Llega a la gran pantalla una nueva aventura del elegante agente secreto. Y aterriza cargada de misiones secretas, tiros, terroristas, coches deportivos con gadgets increíbles, bellas mujeres, trajes elegantes y mucha acción. Es al final, otra oportunidad de recorrer con James Bond los lugares más inhóspitos del planeta para salvar al mundo entero.
SINOPSIS
El agente británico James Bond se enzarza en una nueva misión secreta que lo lleva hasta México D.F. y más tarde a Roma. Bond se infiltra en una reunión secreta y descubre la existencia de una siniestra organización conocida como SPECTRE. Mientras tanto, en Londres, el nuevo director del Centro para la Seguridad Nacional cuestiona las acciones de Bond y pone en duda la importancia del MI6, encabezado por M. De modo encubierto Bond recluta a Moneypenny y Q para que le ayuden a buscar a Madeleine Swann, la hija de su antiguo archienemigo, el Sr. White, que quizá tenga la clave para desentrañar el misterio de SPECTRE. A medida que Bond avanza en su misión, descubre una estremecedora conexión entre él mismo y el enemigo que busca.
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CRÍTICAS
[Guillermo Altarriba. Colaborador de Cinemanet]
Después de lo que ocurrió en “Skyfall”, James Bond persigue el legado de M en una búsqueda que lo llevará a recorrer medio mundo conectando las pistas. Cuanto más avance, más caerá en los tentáculos de Spectra, una organización criminal secreta con ansias de dominación mundial. Si esta premisa suena a estereotipo, no es de extrañar que “Spectre” cierre el círculo que comenzó “Casino Royale”. Pasadas tres películas en las que 007 “nacía” y aprendía en qué consiste esto de ser agente secreto, en esta última Daniel Craig se convierte definitivamente en James Bond. Para lo bueno y para lo malo.
Echando la vista atrás –aunque tampoco demasiado-, lo que cualquier espectador esperaba de una nueva película de 007 se resume en una enumeración de clichés: coches rápidos, mujeres hermosas, elegancia hasta disparando, Martini con vodka, un malo muy malo con algún plan megalómano y un puñado de gadgets que ayudarían a Bond en sus aventuras por lugares exóticos. Lo que “Spectre” ofrece, ni más ni menos, es una mezcla muy precisa de todos estos elementos.
El Bond de Daniel Craig, que comenzó como una deconstrucción posmoderna del personaje en «Casino Royale», donde lo veíamos sufrir física y emocionalmente, ha evolucionado hasta identificarse totalmente con la fórmula de la saga. Y no es algo sutil, «Spectre» se encarga de recordárnoslo con constantes referencias a las anteriores entregas mientras despliega todo su arsenal de fuegos artificiales.
En este punto hay que reconocer que técnicamente la película es brillante. En una entrevista, el director de la cinta, Sam Mendes, explica que le exigió al encargado de los efectos especiales utilizar lo menos posible el ordenador. «Es una película de James Bond: lo hacemos real» es la frase, y lo cierto es que en pantalla todo luce espectacular. Desde la persecución en avión por la nieve de los Alpes a la vibrante pelea en el tren, todo forma un torbellino que consigue hacer volar las más de dos horas que dura «Spectre». Es cine palomitero, está claro, pero tremendamente desacomplejado: lo que busca fundamentalmente es hacer pasar un buen rato. En este punto hay que destacar la intro.
Respecto a los actores, Craig cumple aunque no ofrece los matices de «Skyfall» o «Casino Royale», tal vez porque ya se ha cansado del personaje. La otra cara de la moneda, el villano -muy malo, muy malo- Franz Oberhauser, gana muchos enteros con la cara de Christoph Waltz, siempre inquietante cuando hace del antagonista. También campan por ahí Léa Seydoux, Monica Bellucci o Ralph Fiennes, pero ninguno logra robar la película, se limitan a encarnar los pocos aliados que 007 tiene en la cinta. En definitiva, «Spectre» es la película más Bond de las últimas que han llegado al cine, y sacrifica la profundidad por un espectáculo muy bien llevado. ¿Es eso bueno o malo? Como suele ocurrir, depende de las expectativas del espectador.
[María Ros. Colaboradora de Cinemanet]
Tiros, acción, torturas, hazañas imposibles, chicas Bond y la exitosa banda sonora perfectamente identificable como seña de identidad de los agentes británicos más elegantes. Esta es la tónica general de la vigesimocuarta entrega de 007. Nada nuevo, aunque tampoco era esa la expectativa. Cuando se trata de James Bond uno ya sabe a qué atenerse, y precisamente por eso resulta tan exitosa cada una de sus películas.
El director Sam Mendes continúa con «Spectre» ese viaje de introspección hacia el universo interior del agente británico que inició con la precuela «Skyfall» en 2012. En esta nueva película Bond tiene entre manos una nueva misión en la que la venganza, la fidelidad a su fallecida jefa M, y la implicación de su propio pasado tienen un papel protagonista.
Existe una nueva amenaza en el mundo que trata de aniquilar definitivamente la existencia de agentes como Bond. El paralelismo entre los movimientos del espía y la destrucción inevitable del MI6 y de la sección 007, se entremezclan constantemente y crean una atmosfera dónde la tensión y la confusión para el espectador son palpables.
Daniel Craig repite por cuarta vez como James Bond y Chiristoph Walts interpreta al ofuscado y maquiavélico antagonista, Franz Oberhauser. La extraña y misteriosa relación de ambos personajes resulta un continuo e inquietante baile a lo largo del argumento en el que se entremezclan viejos rencores, bombas, disparos y una extensa retahíla de trampas que los hacen danzar hasta que aparecen los créditos finales.
Dos horas y media de largometraje son excesivas, pero la curiosidad por desvelar el oscuro pasado del agente mantiene al público expectante. Con cada tiro aguantas la respiración, con cada tortura cierras los ojos deseando que termine el suplicio para el pobre James, que parece no inmutarse en absoluto del dolor, y con cada guiño de humor británico sueltas una pequeña carcajada. No puedes dejar de pensar «típico de James».
Y lo que no podía faltar es una chica Bond, aunque en este caso no hay una, sino dos. La protagonista, Léa Seydoux, interpreta a la inocente Madeleine Swann y acompaña a Bond a lo largo del filme para ayudarlo a desmantelar la organización clandestina. Y por otro lado está Monica Bellucci, que encarna a Lucia Sciarra, viuda de uno de los miembros de Spectre. Aunque la aparición de Bellucci resulta estelar y de poco peso en el argumento de la película, por fin aparece una chica Bond más cercana a la edad del propio agente.
Cabe destacar además el gran trabajo de grafismo de los créditos iniciales. Esta vez los musicaliza el británico Sam Smith. Y aunque siempre han sido seña de identidad de la marca 007, en esta entrega el diseño gráfico del principio podría ser perfectamente una pieza en sí misma.
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