En este mes de cascada constante en las carteleras de filmes de prestigio, quizá la sorpresa más agradable con la que me he encontrado sea esta peculiar y tan hermosa película de Benh Zeitlin.
Relatada a través de los ojos de una niña de seis años, Hushpuppy, Bestias del Sur Salvaje propone una fórmula chocante: la de mixturar el relato de corte social –que nos habla de las difíciles condiciones de vida de los moradores de una zona rural maltratada y olvidada del sur de Luisiana–con el cuento de hadas en toda regla, por lo demás filtrado en imágenes desde la citada subjetividad de una niña pequeña. Chocante, digo, es la fórmula, pero quizá aún más que no chirríe, y que el neófito Zeitlin, recurriendo a pocos medios, un rodaje “on location” y un grueso de actores no profesionales, logre armonizar perfectamente ese plano radiográfico con ese otro abierto a la fuga fantástica, redondeando un poderoso y especialmente emotivo drama.
De verdad que recomiendo encarecidamente a cualquiera que se acerque a los cines a verla, porque es un filme que, escapando de la ortodoxia, tiene muchas cosas interesantes por contarnos, haciéndolo además con una pasión contagiosa.