Dirección y guión: Tom McCarthy. País: USA. Año: 2007. Duración: 103 min. Género: Drama. Interpretación: Richard Jenkins, Hiam Abbass, Haaz Sleiman, Danai Gurira, Maggie Moore, Richard Kind, Amir Arison, Marian Seldes, Michael Cumpsty. Producción: Mary Jane Skalski y Michael London. Música: Jan A.P. Kaczmarek. Fotografía: Oliver Bokelberg. Montaje: Tom McArdle. Diseño de producción: John Paino. Vestuario: Melissa Toth. Estreno en España: 13 Marzo 2009. |
SINOPSIS
Walter Vale, de sesenta y dos años, camina como sonámbulo por su propia vida. Perdida su pasión por enseñar y escribir, llena su vacío existencial intentando infructuosamente aprender a tocar el piano clásico. Cuando su universidad le envía a Manhattan para asistir a una conferencia, Walter queda sorprendido al descubrir que una joven pareja se ha instalado en su apartamento. Víctimas de una estafa inmobiliaria, Tarek, de nacionalidad siria, y Zainab, su novia senegalesa, no tienen adónde ir. En la primera de una serie de pruebas para su corazón, Walter permite de mala gana que la pareja se quede con él.
¡Debate esta película en nuestros foros!
CRÍTICAS
Resurrección
Walter es un profesor universitario de vida gris. Solitario, egoísta, no logra aprender a tocar el piano a pesar del esfuerzo que pone en la tarea. Su anquilosada existencia va a conocer un vuelco cuando el decano de su facultad prácticamente le obliga a acudir a Nueva York, a presentar un artículo que ha firmado con una compañera, de baja maternal. A pesar de las excusas que pone -en realidad él no ha aportado nada al «paper»-, no tiene más remedio que acudir. Y al entrar por la noche en el apartamento que tiene en «La Gran Manzana» se lleva una inesperada sorpresa. Una pareja de inmigrantes -él, Tarek, sirio, ella, Zaineb, senegalesa- vive allí; al parecer, un desaprensivo les alquiló el lugar sin contar con el dueño. Aclarada la embarazosa situación, Tarek y Zaineb empacan sus enseres con intención de buscar otro lugar donde quedarse. Walter romperá la «burbuja» que ha fabricado para sí, y les permitirá estar con él un par de días, hasta que encuentren alojamiento. Es el comienzo de una singular relación, que permitirá conocer por qué Walter se ha convertido en el hombre que es, y la «medicina» que puede curarle de su triste estado.
Extraordinaria película del actor reconvertido a director y guionista Thomas McCarthy, quien ya sorprendió gratísimamente con su debut tras la cámara en Vías cruzadas. Aquí sigue por los mismos raíles, nunca mejor dicho, forjados para ese film. En efecto, el cineasta demuestra un enorme talento para crear tipos humanos memorables, y las situaciones dramáticas a las que se enfrentan emocionan y resultan creíbles. McCarthy ha madurado aún más como cineasta, pues sabe dosificar la narración, no nos entrega todos los datos de sus personajes inmediatamente, sino que los da a conocer en el momento adecuado. No sólo es un estupendo director de actores, el cineasta se revela como magnífico constructor de escenas, todas muy bien resueltas, a la vez que se puede decir que nada sobra en el film, hasta detalles como el esfuerzo por tocar el piano se descubre que no son triviales, y dan pie a esa bonita imagen de los dedos que deben ser arqueados, dice la profesora, para permitir que los «trenes» pasen a través del improvisado «túnel».
Es sorprendente cómo se va desplegando la rica historia. Lo que parece simplemente un «viaje» de transformación del protagonista -genial Richard Jenkins, en el papel de su vida, por el que ha sido nominado al Oscar-, donde tiene peso principal la amistad, permite indagar en el drama de la inmigración, con las consideraciones sutiles de una sociedad, la estadounidense, que alimenta el miedo al recién llegado, a la vez que ignora casi todo lo que no tiene que ver con su país. E, inesperadamente, como extraída por arte de birlibirloque de su chistera de mago-cineasta, McCarthy nos entrega una historia de amor capaz de arrancar las lágrimas al espectador más frío, donde tiene enorme presencia la gran protagonista de Los limoneros, Hiam Abbass. Además McCarthy sabe sacar partido a los bongos que maneja Tarek, y que son como el detonante que lleva a Walter a abrirse definitivamente a los otros, sin tasa.
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
Tom McCarthy ha mostrado su versatilidad como actor en películas como Syriana, Buenas noche y buena suerte, Banderas de nuestros padres o Duplicity. En 2003 sorprendió en su debut como guionista y director, Vías cruzadas, fresca película indie que ganó los premios del público y al mejor guión en el Festival de Sundance. Ahora, confirma sus cualidades en su segundo filme tras la cámara, The Visitor, que le ha valido a su protagonista, Richard Jenkins, diversos premios y las candidaturas al Globo de Oro y al Oscar al mejor actor.
Jenkins interpreta a Walter Vale, un introvertido profesor universitario de Connecticut, ya por encima de los 60, que ha perdido la ilusión por vivir y enseñar, hasta convertirse en un ser hosco y solitario. Su penosa rutina se rompe cuando viaja a Nueva York para impartir una conferencia. Al llegar a su apartamento, descubre que ha sido ocupado por una pareja de ilegales, a los que han estafado. Ellos son Zainab, una joven musulmana senegalesa, que vive de la creativa artesanía que vende en la calle; y Tarek, un simpático joven sirio que toca el djembe en un grupo de jazz. Walter se apiada de ellos, les deja permanecer en el apartamento y acaba haciéndose amigo de Tarek, que le enseña a tocar ese llamativo tambor, habitual en la música étnica. Hasta que un día la policía de Inmigración detiene a Tarek.
La primera cualidad de The Visitor son sus interpretaciones, todas medidas y matizadas, dentro del estilo hipersobrio que les impone McCarthy. Sobresale Richard Jenkins, que acerca mucho su personaje al espectador, demostrando que es mucho más que un secundario de lujo. El mejor contrapunto se lo da la actriz palestina Hiam Abbass, que encarna a la madre de Tarek con la misma presencia poderosa que mostró en Munich o Los limoneros. Precisamente la sutilísima historia de amor que protagonizan Jenkins y Abbass depara los mejores momentos del guión y la puesta en escena de McCarthy, que traduce en muchos kilates de emoción real los numerosos apuntes sustanciales que ha ido sembrando, a modo de leves intrigas, a lo largo del metraje.
Por tanto, es el suyo un trabajo de gran cineasta, extremadamente riguroso en la dirección de actores, muy incisivo en la definición literaria de los personajes y sus conflictos, y llamativamente sutil en su traducción visual. En alguna ocasión, McCarthy se entretiene más de la cuenta; y en el desenlace quizá subraya demasiado su denuncia de la represiva política inmigratoria de Estados Unidos. Pero esos pequeños defectos no restan vigor a la propuesta narrativa y visual.
¡Debate esta película en nuestros foros!