PELICULA RECOMENDADA POR CINEMANET Título Original: The fountain |
SINOPSIS
La fuente de la vida es una historia de ciencia-ficción que aborda la odisea de un hombre y su lucha a través del tiempo para salvar a la mujer que ama. Desde la España del siglo XVI hasta el profundo espacio del futuro siglo XXVI, el héroe de este filme intentará encontrar el árbol de la vida, la entidad legendaria que otorga la vida eterna a aquéllos que beben su savia, para intentar salvar la vida de su esposa enferma de cáncer.
¡Debate esta película en nuestros foros!
CRÍTICA
[Alberto García Nahum – Colaborador de Cinemanet]
Contra la muerte
Un conquistador colombino. Un científico contemporáneo. Un monje del futuro. Tres personajes para un actor: el excelente y atormentado Hugh Jackman. Tres historias para una misma búsqueda: el árbol de la vida, el Santo Grial, el elixir de la eterna juventud y ese grito desgarrado ante al cáncer de la mujer amada (Rachel Weisz): “La muerte es una enfermedad como cualquier otra. Y tiene cura. ¡Yo la encontraré!”.
Un Fausto en tres tiempos es el que mana a chorros por este último trabajo de Darren Aronofsky, uno de los cineastas contemporáneos más polémicos y personales. Resulta indudable: es un director que posee una mirada. Una mirada compleja. Con el paranoico matemático de la saturada –y a ratos incomprensible– Pi (1998) se acomodó en la mesilla de noche de los críticos más exigentes; en Réquiem por un sueño (2000) depuró la forma hasta bordar un tapiz hipnótico sobre el que cabalgaban la adicción, el aislamiento y un puñado de ilusiones rotas. En ambas obras, Aronofosky hechizaba en lo visual y arriesgaba en lo narrativo, como ocurre ahora con La fuente de la vida.
Drama lírico-existencial, ciencia-ficción con aroma “new-age” o romance metafísico, lo inclasificable del film lo convierte en un viaje al corazón de las grandes cuestiones que siempre han preocupado al hombre: el afán de inmortalidad, la necesidad de trascendencia, la plenitud del amor, la eterna sed de respuestas. El origen y el destino.
Acompañado por la épica música de Clint Mansell, el trayecto intelectual que propone Aronofosky serpentea a través de un montaje sincopado, una narración entrecruzada, atrevidos movimientos de cámara y un simbólico diseño de iluminación que configuran una obra bella y fascinante, sí, aunque también un artefacto excesivamente pretencioso. Tanto, que el espectador no deja de sacudirse esa extraña sensación que produce el no saber distinguir la delgada línea que separa la genialidad de la impostura.
[decine21]
Salvar a la esposa amada
Es ésta una de esas películas que se aman o se odian, resulta difícil mantener un término medio. Cierto es que el cine de Darren Aronofsky se caracteriza por su hermetismo (Pi, Réquiem por un sueño), pero es que en esta ocasión el cineasta neoyorquino da un triple salto mortal con tirabuzón en lo que a rarezas y extravagancias se refiere.
El film arranca en la América de los conquistadores españoles, donde un grupo de exploradores cae en una emboscada de los nativos, y el líder de los hispanos trata de huir subiendo la larga escalinata de una pirámide maya. Esto convive con las escenas de un tipo calvo, el doctor Tom Creo (Hugh Jackman) flotando por el espacio como si de un buda feliz se tratara, y con este mismo doctor investigando un tratamiento contra los tumores de cáncer en un mono. Al fin averiguamos que la mujer del doctor, su muy amada y dulce Izzie (Rachel Weisz), está enferma, y que Tom está obsesionado con encontrar un remedio a su mal; mientras que Izzie se dedica en sus ratos libres a escribir un libro, La fuente de la vida, situado en la España de los conquistadores, a modo de parábola de los esfuerzos investigadores y románticos de su marido.
Una vez entregadas todas las piezas del puzzle, y más o menos reconocidas por el espectador, según su capacidad de aguante, tenemos un cuento apasionadamente romántico, muy cuidado en el aspecto visual, pero que se hace eterno -el final remite a 2001: una odisea del espacio-, y que en ocasiones se mueve entre lo empalagoso y lo risible. Hugh Jackman y Rachel Weisz son dos grandes actores, y Darren Aronofsky sabe rodar, pero el conjunto resulta excesivo. Tampoco es muy afortunada la alegoría «española», con escenas absurdas de un inquisidor flagelándose, y una reina Isabel servida por un caballero, interpretados éstos también por Weisz y Jackman; habría sido más inteligente inventarse un reino imaginario, en vez de mostrar España como un exótico país sobre el que Aronofsky exhibe una preocupante ignorancia.
¡Debate esta película en nuestros foros!