[Julio R. Chico – Colaborador de CinemaNet]
Hay películas que dejan al espectador noqueado, conmovido, meditativo, que le sacan del posible ajetreo de la vida diaria o le despiertan del sueño de ficción que el cine puede generar. El documental es terreno propicio para ello, al tratar de recoger un trozo de realidad con toda su verdad, y al hacerlo con formas -en teoría- menos manipuladas. Si el tema es eminentemente humano y posee su pequeña dosis dramática, el impacto es sin duda mayor. Y si se trata de hablar de la vida y la muerte, del dolor y la enfermedad, de la herida del sufrimiento o de la ausencia de seres queridos, entonces ese cine nos empuja a pensar en las cosas importantes de la vida, a reorganizar nuestra jerarquía de valores, a apreciar lo que tenemos… Porque es posible que un día nos encontremos en una situación semejante a la que contemplamos.
Testimonios de vida mostrados por el buen cine documental nos hacen a todos un poco mejores, nos sensibilizan ante la realidad limitada de la condición humana, nos ayudan a compadecernos de los que sufren -en el sentido más digno de la palabra- sin sensiblerías. En “Cromosoma cinco”, María Ripoll y Lisa Pram nos presentan a una familia que es golpeada por el dolor en una hija que nace con el cromosoma cinco incompleto -lo que se llama síndrome 5P- o maullido de gato-. El desconcierto inicial deja paso a la lucha por enseñar a la pequeña Andrea a comunicarse, a relacionarse, a integrarse. Cosa nada fácil por sus dificultades para hablar, para moverse, para expresarse. Es un caso real que hace fuertes y heroicos a sus padres, necesitados de comprender y aceptar algo que no esperaban, pero también conscientes de que su hija les necesita y de que su presencia trae muchas cosas buenas a la familia.
Las directoras recogen entrevistas a sus padres y a gentes del entorno, graban escenas de la vida familiar y escolar de la pequeña, miran a Andrea intentando que la cámara capte su propia mirada inocente y su bondad natural. El espectador siente que está ante algo grande e importante: la necesidad de querer y ser querido, de aceptar a todos con sus diferencias y limitaciones, de luchar frente a las adversidades de la vida y hacerlo sabiéndose acompañados de la familia. Y eso demuestra que Ripoll y Pram han conseguido su objetivo. Ejemplos similares los hemos encontramos antes en “Las alas de la vida”,“Bicicleta, cuchara, manzana”, “Alexia”, o “Una cierta verdad”. Ahora, “Cromosoma cinco” nos llega como un gran trabajo de cine acabado y como un gran trabajo de vida por hacer. Por su carácter minoritario y alejado de la industria, no es fácil de ver esta película, pero podéis encontrarla a buen precio en internet, en el canal Filmin.