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Dirección y guión: M. Night Shyamalan País: USA. Año: 2008. Género: Drama, thriller. Interpretación: Mark Wahlberg, Zooey Deschanel, John Leguizamo, Betty Buckley. Producción:Sam Mercer, Barry Mendel y M. Night Shyamalan. Música: James Newton Howard. Fotografía:Tak Fujimoto. Montaje: Conrad Buff. Diseño de producción: Jeannine Oppewall. Vestuario: Betsy Heimann. Estreno en USA: 13 Junio 2008. Estreno en España: 13 Junio 2008. |
SINOPSIS
Todo comienza sin previo aviso. Parece surgir de la nada. En cuestión de minutos, en las principales ciudades de Norteamérica se producen casos de extrañas y escalofriantes muertes que desafían cualquier explicación. ¿Qué está causando este repentino y total colapso del comportamiento humano? ¿Es algún nuevo tipo de ataque terrorista, un experimento fallido, una diabólica arma tóxica, un virus fuera de control? ¿Se transmite por el aire, a través del agua? cómo? Para Elliot Moore, profesor de ciencias de un instituto de Filadelfia, lo más importante de todo es encontrar el modo de escapar de este misterioso y letal fenómeno. Aunque él y su mujer Alma están atravesando una crisis en su matrimonio, se ponen en camino, primero en tren, luego en coche, acompañados de Julian, un amigo de Elliot que es profesor de matemáticas, y Jess, la hija de éste, que tiene ocho años de edad. Se dirigen a Pennsylvania, donde esperan estar a salvo de los horribles y cada vez más frecuentes ataques. Aunque muy pronto queda claro que nadie está seguro en ninguna parte.
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CRÍTICAS
Un misterioso fenómeno conduce a las personas a un comportamiento extraño que acaba en suicidio. Este «incidente» se extiende geográficamente de forma progresiva y provoca el pánico y la huida de los habitantes de las grandes ciudades. Elliot, un profesor de ciencias en un instituto, abandona Filadelfia con su mujer Alma, su mejor amigo ?profesor de matemáticas- y su hija. Mientras se dirigen a una zona rural, comprueban que la causa de esos ataques puede estar en la naturaleza, mientras descubren que también hay otros conflictos más internos que hay resolver.
M. Night Shyamalan regresa, de nuevo como director, guionista, productor y actor -por un pequeño cameo-, tras el escaso éxito de la incomprendida «La joven del agua«. Catapultado a la fama por «El sexto sentido«, Shyamalan afirma que para él «las ideas del argumento son siempre catalíticos para que los personajes conversen sobre la fe, sobre el amor, la vida humana y se revelen espiritual y emocionalmente«. Un comentario interesante a través del cual se puede hacer una lectura ajustada de su filmografía.
La idea de «El incidiente«, que cristalizó antes de que acabara su anterior película, surgió mientras Shyamalan conducía por la campiña de Nueva Yersey, hacia Nueva York, y al ver la frondosa naturaleza se preguntó qué pasaría si la misma Naturaleza se volviera contra nosotros. Acto seguido afluyeron en su cabeza los personajes y la estructura global del argumento.
A lo largo de 36 horas ?una concentración de acción en poco tiempo que ayuda a crear un ritmo denso e intenso-, suceden todos los acontecimientos que preludian un gran cataclismo. Sin embargo, como nos tiene acostumbrados este director de origen indio, la catástrofe cósmica está íntimamente relacionada con la tragedia individual. Así, los personajes de Elliot y Alma ?un joven matrimonio sin hijos que atraviesa una crisis- se muestran vulnerables y, al mismo tiempo, fuertes en medio del temible «incidente». Temas cruciales como sinceridad, responsabilidad, apertura a la vida y fidelidad pululan con fuerza alrededor del nuevo núcleo familiar que se ha fundado en la película.
En este sentido, es curioso ver cómo todos esos elementos refuerzan un aspecto interesante del film: el protagonista no está luchando por salvar el mundo, como otros héroes de ficción. Está más preocupado por su crisis personal. Por eso, dentro del «misterio sin resolver» o «fenómeno que no comprenderemos» ?como nos recuerda la película en su inicio y final-, se intuye que es el amor lo que redime al mundo. Y si en otras películas de Shyamalan, la anagnòrisis (revelación al protagonista de un conomiento clave para el desenlace) se evidenciaba, aquí se apunta de modo más sutil
El «incidente» que transforma a las personas en su peor enemigo permite que el guión sea una especie de muestrario o estudio de la psicología del miedo. Cómo cada persona recciona ante el mal de origen desconocido y cómo, incluso, algunas recurren a una violencia sin motivo contra el resto de personas es algo que Shyamalan ha llevado hasta el extremo. Por ello, ésta es, sin duda, su película más impactante en cuanto a este tema se refiere. En esta misma línea, es interesante el trabajo que hace sobre el aislamiento. De hecho, los protagonistas, para sobrevivir en un momento concreto, deben permanecer físicamente lo más disgregados posible del resto de personas. Poco después, como contrapunto, la película alerta, precisamente, de los peligros de la soledad y su relación con la paranoia cuando el trío de supervivientes son «acogidos» en la casa de la anciana ?inspirada, sin duda, en las «mejores» brujas de los cuentos tradicionales-.
Y es que M. Night Shyamalan es un gran narrador de historias para el gran público, pero con un discurso y estilo muy personal que lo hacen perfectamente identificable, además de ser un cineasta del riesgo y a la apuesta. La factura visual es impecable. Él buscaba ese efecto, que se trasluce incluso en los colores del vestuario, seguramente para acompañar el verdor de la naturaleza de Pensilvania ?patria personal y profesional del director-
En esa road-movie, el espectador descubrirá que el orden del universo debe ir paralelo al orden personal. Algo que configura un interesante discurso ecológico por parte de Shyamalan, más complejo y enriquecedor que si el guión funcionara como un mero reclamo ecologista al amparo del discurso de moda, mucho más vacío y plano. De ello da muestras palpables el final, con una apología de la fertilidad abierta a la vida, y con un «realista» «esto no aún se ha acabado», que demuestra que aunque hay esperanza, todavía hay caos universal y particular que hay que resolver.
La fragilidad del ser humano
[Ramón Ramos.Colaborador de CinemaNet]
M. Night Shyamalan tiene un estilo muy característico a contracorriente. Hace películas en clave de suspense a la antigua usanza, sugiriendo más que mostrando, con un ritmo pausado pero tenso y prescindiendo en la medida de lo posible de los efectos especiales. Y lo más llamativo es que esto lo aplica a temas cinematográficos actuales que suelen tener ritmo trepidante y un montón de efectos especiales. En esta línea ha tratado el tema de los superhéroes de comic dirigiendo a Bruce Willis y Samuel L. Jackson en El protegido (Unbreakable, 2000), las invasiones alienígenas en Señales (Signs, 2002) con Mel Gibson y Joaquim Phoenix de protagonistas, o las historias de fantasmas en El sexto sentido (The sixth sense, 1999), con Bruce Willis y Haley Joel Osment.
Ahora le toca al cine de catástrofes con Mark Wahlberg encabezando el reparto de El incidente (The happening, 2008). En la costa Este de Estados Unidos la gente empieza a suicidarse sin motivo aparente. Todo parece apuntar a una toxina de origen desconocido liberada en el aire. Se pone de manifiesto la fragilidad del ser humano en una situación límite que escapa a su control y toda lógica para explicar el por qué de las cosas. Una lección de humildad a aquellos que piensan que los humanos son lo más grande de la existencia.
En la sociedad actual, en la que creemos que nuestra tecnología y nuestra ciencia pueden explicarlo y controlarlo todo, se pueden dar fenómenos naturales inexplicables e incontrolables, un poco en la línea del clásico de Hitchcock Los pájaros (The birds, 1963) en la que sin saber por qué en una pequeña población los pájaros atacan indiscriminadamente a las personas. Curiosamente tanto Hitchcock como Shyamalan han dicho que «es la película más terrorífica que he hecho» en relación a Los pájaros y a El incidente respectivamente.
Por otra parte está la lectura sobre la evolución de los personajes. Los protagonistas son un matrimonio joven con dudas e inseguridades respecto a su relación, que sufre un proceso de fortalecimiento y maduración al compartir juntos una experiencia traumática.
A mí particularmente me gustado y está muy bien llevada, mantiene la tensión todo el metraje, la música de James Newton Howard es excelente y muy bien empleada, pero eso sí que nadie espere giros insospechados de guión en la línea de El sexto sentido o El protegido porque no los hay y se puede llevar una decepción. En este caso es más interesante la lectura que puede extraerse de su contenido que los juegos malabares de la narración.
Huyendo de un suicidio sin causa
La «marca de fábrica» de Night Shyamalan siempre ha sido su «vuelta de tuerca» al final de la película que nos impacta y «lo explica todo». No siempre resulta una explicación convincente, pero pretende dar por cerrado el círculo de sus argumentos, tanto en El Sexto Sentido, como en El Protegido, Señales o El Bosque. En La Joven del Agua, quizá la peor de sus películas, se esfuerza menos por dar ese giro. Y ahora, con El Incidente, ni lo intenta.
Y así nos deja frustrados. Porque Shyamalan es otro Hitchcock en la creación de ambiente, suspense e intriga tensa, densa, incómoda. Pero en este film decide dejar sin explicar la causa o el sentido del enigma. Y eso daña a la película y molesta al espectador.
No tener respuestas da miedo. Y esta película empieza dando miedo. La gente de Central Park, luego de Nueva York y después de toda la Costa Este se está suicidando. En masa. ¿Es un virus, un arma biológica? ¿Es -como se sugiere varias veces- la venganza de la Naturaleza contra el ser humano?
Con gente saltando por las ventanas, es inevitable recordar el 11S: ¿terroristas, quizá, que han puesto alguna toxina en el agua o el aire? Estados Unidos es uno de los pocos sitios donde podrían acusar a los terroristas de ser responsables del suicidio de la población.
El aspecto propio del género de ciencia ficción (preguntarse «qué pasaría si…» dentro de límites racionales) queda pronto apartado. Se trata enseguida de una película de post-apocalipsis y supervivencia. Un joven matrimonio con problemas con una niña, hija de unos amigos, intentarán huir a una zona remota donde no alcance la «maldición».
Nos recuerda otra película de naturaleza que se vuelve contra el hombre, Mimic: otro matrimonio con problemas y otro niño huérfano, en aquel caso combatiendo contra cucarachas mutadas, capaces de camuflarse entre nosotros. Ellos, como aquí el protagonista, Elliot, también eran científicos… para certificar así mejor la inoperancia de la ciencia contra el terror. El conocimiento sin sabiduría no salva. Pero Shyamalan no toma partido en esta película: ni la fe ni la ciencia parecen ser portadoras de salvación.
Otro tema recurrente del autor en sus películas es el amor más fuerte que el miedo, la confianza más fuerte que la duda. Mel Gibson en «Señales» o Bruce Willis en «El Protegido» llegan a superar sus miedos y tomar decisiones de responsabilidad y protección de los débiles a su cargo. Pues bien: casi nada de esto aparece en El Incidente, que se centra más bien en asustar con episodios violentos (muy violentos, macabros incluso) o tensos silencios. Así vemos a la gente suicidarse de las más creativas y detalladas maneras, sin que eso nos aporte gran cosa sobre el sentido del morir.
Shyamalan, que por lo general suele ser un buen director de actores, en esta película no se ha lucido. Personajes, diálogos e interpretaciones son insuficientes. Mark Wahlberg, por ejemplo, que no suele actuar mal, se limita a ir por ahí con cara de chucho apaleado y desconcertado.
En general, tanto los fans del director como los del género «post-apocalipsis», el terror o la ciencia ficción encontrarán la película un poco decepcionante. Quizá, en cambio, el director indo-americano consiga nuevos espectadores entre los aficionados al género gore de sangre
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