Título Original: Up in the Air |
SINOPSIS
Ryan Bingham es un maduro empleado de una firma especializada en llevar a cabo los despidos y recortes de otras empresas. Su “profesionalidad” y entrega al trabajo le ha confinado en un estilo de vida que venera. Mientras, la vida privada de Ryan no existe: ni lazos familiares, ni de amistad ni compromisos. La entrada en escena de la boda de su hermana pequeña, la aparición de su presunta alma gemela y la de su joven pupila Natalia harán cambiar la vida de “en el aire” de Ryan, tanto en el sentido literal como en los metafóricos.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE y Popular TV]
En 2007, una modesta película independiente, Pequeña Miss Sunshine, de Jonathan Dayton y Valerie Faris, sorprendió a la crítica y al público, acaparó galardones en todo el mundo y llegó a competir a lo grande en los Oscar, ganando dos: al mejor guión original y al mejor actor secundario (Alan Arkin). Al año siguiente, otra tragicomedia indie y de aire capriano, Juno, del canadiense Jason Reitman —hijo del también cineasta Ivan Reitman—, repitió el mismo proceso hasta tutearse en los Oscar con las superproducciones y ganar de nuevo la estatuilla al mejor guión original. En 2009, una tercera producción independiente, Slumdog Millionaire, de Danny Boyle, confirmó sin paliativos esa tendencia ganando el Oscar al mejor guión adaptado… y otros siete más, incluidos los correspondientes a mejor película y director.
Cabe asegurar, pues, que el cine indie ya ha dejado de ser un invitado de piedra en los grandes premios de la industria tras arrasar en los festivales de medio mundo, como pasaba antes. Este año le ha tocado el turno a Up in the Air, la nueva propuesta de Jason Reitman, que consolida así las buenas maneras que mostró en sus dos películas anteriores: Gracias por fumar y la citada Juno. Premiada ya por varias asociaciones de críticos de Estados Unidos, esta adaptación de la novela de Walter Kirn acaba de ganar el Globo de Oro al mejor guión adaptado —optaba a un total de seis—, es candidata a otros seis Premios Bafta —los principales galardones británicos— y está en todas las quinielas de los Oscar.
Esta vez, el protagonista es Ryan Bingham, un tipo ya maduro, que viaja constantemente por todo Estados Unidos. Su especialidad es ayudar a las empresas a comunicar y suavizar los despidos de sus trabajadores. La actual crisis económica lleva a Ryan a acelerar aún más su ritmo frenético, de modo que se resiente su intermitente relación sexual con Alex Goran, una ejecutiva similar a él. Alcanzar los 10 millones de millas como viajero habitual se convierte así en el único objetivo vital de Ryan. Las cosas cambian cuando su trabajo es amenazado por Natalie Keener, una joven y ambiciosa asesora de su empresa, que propone comunicar los despidos vía Internet.
La película capta la atención por su incómodo argumento, que interpela a un amplio abanico de espectadores, sobre todo por su duro retrato de la deshumanización, soledad y falta de ilusiones que genera el individualismo materialista, dominante en los países occidentales. Además, este lúcido análisis —en la línea de otras grandes películas contemporáneas, como In Good Company, Crash o Babel— se encarna en unos actores excelentes, que se meten de lleno en sus personajes. Sorprende especialmente la intensidad dramática de la joven y poco conocida Anna Kendrick, que reta en todo momento el buen hacer de George Clooney y Vera Farmiga.
De todas formas, la puesta en escena de Jason Reitman está un poco por debajo del chispeante guión —lleno de inteligentes réplicas y contrarréplicas—, y resulta menos fresca que la de sus anteriores películas, quizás por un afán excesivo de reflejar visualmente la grisura interior de sus personajes. También cabe criticarle un tratamiento del sexo demasiado explícito. En todo caso, no carga la mano, y logra una tragicomedia valiosa, muy por encima de la media y que obliga a pensar sobre el mundo que estamos creando entre todos.
Reitman es un realizador que, con tres películas como director y dos como guionista, se ha forjado un estilo propio de comedia, con unos personajes y unos diálogos con personalidad marcada; algo muy meritorio tal y como está el patio del humor en Hollywood.
Esta vez, junto a Sheldon Turner, adapta una novela de Walter Kim y retoma un asunto tan clave en la sociedad contemporánea como la soledad en medio de una vida en apariencia libre y sin compromiso, así como la relevancia que la profesión adquiere en la vida del hombre actual. “Gracias por fumar” y “Juno” han sido sus dos experiencias previas, en las que ha demostrado que sabe conjugar un humor adulto inteligente con una reflexión auténtica y no impostada. Con alguna secuencia algo salvaje en sus planteamientos y con cierta apariencia de amoralidad y trivialización, lo cierto es que Reitman sabe conducir el guión para que todo adquiera sentido y permita una implicación mayor de la actividad intelectual del espectador.
La metáfora del viaje –resonancia del periplo odiseico tan lleno de sentido y presente en el cine norteamericano (western, roadmovies…)- tiene en “Up in the air” su vuelta de tuerca. Los viajes de Ryan están vacíos, sin aprendizaje. Es más, él se dedica a enseñar, en unas patéticas lecciones magistrales de hotel, las bondades de la mochila vacía de obligaciones.
En una de las secuencias finales, Bingham consigue uno de sus sueños de “corto vuelo”. Reitman convierte esa escena en un momento cómico y patético a la vez, y muy ilustrativo de cómo ha cambiado el punto de vista del personaje tan bien encarnado por George Clooney, que vuelve a reírse de su envejecimiento. Un punto de vista que bien podría ser el de cualquier espectador en algunos de los múltiples aspectos de nuestra existencia.