Dicen que cuesta más hacer reír que llorar, pues Laurent Tirard lo consigue en este film que ofrece romanticismo y realidad entre situaciones de humor inteligente. Una delicia.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Un homme à la hauteur |
SINOPSIS
Diane es una mujer muy hermosa, de las que hace girar cabezas dondequiera que va. Es una brillante abogada con sentido del humor y fuerte personalidad. Acaba de salir de un matrimonio infeliz, y es libre para conocer al hombre de su vida. Una tarde Diane recibe una llamada telefónica de un tal Alexandre, que se ha encontrado su móvil. Algo hace clic entre ellos durante esta llamada telefónica. Alexandre es educado, divertido y culto. Diane cae bajo su hechizo. Rápidamente se citan. Pero su encuentro no es el esperado.
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CRÍTICAS
[Pilar Madrigal. Colaboradora de CinemaNet]
¿Recuerdan a aquel maravilloso Jean Dujardin en “The Artist”? Pues ha vuelto enfundado en un papel inolvidable. En este remake francés de la argentina “Corazón de León”, dirigida por Marcos Carnevale, tanto Dujardin como su compañera protagonista, Virginie Efira, resplandecen. Ambos construyen, sin empañarse mutuamente en ningún momento, un amor muy real.
Pero demos un paso atrás y empecemos desde el principio: Diane conoce a Alexandre al recibir una amable llamada de él ofreciéndose a devolverle el teléfono móvil que ella olvidó en un lugar público. Su agradable conversación por sorpresa hace que se citen y conozcan. Este es el punto de partida de una comedia romántica que el director, Laurent Tirard (“Astérix y Obélix: al servicio de su majestad”, “El pequeño Nicolás”), hila con ritmo y estilo. Tirard logra divertir de forma elegante, dosificando con ternura la vida cotidiana o no tan cotidiana de los dos enamorados.
El tema principal es el amor: las etapas desde que un hombre y una mujer se conocen, se tratan y pasan tiempo juntos, hasta que se sienten comprometidos como pareja. Todo lo transmite Tirard en un filme impregnado de ese charme tan galo: encanto en los modales, suavidad en puntos peliagudos -somos humanos, nadie es perfecto y sólo hace falta que dos quieran encajar para que los momentos pasen de divertidos a profundos, parece querer decir el film- y buen uso del material humano y artístico.
Más en detalle, “Un hombre de altura” plantea el tema de las diferencias entre personas, tanto internas como externas, tanto de físico como de personalidad. No ahorra en situaciones repletas de prejuicios y de comportamiento de terceros que, al no verse afectados, creen que burlarse del prójimo está permitido. Y no. Pero es brillante al enfocar el tema amoroso como un paquete completo. La película aborda el tema desde el respeto: hay soluciones a casi todo, muchas conversaciones y apertura para que cada personaje se explique y cuente cómo se siente.
De nuevo, una gran película en la que el hombre prometido tiene mucha altura, de la auténtica. No hay ninguna escena que chirríe, todo puede suceder en la realidad y de hecho se parece mucho a cómo sucede. En un tiempo de películas tan centradas en la excepción, resulta refrescante ver en pantalla el amor entre un hombre y una mujer con la suficiente formación y madurez como para decidirse a vivirlo y ser felices juntos. Sin más ni menos, que es mucho.
Respecto a la técnica, la película es hermosa. Hay planos que parecen cuadros de arte moderno, como al bajar ella las escaleras de una calle al principio del metraje: líneas rectas, contraste suave de tonos. La fotografía de Jérôme Alméras es cuidadosa, sabe sacar mucho partido de un mobiliario que es una preciosidad.
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