Tres reconocidos críticos de cine, Juan Orellana, María Ángeles Almacellas y Ninfa Watt, acaban de publicar el libro El cine, universidad de la vida, subtitulado La experiencia educativa (Madrid, UPM Press), un magnífico manual de cine, pero sobre todo un libro de profunda reflexión sobre el ser humano y sobre aspectos nucleares de la educación. Sus autores abordan esto último a través del cine, demostrando que el Séptimo Arte puede ser un instrumento de primer orden para conocer a la persona, para ser guía en el proceso educativo y detectar o interpretar las virtudes y déficits de éste en todos los campos, desde la vida familiar al centro educativo o los medios de comunicación. Nada menos que a través de 190 películas los autores tratan un amplio abanico de aspectos relacionados con la formación de las personas, particularmente de los jóvenes, ilustrando factores relevantes de la experiencia docente.
María Ángeles Almacellas, es la directora de CinemaNet en Madrid, así como directora de la sección de “Cine y Valores” de la Fundación López Quintás y vicepresidenta de Signis España. Por su lado, Juan Orellana y Ninfa Watt son también colaboradores de CinemaNet, profesores de crítica de cine, y, además, Orellana es presidente de Signis España. Los tres imparten conjuntamente el curso “El arte de ver películas” en la Universidad Politécnica de Madrid y son autores de otras dos obras en colaboración, Manual de crítica de cine (Madrid, CEU Ediciones) y Géneros Cinematográficos (Madrid UPM Press).
En la primera parte de El cine, la universidad de la vida, los autores exponen que el contexto educativo actual es radicalmente distinto al de hace solo unos años, y que, además, es cambiante a velocidad vertiginosa. Ello afecta a educadores y a educandos. El cambio, apuntan, es ciertamente tecnológico, empezando por la revolución digital que implica el paso del pensamiento analógico al algoritmo digital y del libro en papel al dispositivo electrónico, pero sigue siendo permanente la necesidad de respuesta a las preguntas más profundas del ser humano, para las cuales no bastan respuestas parciales e incompletas. Siempre están ahí las cuestiones de la verdad, la belleza, la felicidad o la justicia, centrales en todo proceso educativo.
A partir de remontarse a lo nuclear del ser humano junto al reconocimiento de la complejidad de la educación se tratan aspectos como el paso de la cultura de la referencialidad al nihilismo, de la seguridad emocional de las personas a la inseguridad vital que deriva de la generalización de las rupturas familiares o la importancia de la búsqueda de la verdad y no de la cultura de la postverdad. Escriben que “sólo tendiendo a la verdad se puede educar”, porque, en caso contrario, “¿sobre qué se construye?”. Añaden que “la educación se basa en una certeza sobre la naturaleza de las cosas: la realidad es como es -no como yo quiero que sea- y las cosas significan lo que significan -no lo que a mí me apetece que signifiquen-“. Afirmar lo anterior puede parecer al lector una perogrullada, pero en una sociedad en la que se ha perdido el sentido de la verdad, de su objetivación, es toda una audacia.
El cine, universidad de la vida explica la importancia del guión en los films y desgrana un gran número de películas sobre diversos aspectos educativos, poniendo especial énfasis en la figura del educador, aunque los autores no dejan de recordar que el protagonista fundamental del mundo educativo es el alumno. Éste debe recibir una formación que le ayude a crecer en libertad, rechazar el conformismo, respetar a los demás y valorar la amistad, conocer el encuentro personal, tener claro el sentido de la vida y de la muerte, aprender a mirar con el corazón, etc. En suma, formación integral del ser humano teniendo en cuenta que en la cultura los parámetros fundamentales son, como ya dejaron esculpido los clásicos griegos, la bondad, la verdad y la belleza.
En la segunda parte del libro se van analizando los diversos ámbitos de formación de la persona, empezando por la familia, con valoración de todos los miembros, desde los abuelos a los más pequeños, resaltando la importancia de la figura del padre, anotación hoy fundamental teniendo en cuenta el gran número de familias en que está ausente o ha dimitido de la educación de los hijos.
De la escuela se hace referencia a la relación bidireccional educador-educando y a la importancia del principio de autoridad, poniendo de manifiesto la leyenda negra sobre éste, lo cual ha deteriorado el mundo educativo y la eficacia en la formación. Reconocen que muchos docentes son personas entregadas y generosas, pero no faltan quienes deseducan o abusan del poder.
Un instrumento de educación nada reglado pero muy influyente son los medios de comunicación y el propio cine. Son muchas las aportaciones positivas, pero pueden ser también un medio de manipulación para conseguir poder, dinero, éxito, triunfar en política o incluso envilecer a las personas. Almacellas, Watt y Orellana dejan claro que pretender influir en las personas siempre no implica manipularlas. “El buen educador no manipula”, señalan.
Todos estos y otros aspectos educativos se enseñan en profundidad a través de un libro de cine, porque cada aspecto de la formación se va desgranando a través de varias películas en que la cuestión está presente. Al final de cada capítulo, además, se anotan todas las películas citadas. Totalizan, como se dijo, 190.