Newton Knight es un granjero sureño desertor del ejército confederado que emprende su propia lucha a favor de los esclavos y campesinos explotados en «Los hombres libres de Jones», una película atípica que muestra cuánto queda aún por hacer en EEUU en favor de los afroamericanos.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Free State of Jones |
SINOPSIS
En medio de la guerra de secesión, el granjero Newton Knight (Matthew McConaughey) emprende su propia lucha en contra de la esclavitud y de los campesinos oprimidos por el ejercito confederado, que toman de sus cosechas para poder abastecer a los hombres que se encuentran en el frente.
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CRÍTICAS
[José Vicente Luján. Colaborador de Cinemanet]
Gary Ross («Los juegos del hambre») es un director poco prolífico -ha dirigido cinco películas en dieciocho años- que se sintió atraído de inmediato por la figura de Newton Knight. Un granjero del Sur, miembro del ejército confederado, que ante la injusticia de la guerra desertó de su grupo y emprendió su propia lucha.
No es una película más sobre la Guerra de Secesión. Se centra en la figura de una persona y su buen combate por aquello que entiende que es justo. Mandar a jóvenes inexpertos al frente, explotar vilmente a pequeños campesinos llevándose parte de sus cosechas, maltratar a personas solo por el color de su piel, no entra dentro del cuadro moral de su protagonista.
Armado con un rifle y una Biblia, Newton Knight refleja claramente al ciudadano medio norteamericano de finales del S XIX, con unas creencias muy enraizadas y que hace su propia interpretación del texto bíblico. Mediante su lectura llega al convencimiento de que no se puede explotar al inocente y que es necesario luchar por lo que es justo. Amar al prójimo como a uno mismo.
El camino que recorre hacia la defensa de los esclavos pasa primero por los campesinos explotados, llegando a fundar el Estado libre de Jones (Free State of Jones) donde todos son iguales y cada uno labra su propia tierra.
Viendo esta película no resulta extraño que el director acabase subyugado por este personaje, hasta el punto de renunciar a rodar «Los juegos del hambre: en llamas», en parte por la imposición de la productora de estrenar una entrega de la popular saga cada año. Tiene incluso una página web donde se puede ver información detallada de la vida de Newton Knight.
Estamos ante una película muy recomendable, que se sale fuera de lo común porque muestra no solo la vida de su protagonista, sino también la lucha de sus descendientes a favor de la diversidad racial. Una guerra que no ha sido ganada (basta con mirar la prensa cada día) y a la que también hacen referencia otros productos recientes como «El Mayordomo» o la oscarizada «12 años de esclavitud».
[Guille Altarriba. Colaborador de CinemaNet]
Gary Ross tiene ambición. “Los hombres libres de Jones” quiere ser una película grande, una epopeya épica de las que justifican la gran pantalla: a ratos film bélico de época, a ratos thriller de tribunales, a ratos drama social contra el racismo… Poco aprieta quien mucho abarca, y es cierto que el film está algo deslavazado, pero mantiene la coherencia gracias al taciturno Newton Knight, interpretado por el especialista en papeles recientes de hombre taciturno, Matthew McConaughey.
La interpretación del tejano arropa el retrato de un hombre que hizo historia a su pesar: un Robin Hood de la Guerra de Secesión que lidera a una banda de pobres desarrapados y esclavos prófugos que roban a los ricos para quedárselo ellos. En este sentido, la cinta de Gary Ross funciona como una reflexión política, como una comparación de dos tipos de liderazgo.
Por un lado, el poder arbitrario del Estado, encarnado en el teniente Barbour (Brad Carter). Bajo su mando, los confederados saquean y matan a la población de civil de su supuesto bando, amparados en una legalidad injusta. Frente a este liderazgo estatal y encorsetador, Newton Knight aparece como el modelo a seguir: el ex granjero se pone el primero de sus hombres, dirige a través del ejemplo y se muestra compasivo y atento a las necesidades de sus subordinados, como en el caso del chaval a quien asciende de golpe.
Pero el auténtico músculo de la película es en su segunda mitad, en la que sigue la senda de obras recientes como “12 años de esclavitud”, “Selma” o incluso “Django desencadenado”. El director de “Los juegos del hambre” se sumerge de lleno en el conflicto racial que articula, aún hoy, una herida supurante en los Estados Unidos. Desde luego, el retrato no es nada que no hayamos visto antes –hay blancos esclavistas malvados y esclavos negros oprimidos-, pero Ross introduce dos elementos propios interesantes.
Por un lado, la suciedad: en “Los hombres libres de Jones” todo es áspero y duro, las balas duelen cuando desgarran la carne y el Ku Klux Klan se muestra tan brutal y desesperado como debe ser. El conjunto deja respirar un aire pesado, con escenas como la primera vez que un grupo de negros van a votar, rodada con la tensión propia de un duelo de pistoleros al amanecer.
El segundo aspecto destacable es el didactismo del que hace gala Ross a lo largo de toda la película, un despliegue de datos y breves lecciones de historia intercaladas con la narración que resultan un arma de doble filo. Por un lado, se agradece la intención de ilustrar la posguerra con datos desconocidos para el espectador que no sea aficionado a la historia, pero por el otro puede dañar en ocasiones el ritmo de la trama y volverla una sucesión de sketches. Por suerte, no llega a tanto, y queda una película sólida y épica que pone encima de la mesa un conflicto ya conocido pero sobre el que lamentablemente queda todavía mucho recorrido por hacer.
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Sin dudas una de las mejores películas del año