Una visión muy desencantada de la crisis económica y social en España, cuya puesta en escena depurada, fragmentada y poco convencional se pone al servicio de la historia y las interpretaciones. Sin embargo, todo este despliegue formal se diluye en un guión demasiado convencional y fatalista, donde el vigor dramático y la entidad moral —sobre todo por su positiva apertura a la vida frente a la tiranía del aborto— no terminan de compensar la falta de contrapuntos optimistas.
ESTRENO Película: Hermosa juventud. |
SINOPSIS
Natalia y Carlos son una pareja de enamorados de 20 años que luchan por sobrevivir en la España de hoy en día. Tienen escasos recursos y no logran avanzar como les gustaría. No tienen grandes ambiciones porque tampoco tienen grandes esperanzas. Para ganar algo de dinero, deciden hacer una película pornográfica amateur. La llegada de su hija, Julia, se convertirá en el motor de los cambios que van a emprender.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Tras darse a conocer con la inquietante “Las horas del día”, el barcelonés Jaime Rosales ganó con “La soledad” los Goya 2008 a mejor película, director y actor revelación (José Luis Torrijo). Después dividió a la crítica y ahuyentó al gran público con “Tiro en la cabeza” y “Sueño y silencio”. Ahora presenta su película más comercial, “Hermosa juventud”, en la que transmite una visión muy desencantada de la crisis económica y social en España, similar a la que mostró Fernando León de Aranoa en “Barrio” y “Los lunes al sol”.
Sus protagonistas son Natalia (Ingrid García Jonsson) y Carlos (Carlos Rodríguez), una pareja de enamorados veinteañeros, ambos sin estudios, que luchan por sobrevivir en un barrio del extrarradio de Madrid. Natalia vive con su divorciada madre Dolores (Inma Nieto), su hermano adolescente Pedro (Juanma Calderón) y otra hermana más pequeña. Y Carlos atiende como puede a su madre Rosa (Patricia Mendy), que está enferma y deprimida. Los limitados recursos de ambos les impiden satisfacer sus deseos y ambiciones, no demasiado grandes, pues no albergan grandes esperanzas. Así que, para ganar algo de dinero, deciden rodar una película pornográfica amateur. Como fruto de ella, Natalia se queda embarazada, y llega así la pequeña Julia, que cambia las vidas de Natalia, Carlos y sus respectivas familias.
Como siempre, Jaime Rosales ofrece una puesta en escena depurada, fragmentada y poco convencional, con predominio de las tomas cámara en mano y un recurso audaz al fuera de campo, a los encuadres inclinados y a largas transiciones sin música ni sonido, resueltas con ágiles pantallazos de ordenador que hilvanan vídeos caseros, fotos y mensajes escritos de todo tipo. Además, en esta ocasión, su habitual despliegue formal se pone totalmente al servicio de las naturalísimas interpretaciones de todos los actores —sobre todo de Ingrid García Jonsson y Carlos Rodríguez—, que refuerzan el vigoroso hiperrealismo del conjunto.
Sin embargo, esas indudables cualidades visuales e interpretativas se diluyen bastante en un guión demasiado convencional y fatalista en sus tramas secundarias, centradas en las familias y amigos de la pareja protagonista. Ciertamente, la ardua y sacrificada historia de amor entre Natalia y Carlos tiene vigor dramático y entidad moral, sobre todo por su positiva apertura a la vida frente a la tiránica cultura del aborto. Pero no logra compensar plenamente la falta de contrapuntos optimistas de toda la película y, sobre todo, el artificioso y facilón desenlace pesimista, marcado además por un exhibicionismo sexual totalmente innecesario, al que Rosales también recurre en la experiencia porno del primer tercio del filme. Una pena, pues ha creado dos personajes muy entrañables y, para encarnarlos, ha descubierto a dos jóvenes intérpretes con carisma y gran proyección de futuro.
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