Película original, divertida, con jugosos homenajes cinéfilos una animación y planificación excelentes. Además, la película nunca abandona un agradable tono para todos lo públicos, elogioso de la familia, la amistad y la creatividad. Sin embargo, una criticable pirueta final, que desvirtúa su certera visión de la muerte como parte de la vida, su opción por el blanco y negro, así como la inclusión de algún pasaje más macabro y sórdido limitan un poco su público potencial.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET
Título original:Frankenweenie
País: Estados Unidos
Dirección: Tim Burton
Intérpretes: Animación
Guión: John August(Historia: Tim Burton, Leonard Ripps)
Música: Danny Elfman
Fotografía: Peter Sorg
Distribuidora en cine: Walt Disney Pictures
Duración: 87 min.
Género: Ciencia Ficción
Fecha de estreno es España: 11 de Octubre de 2012
SINOPSIS
Años 70 del siglo pasado. En la ficticia ciudad de New Holland —parecida a Burbank, California—, vive con sus cariñosos padres Víctor Frankenstein, un chaval introvertido e imaginativo, apasionado por las ciencias —gracias a las estupendas clases del profesor Rzykruski— y que adora a su perro Sparky. De modo que cuando Sparky muere atropellado, Víctor cae en una profunda depresión, de la que sólo sale cuando logra revivir al perro durante una potente tormenta eléctrica. Aunque intenta mantener su logro en secreto, muy pronto sus compañeros de clase imitarán su audaz experimento para competir con él en la inminente Feria de Ciencias.
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CRÍTICAS
[Ana María Pérez-Guerrero. Colaboradora de CinemaNet]
Frankenweenie es el remake de un cortometraje, del mismo nombre, que el propio Burton realizó en acción real para Disney, en 1984. En esta ocasión, cambia de técnica para entregarnos una producción animada en stop motion, una modalidad que no empleaba desde La novia cadáver (2005).
Víctor Frankenstein es un muchacho apasionado por la creación cinematográfica, la ciencia y por pasar el tiempo con su perro Sparky. El día que pide a su padre que le deje participar en el festival de ciencia del colegio, éste le propone la práctica de algún deporte, como el beisbol, con la idea de que se relacione con más chicos. A cambio, accederá a que realice un proyecto para el concurso, de modo que el niño accede. El día del entrenamiento, Sparky muere arrollado al intentar atrapar una pelota. Víctor queda destrozado, hasta que en la clase de ciencias aprende sobre el impulso eléctrico de los músculos e idea un plan para revivir a su mascota. A partir de ahí, tendrá que evitar que descubran el éxito de su experimento y evitar males mayores, derivados del ensayo.
Esta es una película 100 % Burton, como no podía ser de otra forma. Con esto quiero decir que encontraremos los temas y la estética habitual en el director de Burbank. La cinta no es la típica producción familiar. Por una parte, está rodada en blanco y negro. Y por la otra, su tono es algo siniestro, a lo que contribuye un diseño de los personajes un tanto aterrador, sobre todo, del personaje de Edgar E. Gore o Nassore, dos de los compañeros de Víctor en el colegio. Aunque cabe apuntar que en la mayoría de ellos encontremos parecidos más que razonables a figuras de historias pasadas de Burton, como Victor de La novia cadáver, por poner un ejemplo. Asimismo, New Holland, ciudad en la que se desarrolla la acción, evoca al viejo Hollywood representado en Ed Wood (1994), y la urbanización en la que el protagonista vive recuerda al barrio en el que reside Edward Manostijeras (1990). Desde el punto de vista de la historia propiamente dicha, el director vuelve a abordar el rechazo de una sociedad convencional a todo lo que sea distinto.
Los primeros minutos de la cinta están llenos de magia y honestidad, pues nos introduce en la fantasía infantil, en la amistad sincera entre amo y mascota y de tardes de cine junto a la familia. El resto transcurre en medio de una serie de referencias más adultas al cine de fantástico, de terror y suspense de todos los tiempos, entre los que podemos reconocer homenajes a, por ejemplo, La novia de Frankenstein (James Whale, 1935), Los pájaros ( Hitchcock, 1963) o Los Gremlins (Joe Dante, 1984); series como Ultraman (Tsuburaya producciones, 1966-67) o personajes como Godzilla; así como a la literatura (alusiones a Mary Shelley), a la mitología y a la cultura popular, en general. No se pierdan los epitafios de las tumbas del cementerio de mascotas. En general, resulta realmente entretenida e ingeniosa.
El guion firmado por John August, quien ha acompañado a Burton en otras producciones como Big Fish (2003), la reciente, Sombras tenebrosas (2012) o Chalie y la fábrica de chocolates (2005) aborda asuntos muy interesantes, especialmente para los más pequeños: la aceptación de la muerte y la importancia de la ética en el qué hacer científico: “la ciencia no es buena ni mala, pero puede servir para lo uno o para lo otro”, uno no se puede dejar llevar por el mero capricho. Y en otro momento se recordará “a todos nos gusta lo que ella (la ciencia) nos da, pero no las preguntas que nos plantea”. Punto en el que se reivindica el amor como motor y guía del conocimiento, orientado a un bien. No obstante, la película no es redonda en estas cuestiones. El problema, a mi juicio, estriba fundamentalmente en la tibia conclusión que nos ofrece y que parece deberse a una concesión comercial.
[Jeronimo José Martín – COPE]
Años 70 del siglo pasado. En la ficticia ciudad de New Holland —parecida a Burbank, California—, vive con sus cariñosos padres Víctor Frankenstein, un chaval introvertido e imaginativo, apasionado por las ciencias —gracias a las estupendas clases del profesor Rzykruski— y que adora a su perro Sparky. De modo que cuando Sparky muere atropellado, Víctor cae en una profunda depresión, de la que sólo sale cuando logra revivir al perro durante una potente tormenta eléctrica. Aunque intenta mantener su logro en secreto, muy pronto sus compañeros de clase imitarán su audaz experimento para competir con él en la inminente Feria de Ciencias.
Tras la decepcionante Sombras tenebrosas, el californiano Tim Burton (Eduardo Manostijeras, Big Fish, Alicia en el País de las Maravillas) retorna a la stop motion —animación de muñecos fotograma a fotograma—, que ya practicó con éxito como productor en Pesadilla antes de Navidad y James y el Melocotón Gigante — ambas con Henry Selick tras la cámara—, y como director en la genial La novia cadáver. Para ello, ha convertido en largometraje en blanco y negro su famoso corto homónimo, que rodó con actores reales para Disney en 1984. El resultado de este nuevo homenaje burtoniano a la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, de la londinense Mary Shelley, es genial a ratos, siempre entretenido, pero bastante irregular y puntualmente discutible.
Ciertamente, la animación y planificación de Frankenweenie son excelentes, y deparan unas cuantas secuencias impactantes de humor, acción y terror. Además, la película nunca abandona un agradable tono para todos lo públicos, elogioso de la familia, la amistad y la creatividad. Sin embargo, su opción por el blanco y negro, así como la inclusión de algún pasaje más macabro y sórdido, limitan un poco su público potencial. Además, el guión de John August padece ciertos desmayos narrativos en su parte central, y culmina con una criticable pirueta final, que desvirtúa su certera visión de la muerte como parte de la vida. En todo caso, queda una película original, divertida, con jugosos homenajes cinéfilos —al viejo cine de terror, al expresionismo, al cine de Alfred Hitchcock…— y elogiable en su apología de la heroicidad y del uso moralmente responsable de la ciencia.
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