[Pablo Castrillo – Colaborador de Cinemanet]
¿Es Hollywood una «ciudad sin Dios»? ¿Está la temática religiosa desterrada del cine mainstream americano? A día de hoy, Hollywood se aproxima a la religión con más frecuencia de lo que puede parecer a primera vista.
Desde los años 60, o incluso antes, se ha considerado a Hollywood algo así como el «bastión progresista de América». Liberal, dirían los americanos. Pero no siempre fue así. Hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial, la industria del cine norteamericano defendía y promovía los valores que hoy llamaríamos “conservadores”. La hoy infame PCA (Production Code Administration -hoy día, MPAA) se aseguraba de que evitar que la audiencia fuera corrompida por historias inmorales. El sexo y la violencia estaban fuera de toda discusión. Los héroes que hoy llamamos clásicos defendían siempre metas nobles y se sacrificaban por el bien de una comunidad que fácilmente se podía identificar con la sociedad del momento. Las tornas cambiaron con la desilusión de la postguerra y los nuevos movimientos sociales. Y hasta el día de hoy, muchos todavía contemplan Hollywood como una especie de “ciudad sin Dios”. Parece como si estuviera prohibido hablar de religión. Y si se menciona, se la representa a través de personajes fanáticos e irracionales, con frecuencia malignos y retorcidos, pero cuando menos, tontorrones e inocentes. Y, si bien hay algo de verdad en esta percepción de Hollywood, es mucho menor de lo que parece a primera vista.
Tomemos 2011 como ejemplo. El panorama puede parecer desalentador. Títulos como Red State, Shame, A Dangerous Method, Drive, o Melancholia sugieren paisajes sórdidos, pesimistas, hiper-sexualizados e hiper-violentos. Pero hay mucho más que eso. Desde mediados de agosto, el público que busca a Dios en la pantalla ha tenido interesantes propuestas, como Higher Ground, debut directorial de Vera Farmiga que narra la historia de una mujer luchando por descubrir su fe –habrá que ver con qué ojos mira a esa “fe”, pero por lo menos el tema no está desterrado.
Otro estreno interesante fue Machine Gun Preacher, que sigue los pasos de Sam Childers, un hombre que descubrió a Dios en su vida y desde entonces lucha –literalmente– por salvar vidas de niños en África. Desafortunadamente, la película sólo aguanta el planteamiento religioso durante la primera mitad; y a partir de ahí se deja llevar por las ametralladoras y explosiones, reduciendo la fe del protagonista a una creencia ciega en su “misión”, en la que, por supuesto, el fin justifica todos los medios. Lástima, pero al menos apuntaba maneras.
En octubre se estrenó en las salas estadounidenses Courageous, producida por los hermanos Kendrick, que ya tocaron el éxito en el pasado con Fireproof. Y en esta ocasión repiten: su última película, que sigue las vidas de cuatro policías y su personal esfuerzo por ser convertirse en responsables padres de familia, se sitúa en el número 12 del box office otoñal con más de 31 millones de dólares. Ahí es nada.
En el mismo mes de octubre se estrenó The Way, muy conocida en España por su temática jacobea. Se trata de otra historia de profundo contenido religioso que ha sido muy bien recibida por la crítica norteamericana, si bien no ha brillado en la taquilla –aunque sus números son decentes para esta clase de “indie”.
Más llamativo aún es el caso de Soul Surfer. Se trata de la historia de Bethany Hamilton, surfista cristiana, que perdió un brazo al ser atacada por un tiburón tigre. La película narra su inspirador regreso a las olas, con el apoyo de su fe y de su familia. Aunque a muchos nos suene tópico y cliché –no sin razón– la película recaudó 44 millones de dólares, contantes y sonantes.
No se trata de intentar probar nada. No se trata de intentar incrustar la temática religiosa donde no viene a cuento. Pero está claro que Hollywood no prohíbe hablar de religión. Esto es lo de siempre: las películas tratan de lo que tratan porque sus historias lo exigen. No se trata de “insertar morcillas”.
En 2009, Warner Brothers se enfundó casi 300 millones de dólares con The Blind Side, que no es una película estrictamente religiosa, pero retrata sin complejos una familia cristiana en toda regla. En ese mismo tono de cine inspirador basado en historias de superación deportiva, todavía está por ver qué nos traerá The Mighty Macs, sobre un afamado equipo de baloncesto en un “college” católico femenino. Y mientras escribo estas líneas, Mel Gibson trabaja en su proyecto sobre Judas Macabeo y Darren Aronofsky se monta en el arca de Noé.
Acercarse a la religión en el cine no quiere decir que todos seamos amigos y nos tomemos de la mano –abundan las películas insultantes e irrespetuosas, claro– pero es alentador saber que el cine puede hablar de lo que le venga en gana, sin fantasmas ni conspiraciones ni complejos. Hollywood, con Dios o sin Él, es un negocio y no le importa de dónde venga el dinero, mientras siga viniendo.
Fuentes: LA Times; Box Office Mojo; IMDB.
Muy buen artículo, Pablo. Me viene a la cabeza lo que escribí hace tiempo aquí (http://www.cinemanet.info/2010/09/esa-cosa-llamada-fe/). Por mucho que se ridiculice o ignore a los creyentes, siempre están ahí.
Ni siquiera Hollywood puede apagar la conciencia absolutamente.