Hace poco llegaba al catálogo de Filmin esta película, que recrea un episodio histórico poco conocido: lo que le ocurrió, tras la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra fría, al que fuera el Secretario General del Partido Socialista Unificado entre 1971 y 1989 y Presidente de Alemania Oriental de 1976 a 1989.
El protagonista de Cerca de tu enemigo es Enrich Honecker, que se enfrentó, podríamos decir, de la noche a la mañana, a cargos de alta traición, por lo que fue abandonado a su suerte, de tal forma, que ni siquiera pudo disponer de un lugar para vivir. En 1990, la RDA agonizaba y la reunificación alemana suponía ya un hecho consumado; todo el pueblo se volvió en contra Honecker que se convirtió en el mayor enemigo público para su propio pueblo, además de la población de la Alemania occidental.
Honecker pasó de ser uno de los dirigentes más poderosos del mundo, a un anciano desvalido enfermo, odiado. Aún así, absolutamente anclado en sus ideas. Ciertamente muy unido a su mujer, Margot que, durante años fue Ministra de Educación en el gobierno de su marido; ambos coincidían plenamente en sus planteamientos.
Por suerte Honecker y Margot, en esa terrible desolación, son acogidos temporalmente, por el matrimonio formado por el pastor protestante, Uwe Holmer y Sigrid, su mujer. Algo insólito en el contexto histórico y político. Son meses en los que se crea una convivencia discreta y suave. Sorprendentemente destaca la prudencia cercana del buen matrimonio, que, con naturalidad, representan y manifiestan sus firmes convicciones cristianas ante las tozudas convicciones del matrimonio Honecker.
La familia Holmer vive en Lobetal, al norte de Berlín, donde el pastor desarrolla una labor social para dar alojamiento y cuidar a discapacitados y personas sin techo y con otros problemas mentales. Fue fundada en 1905. Son padres de diez hijos, la mayoría ya independientes, quedando en la casa los dos pequeños: Taugrott, el más niño, el adolescente, y Kornelius. Los Honecker convivieron allí varios meses despertando la oposición de vecinos y periodistas, dando lugar a diversas manifestaciones, alguna violentas y todas fastidiosas; se constata cómo las masas despersonalizadas pueden ser terribles, y también los medios de comunicación, con el acoso que padecen los ocupantes del hogar de los Holmer.
Especialmente potente es el momento en que Uwe acude a un programa televisivo, y su confrontación con una joven que se considera incapaz de perdonar a quienes propiciaron su internamiento en un campo de reeducación donde sufrió todo tipo de abusos. Son momentos duros que ayudan a conocer lo que se vivió en nuestra no tan lejana historia pasada de Europa. Y que mueven el corazón a saber rectificar y perdonar.
El director, Jan Josef Liefers, y el guionista, Fred Breinersdorfer -ambos alemanes- nos entregan una película de gran calado. La fotografía, la adecuación musical, el ritmo nos introducen en la vida, tantas veces dificultosa y frágil de los intérpretes. A pesar de eso, para algunos críticos este largometraje les resulta casi convencional y excesivamente suave. No es esa mi opinión.
Me sorprende que cada intérprete vive tan profundamente al personaje que representa que la película te mantiene en una tensión sostenida y entretenida, en la que el espectador va descubriendo serenamente qué aporta cada uno, qué desdice de su actuación y casi que se desea que pase.
Holmer es un crack; siempre sereno, atento a todos, ofertando lealtad y su valiente amistad; es un hombre bueno en todo el sentido de la palabra, con una dignidad y una paciencia a prueba de bombas; da una lección de vida y de moral a los miembros de su familia, a sus enfermos, a los periodistas, al errático ex dirigente; a todos. Estamos ante un hombre admirable e imitable.
Su mujer, Uwe, tan corriente y tan extraordinaria. Cómo acompaña a su marido, como crea hogar, como supera situaciones no del todo cómodas; con iniciativas para superar inconvenientes. Su mirada suaviza, atrae. El adolescente Kornelius, realmente trabaja de cine, con sus reacciones de protestas justas y claras, propias de la edad y de lo vivido en su familia, y fuerte carácter.
Y el pequeñajo Taugrott, observado nato, -tiene mirada de niño y de aventura- . Al final del film nos enteramos que es el cronista de esa época y que narra sus recuerdos ahora que ya ha cumplido cuarenta años.
Muy típico y no poco doloroso “matrimonio de tiranos”, con sus tics, con sus manías -este zumo, este sillón, esta TV-, y principalmente, sobre todo al inicio, de no querer recibir ni agradecer. Impresiona también que el actor Edgar Selge se parezca mucho al Honecker de verdad
El film te va entusiasmando; es muy humano y, como la vida misma, nada es del todo fácil pero tampoco imposible. Se agradece cuando los nietos de los Honecker, que vienen a visitar a su abuelos y juegan con los hijos de los Holmer. Siempre es así, los niños son la “chispa” de la vida. Una nueva esperanza.
Es encantador aguzar el oído ante las conversaciones tú a tú de los dos hombres, y de las dos mujeres, con la fuerza de la espiritualidad coherente de los protestantes y con la crítica, en parte inteligente y siempre cerrada, de los comunistas. Son situaciones levemente irónicas, y no faltas de humor, en las que descubrimos los contrastes que ofrece en esa situación y en los que da para penar sobre temas claves: familia, unidad, patriotismo, generosidad.
Lo recoge muy bien el crítico José María Aresté en DeCine 21, ese ver la diferencia de mentalidades entre los que tratan de ser coherentes con su condición de seguidores de Jesús, rezando, perdonando, ayudando al enemigo, y la de los otros con su mentalidad marxista donde no cabe Dios, y con la que consideran que todo lo que han hecho es correcto, en favor de la comunidad.
En definitiva, la cinta nos involucra en la compleja convivencia del matrimonio Honecker en el hogar de una familia profundamente cristiana y contraria a todo lo que su régimen había representado.
Creo que es una suerte contar con un largometraje entretenido, histórico, bien interpretado, en el que una vez más se descubre que el buen cine es arte de luz, que refleja un sinfonía muy humana., Como ya dijo Antonio Machado y según José Luis Garci es la mejor definición de cine “Hoy es siempre todavía”. Hoy recuerdo, hoy preveo, hoy admiro…hoy es cine.