Con motivo del nombramiento de Costa-Gavras como Doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense de Madrid, el director pasó unos días en Madrid repletos de actos en los que se cuenta este coloquio en la Facultad de Ciencias de la Información. Una gran oportunidad para escuchar, compartir y aprender de un hombre que ha hecho de la crítica de las injusticias a través del cine su seña de identidad.
[Enrique Almaraz, Colaborador de CinemaNet]
El salón de actos de la Universidad de Ciencias de la Información fue testigo de un encuentro inolvidable con el cineasta Costa-Gavras, quien compartió impresiones, vivencias y pensamientos con los allí reunidos para la siempre interesante experiencia de sentarse a ver una obra maestra con el añadido de revisar desde un punto de vista histórico los acontecimientos que en ella se relatan. El título seleccionado fue “Desaparecido” —o “Missing”, sería más correcto escoger, pues la emisión discurrió en versión original—, una película de 1982 que relata los duros días posteriores al golpe de estado chileno de Pinochet en 1973, con el arresto, plagado de secretos y contradicciones, del joven norteamericano izquierdista Charlie Horman y la posterior búsqueda por parte de su padre y su esposa. La película causó gran conmoción en el momento de su estreno, por su dureza e intensidad fílmica, todo un prodigio de sensibilidad y ritmo, y ayudó a consolidar a Costa-Gavras como uno de los realizadores europeos más importantes. A la proyección, aún sobrecogidos todos por el relato y las notas sentimentales de Vangelis, siguió un coloquio con el director, quien hizo desde unas aportaciones muy interesantes desde el punto de vista cinematográfico y creador, hasta otras reflexiones acerca de la política, “un sistema que ha antepuesto la economía a las personas”, lo cual “debería ser revisado”. Respondió a todas las cuestiones en la que se recordará como una amena tertulia donde el repaso por la actualidad —con la situación de los recientes atentados de París, los refugiados sirios o el estado actual de nuestra Europa— tuvo notorio protagonismo. A destacar el llamamiento al relevo generacional en política —con los necesarios matices, cabría apostillar— y a un mayor presencia de la mujer en cargos de responsabilidad, en varios ámbitos.
Destacable fue el paso continuo de la realidad al cine, como partes del mismo todo, el segundo como vehículo de la primera. No faltaron apuntes del anecdotario sobre las diversas facetas de la filmación. Respecto al éxito y la repercusión, declaró: “Cuando se hace una película no se piensa en esto. Yo hago una película del modo que me gustaría verlas como espectador”. A propósito del cariz de su filmografía —“El cine no trataba historias verdaderas de manera muy directa y pensé que debía hacerse.”—, comentó que en la actualidad “No hay censura política, hay censura económica”, en su opinión, peor y que acaba desembocando en la autocensura. Desterró el cliché peyorativo que suele darse al término “cine comercial”, pues muchos grandes maestros también disfrutaron de las bondades de taquilla. Así, durante cerca de hora y media, el resumen del balance podría residir en lo siguiente: el denominador común de sus películas —aparte del director, como él mismo dijo en tono de broma— reside en la búsqueda de la verdad y la denuncia de las injusticias, con independencia de ideologías. Ante una atentísima y fascinada audiencia, Gavras, poco amigo de dar consejos, sí recalcó como objetivo principal la búsqueda de personalidad y no copiar a los demás. Objetivo de sobra cumplido por alguien para quien “En el cine no hacemos carrera, hacemos películas”. ¡Y qué películas!