ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Shlichuto shel hamemune al mashabei enosh |
SINOPSIS
El director de Recursos Humanos de la mayor panadería de Jerusalén tiene problemas. Se ha separado de su esposa, se ha distanciado de su hija y está atrapado en un trabajo que odia. Cuando una empleada extranjera de la panadería muere en un atentado suicida, un diario local acusa a la empresa de falta de humanidad e indiferencia. Se descubre que nadie en la panadería se había dado cuenta de la ausencia de la mujer. La dueña de la panadería manda al director de Recursos Humanos a una misión para enderezar la imagen de la empresa. Así empieza un largo periplo desde las místicas calles de Jerusalén como punto de partida hasta las heladas carreteras de Rumanía en busca del pueblo de Yulia, una mujer a la que no conocía.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
El director de recursos humanos (Mark Ivanir) de la mayor panadería de Jerusalén tiene problemas. Se ha separado de su esposa; se ha distanciado de su hija y está atrapado en un trabajo que odia. Yulia, una empleada rumana, muere en un atentado suicida, nadie reclama el cuerpo, y la empresa es acusada de negligencia por un joven periodista (Guri Alfi). De modo que el director de recursos humanos deberá embarcarse en un viaje rocambolesco por las heladas carreteras de Rumanía llevando el cadáver de la joven a su pueblo natal. Le acompañarán el periodista, el rebelde hijo de la fallecida (Noah Silver), una cónsul muy peculiar (Rozina Cambos) y el marido de ésta, que es el vicecónsul (Julian Negulesco).
Después de triunfar con La novia siria y Los limoneros, el judío israelí Eran Riklis confirma sus cualidades en esta singular road movie, adaptación de la novela El director de recursos humanos, de Abraham B. Yehosua, y que fue galardonada con el Premio del Público del Festival de Locarno 2010 y los Premios a mejor película, director y guión de la Academia de Cine de Israel, que además seleccionó al filme para competir por el Oscar. A través de una excelente dirección de actores, una sugerente puesta en escena y un agradable tono tragicómico —con ecos del actual cine indie estadounidense y toques surrealistas al estilo del bosnio Emir Kusturica—, Riklis desarrolla de nuevo una lúcida apología del diálogo, la comprensión y las relaciones humanas, frente a la deshumanización del individualismo materialista y de los prejuicios que generan las ideologías. Todo ello, sin estridencias, con una sencillez apabullante, tanto en sus audaces golpes de humor —atentos a la genial escena del depósito de cadáveres—, como en sus emotivos pasajes melodramáticos. Unos y otros, asentados en una sólida antropología, honesta al mostrar la tragedia del divorcio y elogiosa del cariño familiar y de la religiosidad sincera, cristiana ortodoxa en este caso, bellamente encarnada en el filme por una monja de Jerusalén y por el hijo de Yulia.
Lavado de imagen
Tras la excelente Los limoneros, de 2008, el realizador israelí Erana Riklis vuelve al terreno del largometraje con El viaje del director de Recursos Humanos, adaptación de la novela El director de recursos humanos, de Abraham B. Jehoshua. La cinta representó a Israel en los Oscar y se hizo con 5 premios de la Academia de Cine Israelí, entre ellos mejor película y director.
El director de recursos humanos (al igual que en la novela no se citan los nombres de los personajes) de una importante empresa dedicada a los productos de panadería, atraviesa un complejo momento personal, pues se ha separado de su esposa, lo que complica mantener unas relaciones normales con su hija. Un cargante periodista publica un artículo acusando a la empresa de falta de humanidad, porque nadie ha acudido a identificar el cadáver de una de sus empleadas, una emigrante rumana que trabajaba en el departamento de limpieza, y que ha muerto en un salvaje atentado terrorista. La dueña de la empresa manda al director de recursos humanos a supervisar el traslado del cadáver a su país, e indemnizar a su familia de cara a lavar la imagen de la empresa.
En una primera lectura de la cinta se podría pensar que trata sobre el cinismo en el mundo de los negocios, y la frialdad de las relaciones públicas con las que se finge un falso interés por un asunto. Sin embargo, los personajes son extrapolables a cualquier ámbito, por lo que en realidad el film denuncia la insensibilidad en la sociedad moderna en general ante los problemas ajenos. Riklis rueda con una extrema sensibilidad y bajo la aparente sencillez del film, compone personajes tridimensionales, y trata diversos temas, entre ellos las consecuencias de la violencia palestino-israelí, lo que enlazaría con Los limoneros, pero también el poder de la prensa y el sentimiento de culpa. Sobresaliente labor del actor Mark Ivanir, conocido por su trabajo en La lista de Schindler, donde era el prisionero judío encargado de personal que se dejaba comprar por el protagonista. También llama poderosamente la atención la partitura del francés Cyril Morin, tejida a base de ritmos zíngaros.
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