Acaba de llegar a las salas de cine una película extraordinaria, Reinas, de la directora y guionista suizoperuana Klaudia Reynicke. Es una gran cineasta, con un largo recorrido, conocida especialmente por Love Me Tender (2019), Il nido (2016), La vie devant, serie de TV (2022), y ahora Reinas (además de otros muchos trabajos como directora o como guionista).
Con esta última película, Reinas, ha ganado el gran «Premio a la Mejor Película» en la sección generation kplus de la berlinale (Festival Internacional de Cine de Berlín), al que se añaden el «Premio del Público» en el Festival Internacional de Locarno y el «Premio del Jurado al Mejor Guion» en el Festival de Cine de Lima 2024.
En CinemaNet ya hemos dedicado una crítica a la película. Ahora tenemos el privilegio de hablar con Klaudia Reynicke, la directora, que nos acoge amablemente, con una amplia sonrisa. Es una mujer con las ideas muy claras, que rezuma humanidad por los cuatro costados.
Junto a ella, la actriz Susi Sánchez, que encarna a la abuela en la historia. Nuestra admirada actriz cuenta en su haber con 17 premios, entre ellos dos Goya, una medalla del Círculo de escritores cinematográficos, una Biznaga de plata del Festival de Málaga, tres premios de la Unión de actores españoles, dos premios del Fesival de cine de España de Toulouse, un premio Feroz, uno del Festival de Cine de Galdar, uno Premio Platino del cine iberoamericano, Premio José María Forqué, Premio Días de cine, Premio Berlanga, Premio de Honor del Festival de cine de Alicante 2022.
Con tantos reconocimientos y honores en las alforjas, Susi Sánchez es la persona más sencilla y más amable que nos podamos imaginar. Jovial, acogedora y generosa de sí misma.
Con esas dos maravillosas mujeres de cine, entablamos nuestro coloquio. Oírlas hablar es asistir a una lección de cine y de humanidad.
P.– La figura de Carlos, el padre, es muy interesante, porque es un padre ausente y en gran parte un fracasado, pero no es una mala persona. Tiene sus fragilidades y sus lagunas, pero quiere a sus hijas y a su exmujer e intenta ser bueno con ellas.
Klaudia Reynicke.– El personaje del padre tiene muchos defectos: no ha estado ahí, miente, desaparece, no las conoce en realidad a estas niñas, no ha aportado mucho… Pero para poder entender a este tipo de figura, también hay que tener en cuenta el ambiente en el que se movía: estamos en un contexto machista, en los años 80–90. En esa época, un hombre que no podía aportar y mantener a la familia era un hombre que no podía siquiera mirar a los ojos. Esto es lo que le pasa a él, o sea yo creo que también es otra víctima del machismo, por lo cual él prefiere esconderse, mentir, crear historias para poder dejar por lo menos un tipo de huella positiva en esas chicas que no lo conocen.
Si te pones a pensar en esa realidad, la verdad es que da mucha tristeza, porque es fácil juzgar a todo el mundo, pero cuando te pones a pensar en cada personaje, queda claro que cada uno lleva su fardo. Por esto es tan importante en la escritura no dibujar nunca a personajes estereotipados, porque no existen. Todo tiene una explicación y ese es el tipo de cine que a mí me gusta hacer. Uno tiene que fijarse en la humanidad de cada uno, en los conflictos interiores con los que se debate. A mi juicio, la parte gris es la parte interesante, no la parte blanca o la parte negra, sino la parte gris, porque todos somos grises en esta tierra.
Susi Sánchez.– Las historias de buenos y malos no tienen ningún sentido, esta definición es arquetípica y no existen esas personas. Todos tenemos nuestros claroscuros.
Cuando el espectador puede ver que el personaje muestra esos claroscuros, lo siente cercano, puede identificarse con él, se relaja y se perdona. Cuando uno cree que está haciendo las cosas mal, que es egoísta, y se siente culpable de muchas cosas, y de repente descubre en una historia en la pantalla, que los personajes son complejos, que se mueven con sus dificultades y dejan ver su fragilidad, y también su fuerza y sus anhelos. Entonces el espectador se identifica con él, se queda más conforme con su propia realidad y hasta deja de sufrir.
Es una maravilla si podemos ver nuestro trabajo como creadores como un trabajo de servicio. Yo creo que ese es nuestro compromiso a través del arte, de la creación, intentar aportar luz a las vidas, mostrar como los claroscuros se pueden armonizar.
P.– Normalmente en las películas, el protagonista es el varón y la mujer, antagonista o coprotagonista. Puede tener un papel importante, pero el protagonista es el varón. En Reinas la protagonista es mujer y el antagonista es el varón. ¿Se puede considerar una película feminista?
Klaudia Reynicke.– Todo tipo de cine tiene que existir, debe haber una diversidad, es bueno tener diferentes puntos de vista, visiones, géneros. Me preguntas por el tema de la mujer protagonista. Yo creo que esto es algo importante, empezando por el simple hecho de que la directora es mujer.
Yo he nacido y crecido mirando cosas de hombres, cine de hombre, música de hombres o sea, todo hombres. Lógicamente me he identificado realmente con muy pocas cosas. Yo no voy a contar las cosas del modo que lo hacen mis colegas hombres, porque yo no veo la vida como ellos. Soy mujer y obviamente nosotras, mujeres, hemos tenido siempre otro tipo de vida que los hombres. Me preguntas si esto es feminismo, y yo siempre digo que qué cosa es el feminismo. Si una mujer es la directora no es cine de mujeres, es una mujer que hace cine.
P.– En la película la familia tiene una gran presencia y concretamente el personaje Susi simboliza todo la que supone la familia como ámbito de encuentro por excelencia, donde te aman incondicionalmente. ¿Qué idea tenéis vosotras de los lazos familiares?
Klaudia Reynicke.– Yo creo que el personaje de Susi tiene una gran responsabilidad. Eso es justamente mi idea de la familia: esta responsabilidad silenciosa. La familia no la escoges, y puede ser algo muy sólido o puede ser algo muy pesado. Pero en este tipo de culturas, sobre todo del sur, la familia es importante. Para mí la familia es muy importante, me he mudado toda mi vida he vivido en tres continentes, y soy muy envidiosa de la gente que tiene la casa de la bisabuela. Yo no tengo eso pero mis cuatro muros son mi familia, mi hogar.
Susi Sánchez.– Con los años, cada vez valoro más a la familia que me va quedando. Para mí es un tesoro en este momento, porque son el recuerdo de mis raíces. Es como la presencia viva de dónde vengo, de mis raíces.
Yo creo que también da mucho la película como esa armonía entre factores dispares pero no forzosamente enfrentados. El matrimonio está roto, pero los lazos siguen existiendo y pueden entenderse en lo esencial.
Es bueno mostrar esa armonización como algo posible y bueno, porque mucha gente está muy enfadada con su familia, llevan años sin hablarse, y a saber cuántas cosas… Y de repente ahí ves que no vale la pena irse por las ramas, que todo es más sencillo de lo que parece. Y que lo mejor siempre es las buenas relaciones, la reconciliación y la actitud de apertura al perdón.