El pasado 20 de enero se hicieron públicas las nominaciones de los 91os Premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, comúnmente conocidos como los Oscar, que serán entregados el próximo 24 de febrero. A parte de varias sorpresas que poca gente podía haber anticipado (principalmente las nominaciones a Mejor Director para Pavel Pavlovsky por Cold War y a Mejor Película para Roma, dos películas también nominadas en la sección de habla no inglesa) uno de los títulos nominados a Mejor Película destacó por ser el primer film de superhéroes de la historia nominado a esta categoría.
Hablamos de Black Panther, una película de Marvel que se estrenó el 16 de febrero del año pasado y para la cual éste es simplemente el último de los muchos hitos que ha alcanzado durante su trayectoria. El fenómeno alrededor de este film sirve para demostrar que hasta una película de superhéroes puede conquistar a público, crítica y académicos por igual si presenta unos valores sociales sólidos, rompedores y globales.
Un fenómeno sin precedentes
Black Panther se sitúa en la nación ficticia de Wakanda, en el continente africano; una región de gran riqueza y avanzado desarrollo tecnológico gracias a las infinitas reservas de vibranium que posee, un mineral extremadamente fuerte que no se encuentra en ningún otro lugar del planeta. Wakanda y sus habitantes, liderados por el rey T’Challa (Chadwick Boseman), viven escondidos del resto del mundo y durante la película deberán hacer frente tanto a enemigos externos como a disidencias internas.
Bajo esta premisa nos encontramos un reparto formado mayoritariamente por actores de raza negra (concretamente, nueve de los once que figuran en los créditos principales), casi la mitad de los cuales son mujeres. Lo que es más importante, sin embargo, es que la historia no se vive desde los ojos de un personaje blanco, sino que está protagonizada por personajes negros: son, a la vez, sujetos y narradores de la historia.
Esto es algo que tiene pocos precedentes en una superproducción de Hollywood, y aún menos en el cine de superhéroes. Films protagonizados por superhéroes negros que vienen a la cabeza son Blade (1998), Catwoman (2004) y Hancock (2008) –aquí, un artículo sobre estos-, pero en estas películas el protagonista se veía rodeado de un reparto de actores mayoritariamente blancos.
Además, el presupuesto que recibieron no es comparable con el de Black Panther: 45, 100 y 150 millones de dólares (respectivamente) frente a 210. Asimismo, Black Panther gira explícitamente en torno la cultura africana y presenta una región y personajes claramente arraigados a sus tradiciones, mientras que en estas otras películas la temática racial no está presente.
La película ha recaudado ya 1.347 millones de dólares y se ha convertido en la segunda película con más recaudación mundial de 2018 y la novena de todos los tiempos. Ha sido la película más buscada en Google este 2018 y aún se proyecta en varios cines alrededor del mundo, un año después de su estreno.
Marvel: la casa de las ideas… y la diversidad
Para entender tal éxito, no se puede olvidar que Black Panther está enmarcada dentro del Universo Cinematográfico Marvel (el MCU), la franquicia superheroica de Disney que lleva diez años estrenando exitazos tanto a nivel de recaudación cómo de crítica. El desmesurado éxito de esta película es solo una demostración más de que Marvel tiene por la mano su fórmula, y que el MCU va más allá de Los Vengadores.
Sin embargo, si bien la compañía (apodada “la Casa de las Ideas”) ya se había desmarcado anteriormente de su tono principal de manera exitosa (vienen a la cabeza sobretodo Guardianes de la Galaxia, Ant-Man y Thor: Ragnarok), ésta era la primera vez en que ponía a un protagonista no blanco al frente de la cámara y la segunda en que ponía un director no blanco detrás de ella.
El éxito rotundo de la jugada les ha llevado a abrir las alas y hace unas semanas anunciaron que tienen en preparación una película sobre Viuda Negra (el personaje de Scarlett Johansson), que algunos fans llevaban pidiendo desesperadamente durante varios años. Además, dentro de un mes estrenarán Capitana Marvel, su primera película protagonizada y dirigida por una mujer.
Está claro que alguien que no fuera Marvel probablemente no habría conseguido un éxito similar con una película como Black Panther, a pesar de la creciente diversidad en Hollywood. El interés en un universo cinematográfico común y unos personajes conocidos y recurrentes lleva a los espectadores habituales al cine, y esto permite a Marvel probar cosas diferentes y diversificar sus productos para llegar a nuevos espectadores sin perder su público original.
Esta situación tiene efectos colaterales igualmente positivos: Sony Pictures -competidora de Marvel y dueña de los derechos de algunos personajes superheroicos de los cómics- acaba de introducir al primer Spider-Man negro en el cine a través de la magnífica Spider-Man: Un nuevo universo, nominada al Oscar a Mejor Película de Animación.
Relevancia racial
En España, la importancia social de películas como Black Panther o Spider-Man: Un nuevo universo queda ligeramente diluida y no es tan evidente, frente a lo que significa para el público norteamericano. Aproximadamente el 14% de la población estadounidense es afroamericana, frente al 2,4% de población de raza negra en España, por lo es de entender que una película de estas características revolucionara el país tal y como lo hizo.
Millones de niños y jóvenes pudieron identificarse por primera vez, en 2018, con un superhéroe en la gran pantalla, y muchos de nosotros nunca llegaremos a ser completamente conscientes del significado que este hecho llega a tener. En mi retina quedará siempre grabada la escena final de la magistral Jupiter’s Moon (2017, Mejor Película en el Festival de Sitges), en la que un niño de la calle levanta la vista con asombro y ve a Aryan, un refugiado sirio, levitar en el cielo cuál superhéroe.
Muchos más son los hitos raciales de una película como Black Panther, más allá de la impresionante presencia de actores y cineastas negros que trabajaron en ella. La película presenta varios conflictos raciales muy presentes en la sociedad norteamericana, ancados por dos puntos de vista opuestos (representados por T’Challa y su hermano Erik) que sirven para dar voz a un amplio abanico de diferentes actitudes por parte de la población negra enfrente a las injusticias a las que se ven sometidos actualmente.
Mientras Erik exige venganza sobre la raza blanca y quiere revelar el poderío de Wakanda a todo el mundo, T’Challa prefiere ignorar los problemas del mundo exterior y mantener la nación en secreto. La película pone más preguntas que respuestas sobre la mesa y, por primera vez en la historia del MCU, el villano tiene unas motivaciones reales y comprensibles.
El final de la película, en el que T’Challa accede a abrir las puertas de Wakanda al mundo exterior para poder compartir los recursos con otros países y ayudar a combatir las injusticias del planeta, da la vuelta a la situación de injusticia (racial, económica) actual y plantea la posibilidad de un futuro mejor. No sorprende, pues, que la Academia del Cine (desde siempre propensa a votar películas con fuerte mensaje social) haya reaccionado positivamente a Black Panther.
¿Por qué ahora?
El hecho de que hasta ahora Marvel no haya puesto un superhéroe negro al frente de una de sus películas, después de tantos años desarrollando contenido, es sumamente criticable. Sin embargo, se debe entender que, después de todo, estos grandes estudios se mueven casi exclusivamente por dinero y no tiene sentido para ellos hacer ciertas películas si su público no está preparado para ellas.
Al fin y al cabo, el cine es un espejo de la sociedad y refleja las tendencias y valores presentes en ella. En cierta manera, se podría decir que actualmente el cine está pasando por el mismo proceso que la industria del cómic vivió hace cincuenta años, cuando se empezó a añadir diversidad en sus líneas de publicación: de hecho, las primeras apariciones de Pantera Negra y la Capitana Marvel en las páginas de tebeo fechan de 1966 y 1968, respectivamente.
El cine, sin embargo, debería servir para impulsar el cambio en la sociedad. Siempre se ha hablado del séptimo arte como un “agente de cambio” y fenómenos como el de Black Panther ejemplifican claramente su potencial en este aspecto. El público está aquí, existe y está dispuesto a pagar por sus entradas. Simplemente hace falta que empresas como Marvel se pongan las pilas y respondan a la llamada por más películas diversas e inclusivas.
Muy interesante el artículo, agradezco al autor por ello. Lo cierto es que no me atraía demasiado una película de superhéroes, ya que, prefiero ver películas que tengan algo que contar como Green Book o Roma, por ejemplo. Al igual que les pasa a muchas personas cinéfilas la acción desenfrenada me aburre, me parece superficial y agotador a estas alturas. Si se trata de una historia de superhéroes sólo le pido una cosa: que tenga una buena historia que contar. Y normalmente ese requisito se cumple cuando la dirige un autor consagrado y con personalidad propia como Shyamalan (El protegido me parece fascinante), Snyder (Watchmen), Robert Rodriguez (Sin City), Bryan Singer (X-Men), Nolan (Batman Begins), etc. Tengo que reconocer que la lista es más amplia de la que me esperaba. Hay otros grandes autores como Fincher, Tarantino, Scorsese, Paul Thomas Anderson… que no han apostado por este género, pero si estrenaran una película de este tipo, yo la vería gustosamente, ya que, tendríamos ciertas garantías de que la película en cuestión valdría la pena.
Me alegro de que Black Panther haya sido un hito cultural y social para los gringos de origen africano. También me gustaría destacar que Con amor, Simon (Greg Berlanti, 2018; quien está de moda en la actualidad gracias a la exitosa serie de Netflix You) fue un acontecimiento igual de relevante para muchos adolescentes gays de todo el mundo. Muchos de los que vieron la película en el cine se atrevieron a salirse del armario de una vez gracias a la ayuda de esta ficción. El mimetismo es clave en la conducta de los humanos, por eso, este tipo de historias pueden servir de inspiración para aquellos huérfanos que no se sienten representados ni identificados del todo en la gran pantalla. Por tanto, es de agradecer que la diversidad pueda convertirse en un valor «seguro» en lo comercial para que Hollywood siga apostando firmemente por este tipo de grandes producciones.
Gracias por tu comentario, Beñat!
En efecto, el cine (como cualquier otro tipo de método de expresión artística) puede ser una herramienta de cambio social. La clave es que la indústria solo se arriesga si el público responde, así que es también trabajo nuestro hacernos oír. Al final unos alimentan a los otros.
No he visto «Love, Simon» pero conozco otros trabajos de Berlanti, así que ya le daré una ojeada. Gracias por la recomendación!