LOBEZNO: INMORTAL
Publicado: Lun Jul 22, 2013 1:07 pm
Segundo spin-off que patrocina la Marvel sobre uno de los más carismáticos X-Men, Lobezno (y contando ambas con el mismo carismático intérprete: Hugh Jackman), aunque Lobezno inmortal debe ubicarse cronológicamente en algún lugar de la saga cinematográfica –en este caso, tras la tercera entrega de la original, X-Men: la decisión final–, se aprecia claramente en su planteamiento de personajes y conflictos que el filme procede de un arco narrativo claramente desligado de lo precedente (por mucho que se utilice a un personaje, el de Jean Grey/Phoenix (Framke Janssen), como engarce de ese continuum cinematográfico), y que en este caso se relaciona con las series que Chris Claremont y Frank Miller escribieron sobre el personaje.
Algo que no es bueno ni malo, sino todo lo contrario, y que por tanto no tiene que ver con que la película sea mejor o peor. No, si Lobezno inmortal no termina de remontar el vuelo narrativo y queda como un mero entretenimiento algo alargado en metraje es porque el guión de la película es más bien fláccido, y rebaja a la anécdota muchos de los elementos que podrían haberse condensado con intensidad en esta historia en la que se barajan temas como la amistad traicionada, el ansia de inmortalidad o, por oposición, los conflictos existenciales de un hombre, Logan, condenado a no sufrir dolor ni envejecer por razón de su naturaleza mutante, naturaleza cuyo cuestionamiento es a la postre el que sostiene el alambicado argumental.
Al realizador James Mangold se le debe una correcta manufactura visual, que incluye un atractivo atavío escenográfico del escenario exótico en el que discurre la trama, el Japón (también un par de secuencias de acción bien hilvanadas, aunque en este último aspecto uno duda si fue Mangold o el realizador de la segunda unidad el responsable último de la tarea). Pero incluso en ese atractivo envoltorio visual del Extremo Oriente el espectador termina frustrando parte de las expectativas que podía despertar la película, pues, una vez abierto el envoltorio –incluyendo las consabidas citas y comparaciones con los samuráis y los ronin–, el relato termina más bien despreciando las opciones de aliño narrativo que cabría esperar de ese elemento exótico.
Algo que no es bueno ni malo, sino todo lo contrario, y que por tanto no tiene que ver con que la película sea mejor o peor. No, si Lobezno inmortal no termina de remontar el vuelo narrativo y queda como un mero entretenimiento algo alargado en metraje es porque el guión de la película es más bien fláccido, y rebaja a la anécdota muchos de los elementos que podrían haberse condensado con intensidad en esta historia en la que se barajan temas como la amistad traicionada, el ansia de inmortalidad o, por oposición, los conflictos existenciales de un hombre, Logan, condenado a no sufrir dolor ni envejecer por razón de su naturaleza mutante, naturaleza cuyo cuestionamiento es a la postre el que sostiene el alambicado argumental.
Al realizador James Mangold se le debe una correcta manufactura visual, que incluye un atractivo atavío escenográfico del escenario exótico en el que discurre la trama, el Japón (también un par de secuencias de acción bien hilvanadas, aunque en este último aspecto uno duda si fue Mangold o el realizador de la segunda unidad el responsable último de la tarea). Pero incluso en ese atractivo envoltorio visual del Extremo Oriente el espectador termina frustrando parte de las expectativas que podía despertar la película, pues, una vez abierto el envoltorio –incluyendo las consabidas citas y comparaciones con los samuráis y los ronin–, el relato termina más bien despreciando las opciones de aliño narrativo que cabría esperar de ese elemento exótico.