Ligera tragicomedia costumbrista volcada en el despliegue interpretativo de sus protagonistas, que aunque no profundiza mucho en sus motivaciones vitales, se muestra más desmitificadora que laudatoria en medio de su juego y rivalidad escénica y vital. En ella acaba dominando el drama sobre la comedia, el sarcasmo cruel sobre la sátira amable.
ESTRENO Título original: Alceste à bicyclette. |
SINOPSIS
En la cima de su carrera artística, Serge Tanneur dejó definitivamente el mundo del espectáculo para mudarse a la Isla de Ré y vivir como ermitaño. Tres años más tarde, Gauthier Valence, un famoso actor de televisión, está planeando una producción de “El misántropo” de Molière, y quiere ofrecerle a Serge el papel principal. Serge le propone a Gauthier cinco días de ensayo para saber si quiere participar. Los dos actores se miden y se desafían, compartiendo el placer de actuar juntos y las enormes ganas de pelearse, y todo parece indicar que Serge va a regresar al escenario.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Superfamoso por una popular serie televisiva de médicos, el arrogante actor Gauthier Valence (Lambert Wilson) planea recuperar su reputación montando una ambiciosa representación teatral de “El misántropo”, de Molière. Quiere contar en el reparto con Serge Tanneur (Fabrice Luchini), un prestigioso actor que hace tres años se retiró en la cima de su carrera artística, y se mudó a la perdida Isla de Ré, donde vive como un ermitaño. Allí se desplaza Gauthier, que logra que Serge ensaye con él durante cinco días. Al cabo de ese tiempo, decidirá si quiere participar o no. En su constante intercambio de los papeles de Alcestes y Filinto, los dos actores se miden y desafían, compartiendo el placer de actuar juntos y también una competencia malsana, que se extiende a sus relaciones con Francesca (Maya Sansa), una guapa y temperamental mujer italiana, que también se ha refugiado en la isla.
En esta ligera tragicomedia costumbrista, acierta el francés Philippe Le Guay (“Las chicas de la sexta planta”) al poner su naturalista realización al servicio del despliegue interpretativo de Lambert Wilson y Fabrice Luchini —candidato al César 2012 por su trabajo—, que encarnan con gran veracidad la fascinación de los actores por su trabajo, la implicación de sus propias vidas en el mismo y las permanentes tentaciones de dejarse llevar por la vanidad, el divismo y la rivalidad desleal. En este sentido, y aunque no profundiza mucho en las motivaciones vitales de los protagonistas, el filme es más desmitificador que laudatorio, pues subraya sobre todo las fragilidades afectivas, niñerías, egolatrías y mezquindades de tantos actores, que saben representar mejor sus vidas ficticias que sus vidas reales. Por eso mismo, aunque abundan los golpes de humor —algunos demasiado gruesos, por cierto—, acaba dominando el drama sobre la comedia, el sarcasmo cruel sobre la sátira amable.
Elogios especiales merecen la fresca interpretación de Maya Sansa (“La mejor juventud”) —que logra disimular la cierta artificiosidad de su personaje— y la preciosa banda sonora del chileno Jorge Arriagada (“Misterios de Lisboa”), que se completa con dos magníficas canciones nostálgicas: “La bicyclette”, del francés Yves Montand, e “Il mondo”, del italiano Jimmy Fontana.
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