INDIANA JONES (I)
Publicado: Jue Dic 14, 2006 7:02 pm
Me hallo entre los más fervientes seguidores de Spielberg desde que era un crío que lloraba viendo a ET abandonar a Elliott para volver a casa. Y como fan de Spielberg, también lo soy de EN BUSCA DEL ARCA PERDIDA, esta aventura iniciática de Indiana Jones.
El filme recupera el género de aventuras en su concepción clásica evacuada en los años dorados del cine de Hollywood por grandes nombres como Raoul Walsh, Recupera la mitología del héroe, aunque la sirve con las precisas dosis de humor que otorguen la frescura necesaria a una trama incesante de persecuciones, luchas, descubrimientos y acontecimientos bigger than life. El brillante guión de Lawrence Kasdan sitúa la narración en los años treinta, lo que permite buscar un villano tan paradigmático como los nazis, a los que el aventurero deberá enfrentarse para proteger a la humanidad del uso pernicioso que sus ejércitos puedan efectuar de las fuerzas sobrenaturales que se hallan en el Arca de la alianza. Aquí se sitúa una de las claves de la película: Spielberg habla de la lucha contra el mal, y deja inequívocas constancias visuales de la dies irae como reacción suprema e irreductible a los propósitos de los malos malísimos que encarnan los nazis.
Más allá de esa alineación del héroe y los acontecimientos con la tradición judeocristiana, la película es un poso inagotable de secuencias de acción frenética, servidas con un sentido de la planificación y el ritmo sólo equiparable en la fecha de su estreno con los mejores momentos de la saga Star Wars. Siguiendo el esquema jamesbondiano, ya el prólogo ofrece unos minutos iniciales de adrenalina en grandes dosis, y el ulterior planteamiento y desarrollo de la trama argumental sabrá ceñirse a la única coda del relato: la celebración del espectáculo. No existe ningún diálogo que no sirva a la trama aventurera, todos dan las claves para construir los clímax diversos que se darán cita, y que Spielberg resolverá siempre con mano maestra.
Miembro de la iconografía popular por méritos propios, la película no sería lo mismo sin la compañía perenne de aquella partitura mítica concebida por John Williams, que sabe convertir en (pegadiza) melodía las señas de identidad del héroe por excelencia del cine de aventuras moderno.
Animo a reivindicar la segunda y tercera partes de la trilogía antes de que yo mismo lo haga.
El filme recupera el género de aventuras en su concepción clásica evacuada en los años dorados del cine de Hollywood por grandes nombres como Raoul Walsh, Recupera la mitología del héroe, aunque la sirve con las precisas dosis de humor que otorguen la frescura necesaria a una trama incesante de persecuciones, luchas, descubrimientos y acontecimientos bigger than life. El brillante guión de Lawrence Kasdan sitúa la narración en los años treinta, lo que permite buscar un villano tan paradigmático como los nazis, a los que el aventurero deberá enfrentarse para proteger a la humanidad del uso pernicioso que sus ejércitos puedan efectuar de las fuerzas sobrenaturales que se hallan en el Arca de la alianza. Aquí se sitúa una de las claves de la película: Spielberg habla de la lucha contra el mal, y deja inequívocas constancias visuales de la dies irae como reacción suprema e irreductible a los propósitos de los malos malísimos que encarnan los nazis.
Más allá de esa alineación del héroe y los acontecimientos con la tradición judeocristiana, la película es un poso inagotable de secuencias de acción frenética, servidas con un sentido de la planificación y el ritmo sólo equiparable en la fecha de su estreno con los mejores momentos de la saga Star Wars. Siguiendo el esquema jamesbondiano, ya el prólogo ofrece unos minutos iniciales de adrenalina en grandes dosis, y el ulterior planteamiento y desarrollo de la trama argumental sabrá ceñirse a la única coda del relato: la celebración del espectáculo. No existe ningún diálogo que no sirva a la trama aventurera, todos dan las claves para construir los clímax diversos que se darán cita, y que Spielberg resolverá siempre con mano maestra.
Miembro de la iconografía popular por méritos propios, la película no sería lo mismo sin la compañía perenne de aquella partitura mítica concebida por John Williams, que sabe convertir en (pegadiza) melodía las señas de identidad del héroe por excelencia del cine de aventuras moderno.
Animo a reivindicar la segunda y tercera partes de la trilogía antes de que yo mismo lo haga.