El Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez acoge desde el 8 de mayo hasta el 30 de agosto una exposición con objetos sobre el famoso espía creado por Ian Fleming e inmortalizado gracias al cine, convertido en todo un icono desde hace más de 50 años.
[Enrique Almaraz, Colaborador de CinemaNet]
En una vitrina, el bikini lucido por Ursula Andress en “Agente 007 contra el Dr. No”, el de Halle Berry —homenaje al anterior en el cuadragésimo aniversario fílmico del espía— en “Muere otro día” y el bañador de Sean Connery en “Operación Trueno” dan la bienvenida a los visitantes y forman parte de la reducida muestra que se permite fotografiar. Antes de bajar las escaleras hacia el grueso de la exposición, el flamante Aston Martin DB5 que conducía Pierce Brosnan en la secuencia inicial de “Goldeneye”, el que se apoya una reproducción de Sean Connery en “James Bond contra Goldfinger”, acrecienta las ganas de adentrarse en tan apasionante y exclusiva porción de cine.
“Diseñando 007: 50 años de estilo Bond” llega a Madrid tras el éxito cosechado en Londres, Toronto, Shanghai, Melbourne, Moscú y Rotterdam. Se compone por más de 500 objetos y material exclusivo de los archivos de EON Productions en colaboración con el londinense centro de arte Barbican, a los que se añaden Bronwyn Cosgrove y los diseñadores Lindy Hemming y Ab Rogers. Dividida en seis estancias temáticas —a las que se añade un pasillo dedicado al creador, Ian Fleming—, proporciona un rico recorrido por la figura de este influyente modelo cuyo alcance traspasa la pantalla para instalarse en la cultura popular. En la sala “Oro”, un maniquí dorado a imagen y semejanza de Shirley Eaton en tan icónica imagen yace en una cama giratoria. Pueden verse uno de los falsos lingotes de oro de “James Bond contra Goldfinger”, el Disco de Oro que recibió Shirley Bassey por entonar el tema principal, el Premio Irving Thalberg otorgado a Albert R. Broccoli en 1981 o la famosa arma desmontable del recientemente fallecido Christopher Lee en “El hombre de la pistola de oro”, así como la bala con el número 007 grabado que supone la primera toma de contacto del agente con su misión en aquella película.
También tienen espacio el despacho de M, múltiples inventos de la sección Q, trajes originales y reproducciones de todo tipo, desde smokings a vestidos femeninos —por alguna razón, todos lucen mejor en los intérpretes que sobre maniquíes—, multitud de storyboards y artilugios tan variados y famosos como el sombrero de filo cortante de Oddjob en “James Bond contra Goldfinger”, las maquetas de los Lotus de “La espía que me amó” o el huevo de Fabergé —cuyo origen real es el departamento de atrezzo y no la famosa familia joyera— de “Octopussy”. La proyección en pantallas de fragmentos concretos de las películas involucradas proporciona una singular emoción al estar cerca de los objetos. A la salida de la muestra, los visitantes tienen la oportunidad de llevarse algún recuerdo de la tienda (carteles, fotografías, libros, llaveros y un largo etcétera).
Una oportunidad única para adentrarse en el lujoso universo de tan carismático personaje y sentirse dentro, por una vez, de la longeva saga cinematográfica. ¿Quién no ha dicho alguna vez aquello de “Me llamo Bond, James Bond”?
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