La historia de «El editor de libros» es la historia de una amistad: la que se forjó entre el célebre escritor Thomas Wolfe y su editor, Max Perkins, en la Nueva York de principios de siglo. Una película que trae al primer plano las contradicciones del artista y la necesidad de los buenos amigos.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Genius |
SINOPSIS
Rechazado por la gran mayoría de editoriales de Nueva York, Thomas Wolfe (Jude Law) acude ya sin esperanza a la editorial Charles Scribner’s Sons como último recurso. Max Perkins (Colin Firth) decide apostar por el joven y excéntrico escritor. Repentinamente, Wolfe se convierte en uno de los novelistas más exitosos de la América de principios del siglo XX, tras publicar Look Homeward, Angel a la edad de 29 años.
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CRÍTICAS
[Guadalupe Belmonte. Colaboradora de CinemaNet]
La película se basa en la relación que existió entre Perkins y Wolfe durante el proceso de publicación de su segunda novela, Time and the River. La amistad se complicó, ya que Wolfe se convenció de que su obra había sido demasiado recortada y editada antes de su publicación y eso la había cambiado. Perkins también estuvo trabajando como editor literario de otros autores como Ernest Hemingway o Francis Scott Fitzgerald.
Michael Grandage (hasta ahora director de obras de teatro como Don Carlos) dirige este drama biográfico que ha sido escrito por John Logan (El aviador). La película está protagonizada por Jude Law y Colin Firth, y cuenta en su reparto con Nicole Kidman y Guy Pearce.
«El editor de libros» es simple y elegante, nada ambiciosa. Nos muestra el universo de los “contadores de historias” desde el punto de vista de un editor, cosa poco frecuente, pero indudablemente interesante. Es una delicia penetrar de tal forma en el rico paisaje literario de principios del siglo XX, sobre todo si estás interesado en él. Aun así, la película simplifica en exceso un proceso intelectual que se antoja mucho más complicado de lo que aparece en pantalla. Sus crisis afectivas nos hacen a los protagonistas atractivos y cercanos, sí, pero de algún modo es una oportunidad perdida de echar una mirada a un nivel más profundo de su vida.
En cualquier caso, como hemos dicho al principio, la película explica las situaciones que rodearon el éxito de Thomas Wolfe, pero lo curioso es que el protagonista no es verdaderamente él. El título en versión original, Genius, nos explica la intención de la película, demostrar quienes son verdaderos genios. Superficialmente, todo el mundo creería que la película trata sobre el novelista y de como su vida privada inspira sus obras, pero este aspecto se vislumbra muy poco en esta película. De hecho, lo que realmente nos cuenta es como las obras influyen en la vida privada, de manera que acaban siendo un obstáculo para muchas amistades. Acaban siendo lo que destruye al creador.
Durante la película, los personajes cambian poco a poco, de manera que, la felicidad de la vida de cada uno de ellos va inclinándose cada vez más hacia el lado opuesto. Thomas al inicio es un escritor feliz, con éxito y una hermosa mujer que le ama, y Max es un editor que ha descubierto a grandes genios literarios pero que no ve en su vida más motor que su monótono trabajo. Poco a poco, Thomas se va haciendo más oscuro, más egoísta, oculto en su trabajo elude sus responsabilidades como marido y amigo. Por su parte, Max, viendo en Thomas la exageración de su monótono comportamiento, reacciona y decide que ser un buen padre y marido vale la pena.
Thomas ha ayudado inconscientemente a mejorar la vida de Max y ahora Max intenta ser más que su editor, un amigo. La vida de Thomas Wolfe se entiende a la perfección en una pequeña frase que le dice el editor mientras están en una azotea contemplando Nueva York: “Como el hombre primitivo al rededor del fuego, escribes historias para alejar el miedo y la oscuridad que te rodea”.
En lo cinematográfico, la actuación de Jude Law como escritor excéntrico es realmente buena, como siempre, pero el carácter y la fuerza del personaje no encaja con la tranquilidad de la película; te deja con ganas de saber más de él, de estar en más escenas con él, con sus palabras y con su fuerza expresiva. Wolfe es presentado como personaje muy enérgico, pero muy triste, que casi no consigue cambiar sus cosas malas por mucho que a su alrededor le intenten ayudar.
La interpretación de Colin Firth como editor pensativo y monótono es muy acertada, la propia personalidad del actor sirve para resaltar su inteligencia escrupulosa. Es un personaje entrañable, al que comprendes a medida que la historia va avanzando. El guión es brillante en muchos momentos: aunque a veces nos encontremos con algunos clichés, John Logan es un gran escritor de diálogos afectivos. La música y la fotografía son realmente agradables, muy de acuerdo con el estilo literario de Wolfe.
Egos y fama, matrimonio, egoísmo, publicidad, estilos, belleza, dinero: el arte. Todo ello está en esas escenas en las que editor y autor reinventan la obra, una referencia clara a todos los creadores (guionistas, dramaturgos, novelistas, periodistas…). «El editor de libros» es una película entretenida que muestra la importancia de la valentía y de la amistad, sobre todo en las mentes artísticas.
[Enrique Chuvieco. Colaborador de CinemaNet]
Siempre se ha dicho (y se ha abusado del aforismo) que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer. Se podría decir lo mismo de los escritores con respecto de sus editores, si la gran mayoría se topa o se hubiera encontrado alguna vez con Max Perkins, un deslumbrante “hombre gris” en la sombra, editor en los años 30 del siglo pasado que no solo descubrió los enormes talentos de, entre otros, Scott Fitzgerald, Hemingway y Thomas Wolfe, sino que fue amigo de todos ellos, como narra el filme El editor de libros, de Michel Grandaje.
En este sentido, el filme de Grandaje, autor y adaptador teatral desde hace 20 años, utiliza a Wolfe para contar su descubrimiento por parte de Perkins y sus posteriores años de colaboración, en los que fue cristalizando una gran amistad entre ambos. No siempre fue fácil su relación, máxime porque el desmedido talento de Wolfe se urdía en una personalidad inmadura, fruto de heridas surgidas en la infancia. Contrastaba con el equilibrio de Perkins, casado con una autora teatral y padre de cinco hijas, a las que obligaba a estar en casa a las 22:00 horas.
Tan sentida fue la amistad de ambos —en la que Wolfe vio un padre en Perkins y este el hijo que nunca tuvo en aquel— que el editor le recriminó sus críticas a Scott Fitzgerald por no empatizar con el autor de El gran Gatsby, que durante una época fue incapaz de escribir debido a la enfermedad de su mujer, Zelda.
También le abrió los ojos en su egocéntrica relación con su amante (interpretada por Nicole Kidman) y a esta por abandonar a sus hijos y marido para emparejarse con el creador de algunas de las novelas más vendidas en la primera mitad del siglo XX.
Maxwell Perkins, que trabajó durante más de 30 años en la Editorial Scribner, fue discreto con su enorme talento para descubrir otros, a quienes corrigió y adaptó sus textos, pero, sobre todo, a quienes hizo mejores personas con su conversación y compañía. Grandaje, en su primer filme, ha sabido comprenderlo y darle el homenaje que se merecía en esta gran película.
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