Nos encantan los protagonistas con carisma, pero, sobre todo, un poco imperfectos. Pueden ser poco virtuosos pero nos ganan el corazón con más éxito que los héroes santurrones.
[Jaime A. Pérez Laporta – Colaborador de Cinemanet]
Todos tenemos ese amigo o pariente que, sin saber por qué, se hace querer. Son ese tipo de personas un poco desastrosas, con algún vicio, pero que nunca dejan de parecernos amables. Si estás leyendo esto y no crees conocer a nadie así…cierto, ese alguien eres tú, a ver si la próxima vez pagas tú a las birras, que tu amigo tampoco va sobrado. Pero no te preocupes, aunque no lo hagas, te seguirán queriendo igual.
Una de las mejores plasmaciones de un carácter tan contradictorio la hemos visto en la saga de Piratas del caribe con el personaje de Jack Sparrow. En el mundo ya existía el fenómeno fan de la piratería, hemos visto muchísimas películas al respecto; incluso, antes del cine, las novelas sobre piratas se vendían como churros. La visión romántica y aventurera de la piratería siempre ha estado con nosotros y, no nos engañemos, la piratería en sí misma antiheroica: tiene su aspecto inmoral pero su fondo aventurero.
Sin embargo, si nos adentramos en la historia de Piratas del Caribe, encontramos que ningún otro personaje de la piratería puede igualar en carisma al capitán (énfasis en el rango) Jack Sparrow. Como si los viera, ya me estoy imaginando a muchos con ‘aire displicente’ y ‘sacando a colación’ otros tantos personajes de la literatura, o incluso del manga, mucho más ‘brillantes’ que el protagonista de una súperproducción de Disney, comercial y capitalista.
Pues no, amigos, que Disney en la actualidad venda y revenda sus historias como si fueran cromos repetidos, no implica que alguna de sus historias tengan cosas buenas. Jack Sparrow es una de ellas y en parte gracias a la maestría de Johnny Depp, el grandísimo actor de Kentucky nos brinda un personaje simpático y peculiar, con unos andares de borrachuzo, y una habilidad y suerte tremendas para salir airoso de todos los problemas («El problema no es el problema. El problema es tu actitud frente al problema»).
Jack Sparrow es todo lo que muchos jamás seremos: atractivos incluso en la miseria. Cuando, en la segunda película, engaña a su querido amigo y lo vende al Holandés errante, ¿quién no esperaba que todo eso entrase en un complejo plan para salvar a todos? Y, justo después, tarda poco en engañar a la mujer de aquél y se muestra dispuesto a cortejarla, (¡a la chica de su mejor amigo!), pero, ¿quién no quiso comprenderle también entonces?
Sin duda, hay algo en su miseria que nos hace pensar que no es para tanto, quizá por su simpatía o su gracia natural, ¡cuántas veces vivimos esa misma situación en el colegio!: esos profesores que en seguida se ablandan ante los gamberros carismáticos y no dudan luego en machacar a los gamberros menos oportunos. A estas alturas, uno debería preguntarse si realmente merece la pena hablar de una situación tan injusta.
Pues sí, hay que afrontar que en la vida unos tienen cosas que otros no, y en cada ecosistema de cretinos y bonachones cada cual se adapta lo mejor que puede. Pero lo cierto es que la historia de estos queridos miserables, como Sparrow, no es tan simple como pensamos. En Piratas del Caribe hay numerosos momentos en los que Jack, pese a las bromas y la pereza, tiene que enfrentarse a grandes decisiones.
En la tercera entrega de la saga, aunque no quede exactamente aclarado su affair con Elizabeth (Keira Knightley), es él quién organiza el plan final para derrotar y resolver el asunto de Calipso y el Holandés. En la primera entrega, vemos a un Jack Sparrow traicionado por su tripulación, sin el menor optimismo por el género humano. Pero encuentra a Turner y decide embarcarse con él para salvar a su amada. Lo cierto es que a él le interesa recuperar su barco, ‘La perla negra’, ¿pero qué más da?, así comienza una gran amistad, como todas: con una confluencia de intereses en la cual el futuro amigo empieza siendo sólo un cómplice.
Piratas del Caribe ha perdido un poco de crédito después de tantas continuaciones, no nos gusta que las productoras nos tomen por tontos, odiamos las fabricaciones en serie, nos gustan las ediciones limitadas. Hay que decir que ahí está Star Wars, produciendo precuelas y secuelas y recibiendo la mayor reverencia del público ‘cultivado’, más bien friki. Pero no voy a entrar en eso, es un hecho que Piratas del Caribe ha abusado de hacer negocio y se ha olvidado de hacer buen cine. Pero la saga ha hecho una de las aportaciones más importantes al mundo de la ficción, Jack Sparrow siempre nos viene a la cabeza como algo más que un producto de mechandising.
Un antihéroe más que triunfa en la gran pantalla. En este caso, sufre la bendición de ser querido por el público a pesar de aparentar suciedad y vicio, y eso, queridos amigos, es un duro obstáculo para ser un buen hombre. Y aún así, podemos decir que Jack Sparrow ha tenido sus momentos de decisión moral, de sacrificio por sus amigos y de bondad.