A FONDO
[Sergi Grau. Colaborador de Cinemanet]
EL SIGLO XX A TRAVÉS DEL CINE
13. FRANCIS FORD COPPOLA
Película: Apocalypse Now
Temática: La Guerra de Vietnam. Años Sesenta.
“This is The End, beautiful friend”
The Doors
Asociado para siempre a la que probablemente es la Familia más famosa de la Historia del Cine, la Corleone, es curioso comprobar que Francis Coppola siempre se declaró un auténtico profano en materia de gángsters, cuya fenomenología y clase de popularidad irradiada en el cine le irritaba porque consideraba, con toda razón, que daba una imagen parcial y distorsionada del colectivo italo-americano, del que forma parte. Sin embargo, la vida está llena de ironías, y fue merced del formidable éxito de El Padrino (1972) y El Padrino, Parte II (1974) que su nombre trascendió de la mera condición de guionista solvente –había incluso ganado un Oscar por su guión de Patton (1970)– para elevarse a la estratosfera del éxito. Junto con George Lucas, Steven Spielberg, Martin Scorsese y algunos otros, Coppola fue uno de los énfants terribles que asaltaron el viejo y caduco establishment de Hollywood y supieron insuflarle otra vida merced de saber conjugar habilidad industrial, talento creativo y, por supuesto, enorme éxito en taquillas. Uno de los más grandes cineastas de los últimos años, el legado de Coppola está lejos de agotarse con la (por otro lado sublime) saga de la Familia Corleone, y en filmes como La conversación (1973), Corazonada (1982), el díptico sobre la adolescencia formado por Rebeldes y La ley de la calle (ambas de 1983), Bram Stoker’s Dracula (1992) y, por supuesto, esta Apocalypse Now (1979), deja patente su avidez expresiva e incorruptible personalidad, su pasión por la experimentación con fórmulas plásticas diversas, su aguerrido sentido del riesgo y la inteligencia para filtrar diversas enseñas estético-narrativas heredadas de la modernidad europea y trasladarlas a la tradición cinemática americana (siendo la más elocuente muestra de lo anterior las citadas dos primeras partes de El Padrino, así como el filme que rodó entre ellas, La conversación).
La biografía y filmografía de Coppola también se caracteriza por las constantes turbulencias de su statu quo económico, fruto tanto de sus ansias de independencia como de ese indomeñable sentido del riesgo, que le llevó a asumir proyectos de impresionantes (e imprevisibles) proporciones, que, cuando se saldaron sin éxito, le llevaron a la ruina. Le sucedió con Corazonada, y también pudo sucederle dos años antes con la película que aquí nos ocupa, Apocalypse Now, mesiánico proyecto sobre la guerra de Vietnam cuya filmación le supuso a Coppola un esfuerzo incalculable, que duró años, y que lo tuvo luchando, literalmente, contra los vientos y mareas de Filipinas, afrontando un infarto del protagonista, Martin Sheen, y llegando a empeñar hasta sus posesiones personales por el excedente de producción, de unos 16 millones de dólares (a quien esté interesado en el particular puedo recomendarle un libro sobre el rodaje de la película escrito por Peter Cowie y editado en España por Piadós, “El Libro de Apocalypse Now”). El caso es que Coppola hizo la película. Por narices. Y el resultado fue un fresco ineludible sobre la guerra de Vietnam, en una historia traspolada del clásico de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas, una novela tan inspirada como terrible, que convierte la remontada de un río en un viaje precisamente en eso, un viaje a un espacio desolado del alma, abonado por el miedo, la locura, el horror. Coppola arranca la misma esencia de la novela y la actualiza de forma magistral, transportándonos a través de su protagonista, Willard (Sheen), a la misma médula de la jungla, en un itinerario sin posibilidad de vuelta atrás espiritual, y con destino al comandante Kurtz (Marlon Brando), personificación del mismo infierno, que es la imposibilidad de la razón o la moralidad.
En 1979, las películas sobre la guerra de Vietnam aún no habían proliferado hasta llegar a constituir, como así terminó siendo de hecho, un auténtico subgénero que solía mixturar las convenciones del cine bélico con un trasfondo de amarga lectura político-ideológica y/o de rendición de cuentas catárquica (y en esta definición cabe tanto películas de rebato realista como El Cazador (1978) o Platoon (1986), a relatos derivados en productos de acción y culto al ego nacional herido, como lo son indudablemente las andanzas de John Rambo y los muchos, normalmente nefandos, sucedáneos que generó el formidable éxito del segundo título de aquella saga, Rambo). De todos modos, la perspectiva posterior no haría otra cosa que confirmar la habilidad de Coppola para trascender las convenciones, escorando este retrato sobre algo concreto, el conflicto bélico en el sudeste asiático, en mimbres de plasmación y desarrollo que viran a lo abstracto y alucinado. En Apocalypse Now, uno puede quedarse fascinado por la paradójica belleza de las escenas bélicas (ahí es nada el antológico ataque de los helicópteros al son de Wagner, pieza iconográfica del cine contemporáneo), pero, merced de la magnífica dosificación de información y de los recursos de anticipación en los sucesivos periplos y descubrimientos del viaje de Willard, incide en cuestiones tales como la absoluta falta de pericia de los adolescentes llamados a filas –a quienes se les pretende levantar los ánimos con un espectáculo de chicas Playboy-, la incomunicación y el vacío emocional intrínseco a la campaña militar –los únicos supervivientes son los desquiciados, como el teniente fanático del surf que tan convincentemente encarna Robert Duvall-, la imposibilidad de esgrimir discursos humanitarios en apoyo del conflicto –la escena de la embarcación vietnamita “abordada”-, y, en definitiva, la absoluta falta de capacidad de juzgar o culparse como única vía para la pervivencia del soldad.