NO adopta el mismo tono tragicómico, ponderado, inteligentemente irónico y positivo de la propia campaña publicitaria que recrea, cuya tumbativa eficacia es una de las causas de que Chile lleve más de 20 años viviendo en democracia. Queda así una película interesante, entretenida y nada enfática, con interesantes subtramas románticas y dramáticas, muy alejada de los apolillados y sectarios panfletos marxistas de hace décadas.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET
Título original: No
País: Estados Unidos, Chile y Méjico
Dirección: Pablo Larrain
Intérpretes: Gael García Bernal, Luis Gnecco, Néstor Cantillana, Alfredo Castro, Antonia Zegers, Alejandro Goic
Guión: Pedro Peirano
Música: Carlos Cabezas
Fotografía: Sergio Amstrong
Distribuidora en cine: Golem
Duración: 116 min.
Género: Drama
Fecha de estreno en Chile: 9 de Agosto de 2012
Fecha de estreno es España: 8 de Febrero de 2013
SINOPSIS
Ante la presión internacional, Pinochet organiza en 1988 un referéndum de apoyo a su presidencia, con libertad para hacer campaña en contra. Durante 27 días, ambas posiciones dispondrán de 15 minutos de la franja televisiva de mayor audiencia para convencer a los votantes. Entonces, los líderes de la oposición al régimen —desde los demócrata-cristianos a los comunistas— superan sus profundas diferencias y acuerdan organizar una campaña conjunta a favor del NO a la continuidad de Pinochet por ocho años más. Finalmente, se la encargan a René Saavedra (Gael García Bernal), un joven y atrevido ejecutivo publicitario, que contará con recursos muy limitados y sufrirá el férreo control de la policía. Además, la propuesta de Saavedra y su equipo choca con las reticencias de los opositores más beligerantes, pues plantean una campaña moderna, optimista, divertida y no combativa, sustentada en la festiva canción Chile, la alegría ya viene, del grupo Sol y Lluvia, con un planteamiento similar al de Libertad sin ira, la canción del grupo onubense Jarcha, que se convirtió en icono de la transición española.
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CRÍTICAS
[Jeronimo José Martín – COPE]
Conocido sobre todo por sus novelas Ardiente paciencia (El cartero de Neruda) y El baile de la victoria —llevadas al cine por Michael Radford y Fernando Trueba, respectivamente—, el chileno Antonio Skármeta comenzó a escribir su obra de teatro El plebiscito en 1988, al poco de la derrota del dictador chileno Augusto Pinochet. En dicha pieza inédita y nunca representada se ha basado su compatriota Pedro Peirano para escribir el guión de NO, Premio Quincena de Realizadores en Cannes 2012 y ganadora del Festival de La Habana 2012, que ahora opta al Oscar 2012 al mejor filme en lengua no inglesa. Con esta vibrante tragicomedia, Pablo Larraín (Fuga) completa su Trilogía de la Dictadura —iniciada con Tony Manero y Post-Mortem—, y se consolida como el cineasta chileno más destacado en la actualidad.
Ante la presión internacional, Pinochet organiza en 1988 un referéndum de apoyo a su presidencia, con libertad para hacer campaña en contra. Durante 27 días, ambas posiciones dispondrán de 15 minutos de la franja televisiva de mayor audiencia para convencer a los votantes. Entonces, los líderes de la oposición al régimen —desde los demócrata-cristianos a los comunistas— superan sus profundas diferencias y acuerdan organizar una campaña conjunta a favor del NO a la continuidad de Pinochet por ocho años más. Finalmente, se la encargan a René Saavedra, un joven y atrevido ejecutivo publicitario, que contará con recursos muy limitados y sufrirá el férreo control de la policía. Además, la propuesta de Saavedra y su equipo choca con las reticencias de los opositores más beligerantes, pues plantean una campaña moderna, optimista, divertida y no combativa, sustentada en la festiva canción Chile, la alegría ya viene, del grupo Sol y Lluvia, con un planteamiento similar al de Libertad sin ira, la canción del grupo onubense Jarcha, que se convirtió en icono de la transición española.
Desde el punto de vista formal, acierta Larraín al narrar la historia como si fuera un reportaje periodístico, con permanente cámara en mano y abundantes fragmentos documentales, incluida la aparición del ex-presidente de la República Patricio Aylwin. Esta opción narrativa y la premeditada filmación de la película en el paupérrimo soporte de vídeo U-matic 3:4 —que se usaba a finales de los años 80 del siglo pasado— y en formato 4:3 provocan que su puesta en escena e incluso las interpretaciones parezcan un tanto descuidadas; pero favorece la veracidad de la historia e imprime al filme una creciente progresión dramática, que capta la atención del espectador.
El otro gran acierto de Larraín es haber adoptado una perspectiva decididamente antipinochetista, pero nada ideológica o partidista, y sin recurrir demasiado a la caricatura cruel o al trazo grueso en sus retratos de los defensores del general chileno o de los sectores más radicales de la oposición. En este sentido, NO adopta el mismo tono tragicómico, ponderado, inteligentemente irónico y positivo de la propia campaña publicitaria que recrea, cuya tumbativa eficacia es una de las causas de que Chile lleve más de 20 años viviendo en democracia. Queda así una película interesante, entretenida y nada enfática, con interesantes subtramas románticas y dramáticas, muy alejada de los apolillados y sectarios panfletos marxistas de hace décadas.
[Marta Gª Outón – Colaboradora de CinemaNet]
El General Augusto Pinochet protagonizó un periodo de dictadura militar en Chile entre el 11 de Septiembre de 1973 hasta el 11 de Marzo de 1990. Durante todo ese tiempo, la sociedad chilena se vio enmudecida bajo una dura represión y afectada por multitud de violaciones de los derechos humanos –prisión política, asesinatos, exilio, torturas…-. A pesar de fomentar un importante crecimiento económico al país, a nivel cultural y, por supuesto, humano, el régimen de Pinochet evitó toda mejora y expresión. La película de Pablo Larraín se centra en la campaña electoral para la nueva presidencia bajo el punto de vista de un joven publicitario, René Saveedra, quien promovió el voto a favor de la democracia que supuso la victoria de los partidarios al NO más Pinochet y el comienzo de una nueva Chile.
Pablo Larraín es un director de cine chileno comprometido con su realidad social como hemos logrado apreciar en sus últimas tres películas: Santiago 73, Post Mortem, Tony Manero y No. Con éste cuarto largometraje, Larraín parece haber logrado cerrar un ciclo acerca de la etapa de dictadura en Chile. Su filmografía despierta la conciencia social porque lo que representa en sus obras no es solamente un producto nacional, sino que su contenido también demuestra un mensaje universal. La película opta para el premio a Mejor película de habla no inglesa en los Oscars 2013 y además, ha ganado en el Festival de Cannes y en el Festival de La Habana.
Contiene una estructura cerrada, perfecta y completa, gracias al trabajo de guión de Pedro Peirano. Los elementos narrativos están perfectamente vinculados entre sí y demuestran un verídico compromiso con la realidad, ya que el director contaba con material documental de la época para su realización. El montaje brilla igualmente por su arquitectura, cuyas escenas nos revelan importantes mensajes y contenidos simbólicos a imitación de una estrategia publicitaria, elemento protagonista de esta película. La cinta ha sido rodada con una tecnología cuyo formato, cuadrado, con cámaras analógicas cuya fotografía es excesivamente luminosa y de calidad menos perfeccionada, es el mismo que el de los años 80, lo que permite que el espectador se introduzca en el relato sin distinguir qué imagen forma parte de la realización del director y cuál es material de archivo. Aunque nos pueda resultar lenta, la cinta mezcla el humor con el drama, y además se convierte en un producto didáctico al mostrarnos el funcionamiento de la estrategia publicitaria y política.
El actor protagonista en el papel del estratega publicitario es el mejicano Gael García Bernal (También la lluvia, Babel, La mala educación). Su personaje refleja todo ese proceso de transformación del país chileno que, a pesar de estar influido por su pasado, sabe derrotar al miedo, superar el sentimiento de venganza, a través de una postura optimista y esperanzadora. En cambio, su compañero y competidor en la campaña, Luis Guzmán (Alfredo Castro), nos enseña ese lado cínico y derrotista de la sociedad.
El director se ha atrevido ha mostrarnos una historia interesante, honesta y real, que quizás ha pasado algo desapercibida, pero que sin embargo, ha despertado la conciencia de todos aquellos que han sufrido o sufren situaciones semejantes bajo la presión de un gobierno dictatorial. El film plantea cuestiones sociales, como la libertad, la honestidad y el valor, a través de una mirada subjetiva, que la acercan a una interpretación transcendental al superar todas las barreras territoriales como representante de la realidad cotidiana y pasada y sobretodo, acerca de la limpieza de la perversión política del siglo XX y XXI. En una idea, remitiendo a las palabras de Gael García: “La memoria es lo que permite conocer mejor el presente”.
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