Trepidante y abigarrado documental que muestra la cara oculta de la industria del cine. Desde el inicio se muestra como una vorágine de jugosas reflexiones, ilustradas con fragmentos de grandes películas, filmaciones de archivo, fotografías, citas, datos y bellas panorámicas de Cannes, con dos objetivos precisos: celebrar el cine como arte y mostrar su lado oscuro como una industria obsesionada por ganar dinero como sea, aun a costa de rebajar la calidad de sus productos.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Seduced and abandoned. |
SINOPSIS
Película documental dirigida por James Toback sobre varios aspectos íntimamente vinculados con el universo del cine: el Festival de Cannes, el cine como arte, el dinero, el glamour, la muerte. Con un rodaje de imágenes encantadoras y filmada durante la 65ª edición del Festival (2012), la película presenta, entre otros, retratos sobrecogedores de Bernardo Bertolucci, Francis Ford Coppola, Roman Polanski, Martin Scorsese, Ryan Gosling, Jessica Chastain, Bérénice Bejo, Diane Kruger y James Caan.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
En este trepidante y abigarrado documental, el director, guionista y actor James Toback (“Melodía para un asesinato”, “Amor y dinero”, “Harvard Man”, “Tyson”), y el actor Alec Baldwin muestran la cara oculta de la industria del cine. Para ello, participaron en el Festival de Cannes 2012, donde simularon que buscaban financiación para un falso proyecto de película de espías y sexo, supuestamente titulado “El último tango en Tikrit”. De este modo, se entrevistaron con famosas estrellas —Ryan Gosling, James Caan, Jessica Chastain, Diane Kruger, Bérénice Bejo y Neve Campbell—, célebres directores —Martin Scorsese, Roman Polanski, Francis Ford Coppola y Bernardo Bertolucci—, poderosos productores —Jeffrey Katzenberg, Jeremy Thomas, Mike Medavoy, Ron Meyer, Avi Lerner, Brett Ratner, Thorsten Schumacher, Ashok Amritraj y Mark Damon—, diversos multimillonarios —Taki Theodoracopulos, Denise Rich, Jean ‘Johnny’ Pigozzi y Arpad ‘Aki’ Busson—, prestigiosos críticos —Scott Foundas, Todd McCarthy, Graydon Carter y Michel Ciment—, y la guionista Diablo Cody, que desvelaron los entresijos del mundillo del celuloide al hilo de sus propias anécdotas y experiencias.
Toback no da respiro al espectador. Desde el primer minuto, su película es una vorágine de jugosas reflexiones, ilustradas con fragmentos de grandes películas, filmaciones de archivo, fotografías, citas, datos y bellas panorámicas de Cannes. Todo ello, con creciente sustancialidad y dos objetivos precisos: celebrar el cine como arte y mostrar su lado oscuro como una industria obsesionada por ganar dinero como sea, aun a costa de rebajar la calidad de sus productos. En lo referente al primer objetivo, son impagables las íntimas declaraciones de todos los directores —sobre todo, de Martin Scorsese, que reivindica magistralmente el valor supremo de la toma— y de los actores James Caan y Ryan Gosling, este último, sensacional en todas sus intervenciones. Respecto al tenebroso ámbito empresarial, tienen mucho interés las reflexiones de los críticos y, sobre todo, de los poderosos productores entrevistados, que bajan al espectador a la tierra con sus alucinantes sugerencias sobre cómo conseguir dinero para financiar una película. Especialmente fuerte es la intervención del poderosísimo productor israelí Avi Lerner, que reconoce que él nunca se lee los guiones de las películas que produce. Aunque lo más ‘heavy’ de todo es aquella idea de Lenin, que se recuerda en la película: “De todas las artes, el cine es la más importante para nosotros”.
Como la supuesta película que quieren rodar Toback y Baldwin se basa en “El último tango en París”, de Bernardo Bertolucci, se incluyen algunas secuencias sexuales de este filme, y se incide con cierta crudeza verbal en los morbosos contenidos eróticos del ficticio proyecto. Pero estos pasajes zafios no dominan el conjunto, que acaba convirtiéndose en una lúcida y apasionada radiografía del cine como séptimo arte —un arte que logra inmortalizar a sus artífices más allá de la muerte— y como una industria muy compleja, que debería rectificar la deriva hacia la superficialidad que está tomando en los últimos años. Y, por cierto, la espléndida banda sonora ofrece una generosa e inteligente selección de las mejores obras del maestro ruso Dmitri Shostakovich.
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