ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Dirección y guion: Sebastián Borensztein. |
SINOPSIS
Roberto De Cesare, un ferretero solitario, veterano argentino de la Guerra de las Malvinas, colecciona recortes de noticias insólitas, como el caso de una vaca que cayó de un avión de transporte en China, lo que ocasiona la muerte de una mujer, dejando desconsolado a su prometido. Roberto mantiene un idilio con una vecina del lugar que le adora, pero no se atreve a comprometerse, prefiere seguir viviendo solo, sin tener que renunciar a sus manías personales. Su vida dará un giro por completo cuando un día decide acoger temporalmente a Jun, un chino que anda perdido, en busca de su tío, y que no habla ni una palabra de español.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Roberto De Cesare (Ricardo Darín) es un gruñón, solitario y maniático ferretero de Buenos Aires, asqueado de la vida desde hace años, y que vive atrincherado de los demás entre su anticuada tienda y su casa, donde colecciona platos, figuritas de cristal y todo tipo de noticias asombrosas y absurdas. Hasta que un día su camino se cruza con el de Jun (Huang Sheng Huang), un joven chino, inmigrante ilegal y que no habla nada de español. Roberto lo acoge y ayuda cuando se entera de que el bueno y trabajador de Jun busca a su tío, el único de sus familiares que todavía vive. Entre los dos se establecerá una extraña relación de amor-odio, que obligará a Roberto a replantearse su vida y, en concreto, su fría relación con Mari (Muriel Santa Ana), una mujer que le lanza los tejos desde su juventud.
Esta tragicomedia del bonaerense Sebastián Borensztein (La suerte está echada, Sin memoria) desarrolla una trama más bien esquemática, lineal y previsible; pero lo hace de tal manera que se gana sin remedio al espectador. Por un lado, Ricardo Darín vuelve a confirmar su maestría en la piel del antipático y entrañable ferretero, encarnando a la perfección sus muchos defectos y también sus numerosas virtudes, unos y otras derivados de un modo de ser y de una tragedia aplicables a todo el pueblo argentino. Por su parte, Borensztein, a través de un guión muy fluido y de una puesta en escena sencilla pero eficaz, dosifica las diversas intrigas —en torno al pasado del protagonista, de Jun y de Mari—, y rompe hábilmente el tono realista del relato con fuertes insertos surrealistas —todos ellos alucinantes, aunque inspirados en hechos reales—, que a ratos acercan la película al tono disparatado del francés Jean-Pierre Jeunet. Todo ello, aderezado con un humor inteligente, a menudo negro pero casi siempre amable, que suaviza con su elogio de la solidaridad el cierto desencanto de la mirada de Roberto, sólo desagradable en un par de breves concesiones sexuales.
[Larissa I. López. Colaboradora de Cinemanet]
Roberto es un excombatiente de la guerra de las Malvinas poco sociable, malhumorado y obsesivo que desde hace veinte años evita excesivo contacto con todo aquello que implique la alteración de su limitado y seguro mundo. A pesar de todo ello, Roberto cuenta con el amor incondicional de Mari, una mujer que intenta sin éxito sacarle de su aislamiento y ganarse su amor. Fruto de la soledad, Roberto se ha convertido en un señor de costumbres y hobbies un tanto originales, como son coleccionar noticias absurdas de los periódicos, contar los tornillos que contienen las cajas de su tienda y observar los aviones tomando cervezas. Precisamente practicando esta última afición se tropieza con Jun, un chino recién llegado a Argentina al que un taxista ha desvalijado y abandonado a su suerte. El ferretero se compadece de su situación y decide acogerlo hasta encontrar una solución. Como es de esperar la solidaridad de Roberto no resultará incondicional, pero fruto de las idas y venidas en su peculiar relación se creará un vínculo muy especial. Al mismo tiempo, las diferencias idiomáticas, la incompatibilidad de caracteres y los líos burocráticos que les acontecen imprimen a la trama un excelente tono tragicómico realmente emotivo en algunas secuencias.
El mensaje de la película habla sobre la necesidad de comunicación, de apertura, de solidaridad con los que nos rodean, de cómo el corazón humano puede traspasar las barreras culturales e idiomáticas y provocar una conexión entre personas capaz de cambiar el curso de sus respectivas trayectorias. Además, la película se presenta como una fábula que parece demostrar que, al contrario de lo que Roberto piensa y tal y como la mentalidad de Jun concibe, la vida no está dominada por el absurdo, “todo tiene un sentido”. A Jun y a Roberto les unió una vaca, una vaca que, por muy arduo o extraño que resulte afrontarlo, contiene la respuesta sobre el presente de sus vidas.
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