La Soledad
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Dirección: Jaime Rosales. País: España. Año: 2007. Duración: 130 min. Género: Drama. Interpretación: Sonia Almarcha (Adela), Petra Martínez (Antonia), Miriam Correa (Inés), Nuria Mencía (Nieves), María Bazán (Helena), Jesús Cracio (Manolo), Luis Villanueva (Carlos), Luis Bermejo (Alberto), Juan Margallo (padre), José Luis Torrijo (Pedro), Carmen Gutiérrez (Miriam). Guión: Jaime Rosales y Enric Rufas. Producción: José María Morales, Jaime Rosales y Ricard Figueras. Fotografía: Oscar Durán. Montaje: Nino Martínez Sosa. Dirección artística: Ion Arretxe. Vestuario: Eva Arretxe y Asun Arretxe. Estreno en España: 1 Junio 2007. |
Adela, una joven separada y con un hijo de un año de edad, está cansada de la vida que lleva en su pequeño pueblo natal al norte de León. Deja atrás las montañas y los paseos por los prados para trasladarse a Madrid, donde todo es ruido, tráfico y un continuo vaivén de un lado a otro. Para salir adelante se busca un trabajo de azafata y se muda a un apartamento junto a Carlos e Inés, dos jóvenes muy agradables. Los tres se llevan muy bien en seguida, compartiendo comidas, dudas y ratos de ocio. Antonia, la madre de Inés, tiene un pequeño supermercado de barrio; lleva una vida bastante tranquila junto a su novio, Manolo, y sus tres hijas: Inés, Nieves y Helena, la mayor. Sin embargo, poco a poco, su placentera vida empieza a tambalearse. Adela no ha tenido grandes dificultades para adaptarse a la vida urbana, a pesar de que el padre de Miguelito no le ayuda demasiado económicamente. Un atentado terrorista, mientras viaja en autobús, dejará su vida hecha añicos. A partir de ese momento, deberá encontrar la fuerza para regresar a una vida normal.
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CRÍTICAS
Dos mujeres
[Decine21]
En Las horas del día, su debut como director, Jaime Rosales contaba con inusitada naturalidad la rutina del dueño de una tienda de ropa que resulta ser un asesino en serie. Su siguiente película está rodada con el mismo estilo, parecido al documental, aunque esta vez sus personajes son más normales, pues se centra en dos madres de familia, Adela y Antonia. Adela es bastante joven, tiene un niño de un año y se acaba de separar de su marido, que no sólo no le paga la pensión, sino que encima le pide dinero prestado. Decide abandonar su pueblo leonés, para probar fortuna en Madrid. Allí compartirá piso con Carlos e Inés, un agradable matrimonio. Un suceso inesperado destrozará su vida.
Por contra, Antonia es mayor que Adela, regenta un pequeño supermercado y tiene tres hijas que superan la treintena. Una de ellas, Inés, es la compañera de piso de la citada Adela. Hace tiempo que Antonia enviudó, y ahora ha iniciado una relación con Manolo, un tipo de lo más jovial. Como ambos van a irse a vivir juntos, Antonia decide vender su piso de toda la vida, aconsejada por una hija que necesita que le preste dinero para comprarse un apartamento en la playa. Esto provocará un enfrentamiento familiar.
Rosales se reafirma como un cineasta con voz propia, que se apoya en la utilización del fuera de campo, los silencios y la cámara fija. Esta vez usa un curioso recurso que consiste en partir la pantalla en dos, para mostrar sendas partes de la misma casa, por donde va pasando el mismo personaje, dos ángulos distintos del mismo lugar o incluso dos acciones paralelas. Su cine recuerda en cierta medida al inolvidable Robert Bresson, pues se detiene bastante tiempo en situaciones aparentemente insignificantes, como un personaje planchando, una mujer secándose en el baño, logrando una inusitada sensación de realismo e imágenes de gran valor costumbrista, que sin embargo alargan el film, y pueden llegar a agotar a los amantes del cine más convencional.
Rosales se distingue asímismo por su extremada frialdad. Acontecimientos durísimos, como el que afecta a Adela, que en manos de otros realizadores estarían contados con tremenda intensidad dramática, en esta película se ven desde fuera, e implican poco al espectador. Todo esto no enturbia las valiosas interpretaciones naturalistas de los actores, que parecen estar improvisando en todo momento y se expresan como gente corriente. En un panorama cinematográfico español mediocre, destaca el cine contracorriente de Rosales, que afronta sin tapujos el sufrimiento ante la enfermedad y la violencia irracional, y la incomunicación del hombre, que lleva inexorablemente a la soledad, que da título al film. Sus personajes cotidianos, todos marcados por el desconcierto vital, tienen tres dimensiones. La película no se posiciona ni a favor ni en contra de ellos, pero a pesar de su austeridad, parece mostrarse optimista en cierta medida, en cuanto a la posibilidad humana de sobreponerse a la adversidad.
Relaciones humanas
El director catalán Jaime Rosales presentó su película en la sección Un Certain Regard, del Festival de Cannes. En ese mismo certamen se dio a conocer con Las horas del día, su anterior trabajo, que ganó allí el premio de la crítica internacional. El cineasta declara que en sus películas le interesan por encima de todo las relaciones humanas. «Me llama la atención la forma extraña que tenemos de tratarnos los unos a los otros. Bromeamos sobre cosas serias. Le damos mucha importancia al dinero, que está presente siempre en nuestras conversaciones. En general, creo que tenemos buenas intenciones los unos sobre los otros, aunque no siempre somos capaces de mostrar lo que pensamos y sentimos realmente», explica el director.