cine en la familia: cómo influye en sus valores y estilos de vida), se decanta por la primera opción y alude a filmes españoles centrados en esta temática, tanto en los sesenta (La gran familia, La familia y… uno más) como en el último decenio (Familia, El Bola, Solas, Mi vida sin mí). Con todo, su análisis se centra en algunas teleseries de especial relieve en los últimos años: Cuéntame, que narra la historia de una familia inmersa en los cambios sociales, culturales y políticos de la transición; Los Serrano, que refleja las nuevas situaciones que ponen en cuestión la familia natural (relaciones prematrimoniales, compromiso matrimonial “ad tempus”); Ana y los 7, que en el mundo infantil —se presenta como fábula familiar para niños— da carta de naturaleza al engaño, la promiscuidad sexual y las situaciones irregulares; Aquí no hay quien viva, que equipara moralmente y legitima socialmente todo tipo de uniones sexuales atípicas: parejas no casadas, homosexuales, separados que se arrejuntan, divorciados vueltos a casar…; Mis adorables vecinos, que centra el argumento en las rencillas de una comunidad de vecinos; y, finalmente, Paco y Veva, que desarrolla la relación de dos familias de distinta clase social con situaciones morales fuertemente permisivas.
4. ALMACELLAS, Mª Ángeles. “El cine como instrumento educativo en el ámbito de la familia y en el de la escuela”, Educadores: Revista de renovación pedagógica, ISSN 0013-1113, Nº 211, 2004 , pp. 327-339.
Reflexiona sobre el “oficio” de padres (para el que rara vez nos prepara el instituto o la sociedad) y analiza qué significa educar en la situación social de nuestros días. En ese marco, valora el cine como instrumento educativo —válido tanto en el contexto familiar como en el escolar— por sus especiales capacidades para provocar la identificación de los jóvenes. En esencia, su poder de influencia reside en dos aspectos: la construcción narrativa de las historias (qué situaciones llevan a qué desenlaces) y la aportación de valores en la caracterización psicológica de los personajes. Finalmente, ofrece un modelo de “cine-forum”, una pauta a seguir para que el visionado de películas sea éticamente formativo para los jóvenes.
5. CARRERA, Mª V. y PEREIRA, Mª C. “El caso Winslow: Familia y transmisión de valores. Una propuesta de intervención pedagógica con el cine”. En: VARIOS AUTORES. Enseñar a ver, aprender a ser. Nuevas experiencias de educación para la salud a través del cine, Zaragoza, Gobierno de Aragón, ISBN: 84 96223-96-5, 2005, pp. 237-265.
Este trabajo, de carácter más pedagógico que familiar, centra su reflexión en las exigencias de la “educación en valores”, aspecto en el que la familia cumple un papel primordial. Ofrece una propuesta metodológica para educar con películas, que sigue un cuidado protocolo en el despliegue de las distintas etapas con respecto al filme: planificación, ambientación, visualización, profundización y evaluación. Como ejemplo paradigmático, analiza la cinta El caso Winslow, de David Mamet, sobre el que aporta: primero, ficha técnica, críticas de los expertos y bio-filmografía del director; después, y como punto central de su exposición, los principales temas abordados en la película: la familia como principal agente de socialización; entramado de relaciones en la familia; los estilos educativos en el hogar; la justicia y sus elementos constitutivos; y el significado de la libertad, la igualdad y la solidaridad.
6. PEREIRA, Carmen. Los valores del cine de animación. Propuestas pedagógicas para padres y educadores, PPU, Barcelona 2005.
Su análisis parte de la especial incidencia del cine en los niños y adolescentes, debido a la doble fascinación del medio audiovisual en estos públicos: el poder cautivador de las imágenes y el poder cautivador de las historias. Para formar en valores hay que contar historias, ejemplos; por eso el libro propone un método pedagógico que ayude a padres y educadores a formar con películas. Este método incluye: un elenco de objetivos educativos, un catálogo de temas conceptuales y actitudinales, y un listado de películas de animación debidamente comentadas. Entre ellas, destacamos algunas especialmente aptas para hablar sobre determinados temas: Blanca Nieves (los roles y las funciones dentro de la familia); El Rey León (el ciclo de la vida y la obediencia en el hogar); Pocahontas (noviazgo, familia y multiculturalidad); Toy Story (los juguetes y el consumo desenfrenado); Pokémon (la comunicación y el trabajo en equipo); Dinosaurio (familia y adopción, pérdida de un ser querido); y Shreck (prejuicios, celos, autoestima y habilidades sociales).
7. MARTÍNEZ, Enrique y PERALTA, Ilda. “La educación para el consumo de la televisión en la familia”, Comunicar, nº 7, 1996, pp. 60-68.
Los autores exponen la necesidad de que los padres acepten las nuevas tecnologías de la imagen y se adelanten a ellas. A continuación, presentan tanto los aspectos negativos o peligrosos de la televisión (la adicción al medio, el engaño de la publicidad, la indefensión de jóvenes y niños, la aceptación indiscriminada de culturas nocivas y la indistinción de lo real y lo imaginario) como los positivos o ventajosos (nueva visión del mundo, información valiosa y enriquecida, integración de la familia en las nuevas tecnologías). En su análisis, terminan por proponer la iniciación de la cultura de la imagen en el seno de la familia —para evitar otras iniciaciones menos educativas y favorecedoras— y una mayor responsabilidad familiar en todo el proceso educativo de los más pequeños.
NOTAS:
6 Ettore Bernabei, en: CORTÉS, José Ángel. “Hay público para programas de altura”, Aceprensa, 21 de junio de 2000, p. 2 (Disponible en: www.aceprensa.com).
7 El listado completo de las “cien películas más inspiradoras de la historia” puede consultarse en la página web del American Film Institute (AFI): http://www.afi.com/tvevents/100years/cheers.aspx.
8 David Puttnam, cit. en: PARDO, Alejandro. “Cine y sociedad en Puttnam”, Comunicación y sociedad, Universidad de Navarra, vol. XI, nº 2, 1998, pp. 53-90.