Título original: The Cove |
SINOPSIS
El delfín es uno de los animales más inteligentes y una de las especies más admiradas en todo el mundo. Sin embargo, en un pequeño pueblo de la costa de Japón que aparentemente se caracteriza por su devoción a estos animales, se esconde un gran secreto. Un grupo de activistas liderado por el conocido entrenador de delfines Richard O’Barry, se embarca en una peligrosa misión encubierta para revelar al mundo lo que sucede en este lugar. Desarrollando uno de los documentales más impactantes de los últimos años.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE]
Nacido en 1941 y formado en la Armada estadounidense, Ric O’Barry se hizo famoso hacia 1960 cuando capturó y entrenó en el Seaquarium de Miami a los cinco delfines hembra que dieron vida al popular personaje televisivo Flipper. La serie hizo millonario a Ric y multiplicó las atracciones con delfines en los acuarios de todo el mundo. Hasta que uno de esos delfines mulares, Cathy, se dejó morir en los brazos de Ric, según él como consecuencia del stress y la depresión que soportaba durante sus actuaciones. Entonces, O’Barry cambió radicalmente de actitud, y se convirtió en el más ferviente militante contra la cautividad de los delfines y demás cetáceos, y en general, de todos los animales.
Desde esa fecha, Ric O’Barry ha sido detenido en numerosos países por las audaces intervenciones de su organización Dolphin Project. Una entidad especialmente perseguida en Japón, país que lucha desde hace años por la cancelación de las diversas prohibiciones internacionales de capturas de ballenas. No es de extrañar, por tanto, que el cineasta Louie Psihoyos —fundador de la Oceanic Preservation Society— acudiera a él para que colaborara en su película The Cove, un ambicioso documental sobre las matanzas de delfines en Japón.
En concreto, la película documenta las nunca filmadas carnicerías en una oculta y ultravigilada playa del pueblo japonés de Taiji, donde son sacrificados unos 23.000 delfines al año, después de haber seleccionado los mejores para venderlos, a precio de oro, a acuarios de todas las latitudes. Para lograr su objetivo, el potente equipo de rodaje debió enfrentarse a las suspicaces autoridades niponas y a los hoscos pescadores del lugar, que les obligaron a preparar su grabación en absoluto secreto y a realizarla con las técnicas más modernas de filmación encubierta.
Galardonada con el Oscar 2009 al mejor documental y numerosos premios del público, esta inquietante película no se estrenará por ahora en Japón, por las presiones de la poderosa industria ballenera, que es tratada con especial dureza en el filme. De hecho, en un reciente comunicado, la distribuidora nipona Unplugged señaló que han tenido que cancelar su estreno por las protestas y el acoso de los grupos tradicionalistas, que han calificado a The Cove como “una película terrorista y racista”.
Ese y otros enfoques más ideológicos de la película quizás exageren en su ecologismo radical, cuyo principal argumento contra el cautiverio de delfines se basa en su supuesta alta inteligencia, que sería similar e incluso superior a la del ser humano. Más razonables resultan sus denuncias de los sufrimientos de los cetáceos en cautividad y del exceso de mercurio en la carne de delfín que consumen en Japón. En todo caso, esos planteamientos ecológicos refuerzan la trama principal, muy cuidada en todos sus detalles —planificación, música, ritmo…— e hipnótica en su trama principal, centrada en la operación secreta que despliega Psihoyos y su equipo, rodada como si fuera una angustiosa intriga policiaca.
El entrenador de delfines Richard O’Barry fue el encargado de las cinco hembras que dieron vida en televisión al famoso protagonista de la serie Flipper. En aquella época comprendió que esos animales no deberían estar en cautividad y decidió dar un giro radical a su vida. Redirigió entonces su carrera y energías a la liberación y protección de los delfines.
O’Barry llama la atención del director Louie Psihoyos para que lo acompañe a Taiji (Japón), un pequeño pueblo costero volcado en los cetáceos. Un paseo por el pueblo muestra el «amor» que sienten sus habitantes por estos animales, todo gira en torno a ellos. Pero tal vez sea aprovechamiento puro y duro, pues viven a costa de ellos. El lugar tiene una cala donde los pescadores apresan miles de delfines, que son exportados a todo el mundo para vivir en cautividad en zoológicos, acuarios, etc. Y la teoría de O’Barry es que allí no sólo se capturan delfines, sino que se eliminan a los que no resultan aptos para la cautividad.
El planteamiento del film es el esfuerzo por captar las imágenes de la crueldad con los animales. Y aquí Hollywood da al documental un aire de thriller que consigue que el espectador se encoja en la butaca. El grupo de activistas se esforzará en colocar un sofisticado sistema de cámaras. Las imágenes resultan duras, aunque hay que reconocer a Louie que no carga las tintas. Ver el mar teñido de rojo basta para saber la magnitud de la matanza.
The Cove es, por tanto, más que un documental de los que tanto se llevan ahora y que se podrían denominar «ecológicos». Se trata de un trabajo activista que puso en peligro la integridad de sus protagonistas que se saltaron a la torera las leyes japonesas una y otra vez. Louie se las ingenia para convertir su trabajo en algo parecido a una cinta de ficción en cuanto a la capacidad de enganchar al público, aunque no esté especialmente comprometido con la causa.
Si muchos documentales son tachados por el gran público de «aburridos», aquí no es fácil que ocurra lo mismo. La Academia quedó contenta con el resultado obtenido y premió a The Cove con el Oscar.
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