ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Conviction |
SINOPSIS
Betty Anne Waters es la historia verdadera de una mujer que dedicó 18 años de su vida a liberar a su hermano de la cárcel. Cuando Kenneth Waters es condenado a cadena perpetua por el asesinato de una mujer en Massachusetts, su hermana, Betty Anne, empleada en una cafetería, casada y con dos hijos, decide luchar para demostrar que es inocente. Sin estudios, uno de sus mayores obstáculos será licenciarse en Derecho para poder reabrir el caso y defenderlo ella misma ante un tribunal. No será fácil, pues también significará dejar de lado su vida para centrarse en la de él.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Malcriados por su frívola madre en un hogar roto, hacia 1980, ya adultos, Kenneth (Sam Rockwell) y Betty Anne Waters (Hilary Swank) siguen siendo uña y carne en su pueblo natal de Ayer, Massachusetts. Pendenciero, casado y con una hija, él malvive de trabajos precarios tras acumular antecedentes penales de poca monta. Ella, felizmente casada y con dos hijos, trabaja como camarera en una cafetería. Pero entonces, una vecina, Catherine Front, aparece brutalmente asesinada. Una hosca policía, Nancy Taylor (Melissa Leo), se empeña en acusar a Kenneth del crimen; pero debe soltarlo enseguida por falta de pruebas. Pero dos años después, por los testimonios de su ex esposa Brenda (Clea DuVall) y de una prostituta, Roseanne (Juliette Lewis), Kenneth es condenado a cadena perpetua por aquel asesinato, del que sigue declarándose inocente.
Entonces, su hermana Betty Anne, harta de la pasividad de los jueces ante sus apelaciones, toma la audaz decisión de licenciarse ella misma en Derecho para poder reabrir el caso y probar la inocencia de Kenneth. Tendrá la oportunidad de hacerlo cuando su hermano lleva ya 18 años en la cárcel. Y, en el camino, sacrificará su propia vida, pondrá en peligro la estabilidad de su familia y se enfrentará a un sistema que se resiste por todos los medios a admitir sus errores. Pero contará con la ayuda de otra abogada decidida, Abra (Minnie Driver), y de Barry Scheck (Peter Gallagher), líder de una asociación especializada en ese tipo de casos.
Basada en una lamentable historia real, esta película supone la consolidación como director del actor Tony Goldwyn, que se había puesto tras la cámara en diversas series televisivas y en películas como Siempre a tu lado y El último beso. Ciertamente, su clásica puesta en escena resulta demasiado cercana al rutinario estilo de los telefilmes de sobremesa. Sin duda, Steven Soderbergh sacó mucho más partido a una historia similar en Erin Brockovich (2000). De todas formas, Goldwyn desarrolla con fluidez la interesante trama de Betty Anne Waters, expone con acierto sus críticas sociales y su exaltación de la fraternidad, y arranca varias secuencias de gran intensidad dramática. En este sentido, es clave su rigurosa dirección de los excelentes actores con que ha contado, todos ellos muy convincentes en la piel de sus personajes. Además, nunca carga la mano en los aspectos más sórdidos de la trama e impulsa con vigor las diversas intrigas hasta el último minuto.
[Jesús Martínez– Colaborador de CinemaNet]
¿Qué debe de tener la actriz Hilary Swank para que este verano esté en las carteleras por partida doble? Protagonista de un drama (Betty Anne Waters, de Tony Goldwyn) y de un thriller (La víctima perfecta, de Antti Jokinen), en las dos obras despliega su maestría de la misma manera que las fuerzas de la KFOR se despliegan en la frontera entre Serbia y Kosovo. Con una firmeza inquebrantable. En el caso de Betty Anne Waters, Hilary sostiene el guión con sus dotes de interpretación, fruto del rodaje en el oficio. Para que no decaiga el interés, ella roba primeros planos y casi se apropia de los diálogos de los demás (sorprendente, que no sorpresiva, Minnie Driver, la novia de Matt Damon en El indomable Will Hunting, de Gus Van Sant).
Betty Anne Waters es nombre de mujer, no nos trastoquemos y pensemos que es una agencia matrimonial, por ejemplo. La cinta trata sobre una mujer, ama de casa, que lucha desesperadamente para sacar a su hermano de la cárcel, que cumple condena por un delito que no ha cometido. Como siempre en estos desaguisados, el chico, Kenny Waters, estuvo en el lugar equivocado en el momento más inoportuno, frase recurrente que encuentra cobijo, de nuevo, en la trama.
Así, Betty Anne decide sacarse la carrera de Derecho, previa aprobación del examen para mayores de 25 años. Pasan los años, pasan los años, pasan los años… Licenciada, se convierte en la representante legal de su hermano. Por el camino ha dejado a su pareja, que cogió los bártulos y se fue de casa, incapaz de pisar los talones a una loca dispuesta a combatir el sistema penal hasta sus propios tuétanos. Betty se centra en el caso que la ocupa con su amiga Minnie Driver (Abra Rice en la película, un papel secundario que ejecuta a la perfección, como en su día corría el Tour Prudencio Indurain a las órdenes de su hermano Miguel, al que asistía). Y con la ayuda inestimable del abogado Barry Scheck, del Proyecto Inocencia. Con nuevas posibilidades en la era de los avances científicos y técnicos, se agarran a la prueba del DNA como a un clavo ardiendo. El inconveniente, recuperar las ropas y los indicios del juicio, destruidos, aparentemente, después de 10 años. Como viene siendo habitual, la justicia va lenta. En esto, Estados Unidos y España están unidos. Las pruebas no se destruyeron. Lo saben porque, igual que dos buenas reporteras de sucesos, Betty y Abra visitaron las oficinas estatales encargadas de su custodia.
¿Dónde está la percha periodística? O ¿por qué el director Tony Goldwyn —a quien se recordará por su papel de malo en la repelente, por cursi, Ghost— ha decidido llevar al cine esta historia muy del american way of life? Porque tiene los ingredientes necesarios para que capte la atención primigenia del espectador, su compasión y su simpatía.
Betty Anne Waters guarda semejanzas con En el nombre del padre (Jim Sheridan, 1993) por ser la lucha de quien, por encima de todo, desea la verdad. Ahí radica su valor innegable. La verdad. O el destino que nos azuza para que averigüemos la verdad, para que la alcancemos. No en vano, el título original de la película es Conviction (La convicción; nunca sabré por qué los nombres varían tanto en las traducciones). En este caso, el preso, de alguna manera, está fuera de la cárcel: Hilary Swank se encierra en sí misma, “sacrifica su vida”, dicen sus hijos ficticios.
Lo cierto es que Kenneth, el hermano de Betty, no mató a nadie, pero lo cierto es que no se ha detenido aún al asesino de la joven Cejas Katharina. Lo cierto, entonces, es que un asesino anda suelto.
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