Catastrofista superproducción hispano-estadounidense, con reparto de lujo. En ella, el joven cineasta barcelonés recrea la historia real de supervivencia y coraje de una familia española que sufrieron en carne propia el espeluznante tsunami que asoló el sudeste asiático en 2004. Elogioso de la unidad de la familia protagonista y equilibrado en cuanto a la dosificación de sus intrigas y emociones, pero poco profundo en el dibujo de sus conflictos interiores. Un conjunto que, a pesar de sus defectos, supone un elogiable paso adelante del cine español hacia la renovación de los géneros, la proyección internacional, la despolitización y el respeto a la inteligencia y el buen gusto del espectador.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: The impossible. |
SINOPSIS
María, Henry y sus tres hijos comienzan sus vacaciones de invierno en Tailandia. En la mañana del 26 de diciembre, la familia se relaja en la piscina después del día de Navidad cuando el mar, convertido en un enorme y violento muro de agua negra, invade el recinto del hotel. María solo tiene tiempo de gritar antes de ser engullida por la ola. Sin tiempo para asimilar lo incomprensible e inesperado del desastre natural que acaban de sufrir, María debe luchar contra todo por la supervivencia de su hijo y la suya propia.
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CRÍTICAS
[Jeronimo José Martín – COPE]
Phuket, Tailandia, 26 de diciembre de 2004. En un idílico resort a pie de playa, María (Naomi Watts), Henry (Ewan McGregor) y sus tres hijos llevan días disfrutando de sus vacaciones invernales. Cuando, de pronto, surge del mar una violenta muralla de agua que arrasa el hotel, las palmeras, los campos y todo lo que encuentra a su paso. Malherida, María emerge de las aguas embravecidas y logra reunirse con su hijo mayor, Lucas (Tom Holland). Ambos deambularán sin rumbo entre escombros, cadáveres y desesperados supervivientes, con la esperanza de encontrar con vida a Henry y a los pequeños Thomas (Samuel Joslin) y Simon (Oaklee Pendergast), que se encontraban en la piscina del resort cuando irrumpió la ola asesina.
Tras el éxito nacional e internacional de su primer largometraje, El orfanato, Juan Antonio Bayona confirma sus cualidades en Lo imposible, catastrofista superproducción hispano-estadounidense, con reparto de lujo. En ella, el joven cineasta barcelonés recrea la historia real de supervivencia y coraje vivida por la española María Belón, su esposo Enrique Álvarez y sus tres hijos Lucas, Tomás y Simón —por entonces, de 10, 8 y 5 años—, que sufrieron en carne propia el espeluznante tsunami que asoló el sudeste asiático en 2004, provocando, en 13 países distintos, 186.983 muertos, 42.833 desaparecidos, 510.000 heridos y 2.000.000 de personas sin hogar.
Declarado admirador de Spielberg, Bayona aprovecha al máximo su ajustado presupuesto de 30 millones de euros, y recrea el tsunami con una impactante puesta en escena, de planificación y montaje muy vibrantes, que mantiene al espectador con el alma en vilo, como ya hiciera Clint Eastwood en una de las subtramas de la discutible Más allá de la vida. Además, ese vigor emocional —que algunos quizás consideren manipulador y excesivo— se refuerza con las excelentes interpretaciones de las estrellas Naomi Watts y Ewan McGregor, y de los tres niños protagonistas, todos ellos muy veraces en todo momento.
Menos redondo es el guión de Sergio S. Sánchez, elogioso de la unidad de la familia protagonista y equilibrado en cuanto a la dosificación de sus intrigas y emociones, pero poco profundo en el dibujo de sus conflictos interiores y demasiado esquemático respecto a los personajes secundarios. En este sentido, sorprende que en una historia tan trágica no se apunte siquiera alguna referencia religiosa o al menos trascendente. Eso sí, la música de Fernando Velázquez es sensacional, y eleva el nivel artístico y emocional del conjunto. Un conjunto que, a pesar de sus defectos, supone un elogiable paso adelante del cine español hacia la renovación de los géneros, la proyección internacional, la despolitización y el respeto a la inteligencia y el buen gusto del espectador.
Con el tsunami hemos topado
Lo imposible se encuadra en un género, el catastrofista, que se presta mucho al convencionalismo, al tópico, al “déjà vu”. Y el mérito, enorme, de Juan Antonio Bayona y su guionista Sergio G. Sánchez, es contar con frescura y mirada de “la primera vez” algo que en otras manos habría sido simplemente normalito, una bonita historia de interés humano, pero como tantos telefilmes, si acaso con efectos especiales más elaborados…
En Lo imposible se nos cuenta la historia -basada en un caso real- de los Bennett, el matrimonio, María y Henry, y sus tres hijos Lucas, Thomas y Simon, de doce, siete y cinco años de edad, de vacaciones por Navidad en Tailandia. Días placenteros en un lugar idílico, puestos literalmente patas arriba por el tsunami destructor que asoló la costa en 2004. La familia se dispersa, tenemos dudas sobre la supervivencia de unos y otros, viven experiencias personales, y con otros individuos que conocen, muy fuertes. Lo típico, pero contado con un talento narrativo excepcional.
Porque la recreación de la catástrofe en Lo imposible resulta sencillamente asombrosa, el espectador vive el desastre en primera persona. Nada que envidiar a lo que hizo Clint Eastwood en uno de los hilos narrativos de Más allá de la vida. Si acaso más espectacular, mejor. Pero dentro del despliegue de producción, asombroso, está la historia, muy bien llevada, con pulso dramático excelente y momentos emocionantes de genuino suspense, sostenidos con increíble osadía, jugando al despiste sin caer en las trampas fáciles. Sí, se confirma que lo de Bayona y Sánchez en El orfanato no fue un espejismo.
Pero están además los personajes, anglosajones, rubitos, preciosos. ¿No podía ser aquello la puerta abierta a lo meloso y acaramelado, un empacho de buenos sentimientos mil veces vistos en cine? Y sin embargo, imposible no sufrir con el pequeño Tom Holland y su Lucas, obligado a madurar al estilo de Jim en El imperio del sol de Steven Spielberg. Imposible no llorar con Ewan McGregor y sus llamadas con el teléfono móvil. Imposible no pensar que las estrellas de las que habla Geraldine Chaplin conforman una hermosa metáfora sobre la vida y la muerte. Los críos más pequeños son críos, y eso es muy bueno, y se les concede el espacio justo. Y Naomi Watts, imposible no padecer con ella, o dejar de recordar que ya vimos a otra madre sufriente en las manos de Bayona y Sánchez, la que encarnó Belén Rueda en El orfanato.
[Josan Montull, Colaborador de CinemaNet]
Hace cinco años una película española, “El orfanato”, arrasaba en la taquilla y provocaba en la crítica y en el público un casi unánime aplauso al tratarse de una película de suspense y terror de una calidad impecable que cumplía con creces los requisitos del género. Lo que llamaba la atención es que daba a conocer a un director nobel, Juan Antonio Bayona (Barcelona 1985), que anteriormente había dirigido video clips y que dejaba boquiabiertos a todos los cinéfilos perfilándose como un director interesante.
Cinco años después Bayona estrena “Lo imposible”, un film espectacular en el que se cuentan las vicisitudes de una familia española que se encontraba en la Navidad de 2004 en Tailandia cuando un tsunami el en Pacífico devastó zonas de ese país y otras de Indonesia, Sri Lanka, India, Bangladesh, Burma, Malasia, Islas Maldivas, Somalia, Kenia, Tanzania y las Islas Seychelles. La tragedia se cobró 300.000 vidas amén de miles de heridos graves y destrozos multimillonarios.
Bayona escuchó una entrevista radiofónica en la que María Belón (auténtica protagonista de la historia) narraba a la periodista Gemma Nierga lo que había vivido en Tailandia. María contó cómo vivió con su familia el tsunami y cómo tras la ola gigante quedaron separados y se enfrentaron a la pesadilla de tener que asumir que las vacaciones placenteras que estaban viviendo se habían transformando en cuestión de segundos en una lucha terrible en medio de un paisaje devastado y lleno de muerte. La protagonista real decía “He olvidado el dolor físico y del dolor emocional me da vergüenza hablar porque me cuesta enfrentarme a la idea de haber sobrevivido, de ser tan privilegiada”. Toda la familia, María, autora del argumento, su esposo Enrique Álvarez y sus hijos Lucas, Tomás y Simón, se implicaron en el rodaje de su propia historia.
No tarda la película en sumergirse en el drama. Apenas han pasado 10 minutos de proyección en los que se cuenta las idílicas vacaciones de la familia, llega la ola brutal. La narración de la rápida devastación que provoca la gigantesca ola es sencillamente extraordinaria. La fuerza visual y sonora de esta parte del film resulta aplastante, angustiosa, excelente. El espectador se siente sumergido en una tragedia de la que cree formar parte. No hay tiempo para el respiro; la angustia de los dos personajes que aparecen en la pantalla tras rencontrarse (la madre y Lucas, el hijo mayor) es terrible. Intentarán primero salvar la vida; cuando lo han conseguido, la angustia será distinta: buscar el rencuentro con el resto de la familia ignorando si están vivos.
Si bien es cierto que hacia la segunda mitad de la película, el ritmo no es tan intenso, el film se mantiene con un pulso firme hasta el final, hermoso y conmovedor.
A pesar de la espectacularidad del conjunto, la película apuesta por contenidos humanos muy bien tratados: el amor, la fuerza de la familia, la solidaridad en medio del dolor, la bondad de la persona, la grandeza de los pequeños detalles: un refresco compartido, un teléfono móvil que se presta…, el abrazo, la caricia, el valor de los niños, la ayuda al se está muriendo a tu lado, la acogida al que sufre junto a ti aun viviendo una situación que invita a un egoísmo por la supervivencia… No cae Bayona en la trampa de conseguir un film espectacular pero vacío, sus imágenes nos hablan de la dignidad humana de una forma extraordinaria. Incluso la corta aparición de Geraldin Chaplin abre una mirada trascendente a la historia.
Es indispensable hablar de los actores. Todos ellos están estupendos pero las interpretaciones de Naomi Wats interpretando a la madre y del joven Tom Holland, en el papel del hijo mayor son memorables y consiguen trasmitir vigorosamente el dolor de la tragedia y la fuerza del amor. También la música de Fernando Velázquez es conmovedora y hermosísima.
Hay quien ha achacado a esta película una búsqueda de la lágrima fácil. No he tenido yo esa sensación, más cuando lo que cuenta la historia es real. Si “Lo imposible” emociona es porque habla de los resortes extraordinarios que cada ser humano lleva dentro para hacer un mundo mejor. Cuando esos resortes se manifiestan en momentos de dolor nos hacen descubrir la grandeza de la persona, la de nosotros mismos que incluso desde la cama de un Hospital podemos hacer un mundo más fraterno.
De una factura técnica magistral, “Lo imposible” es ciertamente una buena película. Cuando se ve, les seguro que lo imposible es olvidarla.
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pues es verdad lo que dice maria y eso siii de milagro salieron vivos todo lo que han tenido que pasar y al final todos reunidos se esforzaron mucho mi familia maria lucas simon tomas daniel henry y karl mi familia la quiero mucho besos familia.
me encante esta peli es la mejor de las que vi .lucas es el mejor lo amor amorcito thomas y simon son dos pequeños ermosos lucas juega su vida para salvar a su madre es una historia maravillosa ……