Padres | Efectos colaterales de un matrimonio roto

Mª Ángeles Almacellas

Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Crítica de cine. Miembro del Círculo de escritores cinematográficos. Directora del curso "El arte de ver películas" en la UPM. Directora de CinemaNet-Madrid.

Jaime y Victoria están divorciados. Las relaciones entre el matrimonio no son buenas. Ella se quedó con la casa familiar y allí vive ahora con Carlos, su novio actual. Pero Victoria lo ha llamado porque su hija María, de 15 años, se marchó de viaje con una amiga para asistir a un festival de música y llevan dos días sin tener noticias de ella y tampoco coge el móvil.

José Ángel Bohollo escribe y dirige este interesante thriller, cuya capacidad de intriga no decae ni por un instante y que mantiene al espectador clavado en su butaca sin ni respirar. El proceso de reflexión y de indagaciones de los preocupadísimos padres va avanzando sin prisas, dejando entrever pistas que desorientan más que orientan (a ellos dos y a quien contempla el film). Hay momentos en los que sus pesquisas parecen haber llegado a un callejón sin salida, tras el cual podría estar la solución; otras, es como si hubieran vuelto a la “casilla de salida”. No es del todo desesperante porque siempre queda un mínimo vestigio que permite a los atribulados padres seguir adelante en la búsqueda de su hija.

Al mismo tiempo que van haciendo cábalas de por dónde y cómo buscar a María, los diálogos entre ambos progenitores van sacando a luz viejos rencores, errores, desconfianzas… En definitiva, no cuidaron su relación de pareja y el amor entre ellos naufragó, pero no así el amor de cada uno de ellos por su hija. Y ahora la han perdido.

Prácticamente tiene la estructura de una obra de teatro: casi toda la acción se desarrolla en la casa y con los dos personajes principales permanentemente en escena, con un trabajo soberbio, especialmente Fernando Cayo, como el hombre herido y con ganas de replicar, pero totalmente centrado en encontrar a su hija; también Natalia Verbeke encarna a bien a su personaje de mujer bastante patética, aunque sinceramente agobiada por su hija, y bastante incómoda por los extraños descubrimientos que van saliendo a luz. La línea argumental está muy bien llevada y no es nada previsible, a pesar de que la mente del espectador funciona como un auténtico detective.

Es una pena el lamentable modo de resolver la historia (que evidentemente no vamos a desvelar), que podría haber sigo genial, porque la idea es muy buena, pero queda desvirtuada por el «pago de cuota».