Edward Zwick ha logrado el perfecto equilibrio entre la acción, el drama y la denuncia. Diamante de sangre es una película que insiste en el horror desprendido por la maldad del hombre, en su codicia, en su ambición y en su odio, sin embargo, también nos ofrece luz en medio de esa oscuridad, y nos insiste que es posible la redención de uno por medio de la humanidad.
Título original: Blood Diamond
País: Estados Unidos
Año: 2006
Dirección: Edward Zwick
Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Djimond Hounsou, Jennifer Connelly, Arnold Vosloo, David Harewood, Caruso Kuypers, Michael Sheen, Basil Wallace.
Guión: Charles Leavitt (Historia: Charles Leavitt, C. Gaby Mitchell)
Música: James Newton Howard
Fotografía: Eduardo Serra
Distribuidora en cine: Warner Bros
Duración: 138 min.
Género: Drama, thriller
Estreno en EEUU: 8 de Diciembre de 2006
Estreno en España: 9 de Febrero de 2007
Lanzamiento en DVD: 26 de Junio de 2007
SINOPSIS
La película nos cuenta el conflicto armado que sucedió en Sierra Leona entre el año 1991 y el 2000, enfrentando al Frente Revolucionario Unido con el gobierno, y que provocó múltiples masacres entre los grupos étnicos del país. La lucha fue financiada por la venta ilegal de diamantes y también supuso el reclutamiento de niños soldado. Dentro de este panorama, el pescador Solomon Vandy, obligado a trabajar en una mina de diamantes controlada por el FRU, encuentra un diamante de gran tamaño que despertará la búsqueda insaciable del comandante del grupo armado rebelde y la codicia de Danny Archer, un mercenario de élite y traficante. Con la ayuda de una periodista americana, May Bowen, Danny y Solomon lograrán cruzar la zona de conflicto para recuperar el diamante escondido y liberar a la familia del pescador, cuya mujer e hijas se encuentran en un campo de refugiados y cuyo hijo, Dia, ha sido reclutado como niño soldado por el FRU.
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CRÍTICAS
[Marta Gª Outón – Colaboradora de CinemaNet]
La película nos cuenta el conflicto armado que sucedió en Sierra Leona entre el año 1991 y el 2000, enfrentando al Frente Revolucionario Unido con el gobierno, y que provocó múltiples masacres entre los grupos étnicos del país. La lucha fue financiada por la venta ilegal de diamantes y también supuso el reclutamiento de niños soldado. Dentro de este panorama, el pescador Solomon Vandy (Djimon Housou), obligado a trabajar en una mina de diamantes controlada por el FRU, encuentra un diamante de gran tamaño que despertará la búsqueda insaciable del comandante del grupo armado rebelde y la codicia de Danny Archer (Leonardo DiCaprio), un mercenario de élite y traficante. Con la ayuda de una periodista americana, May Bowen (Jennifer Connelly), Danny y Solomon lograrán cruzar la zona de conflicto para recuperar el diamante escondido y liberar a la familia del pescador, cuya mujer e hijas se encuentran en un campo de refugiados y cuyo hijo, Dia, ha sido reclutado como niño soldado por el FRU.
Edward Zwick es un director americano cuyas historias nos relatan acontecimientos conmovedores desbordantes de emoción. Destacó con Tiempos de Gloria y El último samurai, sin embargo, Diamantes de sangre ha supuesto su mayor éxito en su larga carrera cinematográfica. Es difícil transmitir una historia de gran intensidad dramática sin caer en el tedio o en la pedantería; no obstante, en esta película, Edward Zwick ha logrado el perfecto equilibrio entre la acción, el drama y la denuncia. Quizás, teniendo la realidad africana como transfondo, en la película se podría haber insistido en el glamour fotográfico o en transmitir un mensaje solidario financiado por las ONG’s; sin embargo, como también vimos en El jardinero fiel de Fernando Mierelles, la realidad bélica de África se nos presenta con una sincera pretensión de denuncia: el enfrentamiento que aconteció en Sierra Leona y que sigue sucediendo en muchas partes de África, está financiado por el trabajo esclavista en las minas de diamantes y promovido por muchos países internacionales, a quien les interesa pagar la venta de dichos diamantes, con los que los rebeldes compran sus armas, para mantenerse en la cabeza de los mercados y para lo cual, más de 200.000 niños son adiestrados para matar sin conciencia.
Aunque la película no fue rodada en Sierra Leona, ya que, aunque se haya logrado la paz, aún sigue vigente el tema conflictivo, la mayor parte se rodó en Mozambique y Sudáfrica. El aplauso del público se lo lleva el guionista de la película, Charles Leavitt, dada su perfecta coherencia e impacto dramático. La fotografía del film responde a la intención de denuncia del director, por lo que se convierte en una cámara documental que recoge, tal y como hace la periodista de la película May Bowen, la situación bélica con una mirada crítica e involucrada. El tono, por tanto, resulta algo duro y realista. La banda sonora, excepcional, fue elaborada James Newton Howard, un verdadero maestro para la composición épica, que se convierte en la voz de África en las escenas más emotivas. La dirección del director en el área escenográfica demuestra un dominio magistral en las escenas de acción, de impresionante impacto visual, y en la dirección de actores, donde destacan los verdaderos diamantes del film: Leonardo DiCaprio y Djimon Hounson.
Leonardo DiCaprio, en el papel del mercenario Danny Archer, logró ser candidato al Oscar con esta película. El 2006 fue un año de éxitos para el actor de Titanic, tal y como vimos en Infiltrados, y además, el joven actor es considerado uno de los mejores intérpretes de su generación. Su personaje, curiosamente, se nos presenta como antagonista por su egoísta pretensión de adueñarse del diamante sin considerar la situación de su compañero, Solomon Vandy, a quien decide utilizar sin implicarse demasiado en su compromiso de ayuda; sin embargo, tras la máscara escéptica y
ambiciosa del mercenario, encontramos un resquicio de heroicidad, promovido y animado por la periodista americana, interpretada por una excelente Jennifer Connelly, que convertirá la escena final en un momento recargado de valor y emotividad. Su compañero de protagonismo, Djimon Hounson, conforma el equilibrio perfecto para este reparto de lujo. El actor africano ofrece una fuerza interpretativa y física que aporta una presencia imponente a su personaje; además, el poder de su emoción en su constante lucha por recuperar a su familia lo convierte en el alma de la película.
En el año 2003 se puso en práctica el Proceso de Kimberley en el que 71 países se comprometieron en no adquirir diamantes manchados de sangre, aunque la misma industria reconocen que 1 % siguen corriendo por el mercado ensangrentados.
Diamante de sangre es una película que insiste en el horror desprendido por la maldad del hombre, en su codicia, en su ambición y en su odio, sin embargo, también nos ofrece luz en medio de esa oscuridad, y nos insiste que es posible la redención de uno por medio de la humanidad.
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