LUCES DE LA CIUDAD
Publicado: Mar Mar 10, 2009 10:49 am
Charlie Chaplin se merece un puesto de honor en cualquier antología cinematográfica. Sus películas se cuentan por obras maestras, fue un auténtico pionero y cineasta decisivo en la forja del lenguaje cinematográfico, y además nos entregó películas llenas de emoción, sensibilidad a raudales y valores cuya universalidad las hace vigentes casi un siglo después.
Podría hablar de cualquier otra, pero aquí me centro en City Lights, Luces de la Ciudad,, obra realizada en las postrimerías de los años veinte en la que los ya reconocibles estructura y estilo de Chaplin (narración a partir de la sucesión de sèt-pieces basadas en el puro slapstick, coreografías físicas y gadgets visuales de efecto hilarante) se ponen al servicio de un relato que desgrana los estigmas de las diferencias de condición económica en el escenario de la urbe como contexto de alienación. Al vagabundo, Charlot, le esperan mil y una peripecias que le relacionan, por un lado, con una violetera ciega de la que está enamorado, y, por otro, con un millonetis maníaco-depresivo que le ningunea cuando está sobrio pero le trata como a su mejor amigo cuando está borracho (lo que sucede a menudo).
La recomiendo -ésta y cualquier otra de Chaplin, con contadísimas excepciones- por tratarse de una Obra Maestra del Cine, aunque, quien la haya visto estará de acuerdo conmigo, bastaría la última secuencia de la película, de una carga lírica y belleza sublimes, para incluir la película en cualquier antología del Cine.
http://sergimgrau.wordpress.com/2009/03 ... la-ciudad/
Podría hablar de cualquier otra, pero aquí me centro en City Lights, Luces de la Ciudad,, obra realizada en las postrimerías de los años veinte en la que los ya reconocibles estructura y estilo de Chaplin (narración a partir de la sucesión de sèt-pieces basadas en el puro slapstick, coreografías físicas y gadgets visuales de efecto hilarante) se ponen al servicio de un relato que desgrana los estigmas de las diferencias de condición económica en el escenario de la urbe como contexto de alienación. Al vagabundo, Charlot, le esperan mil y una peripecias que le relacionan, por un lado, con una violetera ciega de la que está enamorado, y, por otro, con un millonetis maníaco-depresivo que le ningunea cuando está sobrio pero le trata como a su mejor amigo cuando está borracho (lo que sucede a menudo).
La recomiendo -ésta y cualquier otra de Chaplin, con contadísimas excepciones- por tratarse de una Obra Maestra del Cine, aunque, quien la haya visto estará de acuerdo conmigo, bastaría la última secuencia de la película, de una carga lírica y belleza sublimes, para incluir la película en cualquier antología del Cine.
http://sergimgrau.wordpress.com/2009/03 ... la-ciudad/