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ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Medianeras |
SINOPSIS
Martín es un fóbico en vías de recuperación. De a poco va saliendo del encierro en su monoambiente y su adicción al mundo virtual. Mariana, recién separada, tiene tan desordenada la cabeza como el departamento en el que se refugia. ¿Deberían conocerse, no? ¿Cómo se pueden encontrar en una ciudad superpoblada y caótica como Buenos Aires? Medianeras. Lo mismo que los separa es lo que los une.
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CRÍTICAS
Mariana (Pilar López de Ayala) y Martín (Javier Drolas) son son dos treintañeros muy creativos, hechos el uno para el otro. Ella es una arquitecta metida a decoradora de escaparates; y él diseña páginas web. Ambos llevan años en crisis, arrastrando profundos traumas, padeciendo en soledad diversas fobias, incomunicados en sus nidos-prisión y sin una meta clara, ni profesional ni personal. Los dos viven en la misma calle de Buenos Aires, uno frente al otro, aunque en diferentes edificios, y se cruzan con frecuencia, pero nunca se encuentran. La ciudad los une y a la vez los separa. Quizás a través de Internet logren por fin conocerse.
Basada en su premiado cortometraje de 2005, esta original película es el primer largometraje de Gustavo Taretto. En él, este cineasta argentino ofrece un sabroso cóctel de tragicomedia indie y documental sobre Buenos Aires —como icono de la deshumanizada vida urbana actual—, desarrollado a través de un chispeante guión, muy incisivo en sus reflexiones antropológicas y sociológicas, aunque quizás excesivo en su cáustica perspectiva psicoanalítica, que resta trascendencia a sus personajes, todos, entrañables, pero muy existencialistas e inmanentes. De todas formas, los actores los perfilan magníficamente, sobre todo el argentino Javier Drolas y la española Pilar López de Ayala, que realiza, con esmerado acento porteño, la mejor interpretación de su carrera.
Todo esto se va desplegando a través de una sensacional puesta en escena, de sugerente planificación realista —con homenajes explícitos al Woody Allen de Manhattan, a Jacques Tati y a otros cineastas clásicos y modernos—, pero aderezada con fragmentos de animación y modernos recursos infográficos, casi siempre con resultados rotundos. Queda así una notable opera prima, limitada en sus planteamientos de fondo —sobre todo respecto al sexo y la religión—, pero con abundantes aportaciones narrativas y formales, y con reflexiones interesantes sobre la incomunicación de tanta gente en la era más globalizada de la historia.
[decine21]
Perdidos en la gran ciudad
Martín, diseñador web, y Mariana, arquitecta que trabaja de decoradora de escaparates, viven en la misma calle de Buenos Aires. Aunque no se conocen son almas gemelas. Ambos sufren de soledad y buscan la felicidad desesperadamente, mientras luchan contra los males modernos del mundo tecnológico: depresión, neurosis, ansiedad, fobias… Son personas buenas, pero emocionalmente inestables, tristes y tiernas, que sobreviven sin compañía en sus cuchitriles de una de las ciudades más grandes y caóticas del mundo.
Notable debut en el largometraje del argentino Gustavo Taretto (1965), quien también es autor del guión. Hasta el momento, Taretto había realizado seis cortometrajes de estimable calidad y, de hecho, este film proviene de uno de ellos del mismo título, producido en 2005. Con un guión llamativamente discursivo, con enormes parrafadas en off sobre el mundo de las personas del siglo XXI, de la gran ciudad, de las paradojas de la incomunicación, de los problemas y vicisitudes de los treintañeros desconcertados ante su presente y su futuro, Taretto ofrece una comedia dramática, con pequeñas dosis de humor, más grisáceo que negro, en un tono que le acerca por momentos a la tragicomedia genuinamente argentina, con inteligentes chistes narrativos, y también visuales, jugando acertadamente con la música y el montaje paralelo.
El film es por otra parte un homenaje muy confeso al cine de Woody Allen y especialmente a su película Manhattan, de la cual rescata incluso la escena final de la despedida entre Woody y Mariel Hemingway. Pero en realidad todo el film es muy ‘alleniano’, con esas referencias continuas a los males psíquicos derivados de la soledad de las grandes urbes, la inseguridad personal y la búsqueda de sentido. Sólo el comienzo de la película es un claro calco del que realizó el genio neoyorquino en su obra maestra de 1979, sólo que aquí las imágenes de Nueva York cambian por las de Buenos Aires. El reparto, prácticamente formado sólo por los dos protagonistas, es un enorme acierto. Tanto Javier Drolas en su papel de informático friki, como la española Pilar López de Ayala como decoradora de maniquíes, hacen espléndidos trabajos y logran que el film gane enteros y el público no pierda nunca el interés por sus personajes.
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