ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Año de producción: 2010 |
SINOPSIS
Hermano narra una historia sencilla y poderosa de dos hermanos –Daniel (Fernando Moreno) y Julio (Eliú Armas)— que luchan por convertirse en futbolistas profesionales. Daniel es un delantero excepcional, un fenómeno. Julio es el capitán del equipo, un líder nato. Ambos juegan al fútbol en el barrio La Ceniza. La oportunidad de sus vidas llega cuando un cazatalentos del Caracas Fútbol Club les invita a unas pruebas en el equipo. Pero la vida del barrio se interpone y una tragedia les sacude.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín. COPE]
Daniel (Fernando Moreno) y Julio (Eliú Armas) son dos hermanos del marginal Barrio La Ceniza, de Caracas, que ansían convertirse en futbolistas profesionales. Abandonado en la calle cuando era un bebé, Daniel fue recogido por la madre de Julio, Graciela (Marcela Cirón), y se ha convertido en un joven inteligente y pacífico, y en un delantero excepcional. Por su parte, Julio es un líder nato, el capitán del equipo local y un poderoso centrocampista; pero tontea con el violento mafioso del suburbio, para el que hace diversos trabajitos relacionados con el narcotráfico. La oportunidad de sus vidas les llega cuando un cazatalentos del Caracas Fútbol Club les invita a hacer unas pruebas. Pero el destino se interpone en su camino.
Colón de Oro a la mejor película en el Festival de Huelva 2010, Premio a la mejor opera prima en La Habana 2010, Premio del público y de la crítica en Moscú 2010 y galardonado en otros muchos festivales, este primer largometraje del venezolano Marcel Rasquin goza de un vigor narrativo y dramático sorprendente. Obviando el contexto político chavista y procurando sortear el impostado pesimismo de una buena parte del nuevo cine social, Rasquin se centra en el drama íntimo de sus dos protagonistas, y subraya su lealtad y dignidad a pesar de las tremendas circunstancias que les rodean. En este sentido, el filme es más una fábula moral que una película de denuncia, con los lazos familiares, la ilusión profesional, la sana competición deportiva y las virtudes personales como contrapesos ante la terrible inercia deshumanizadora de la cultura de la violencia, la droga y el sexo. En este sentido, también cabe elogiar su respetuoso tratamiento de la religión y su valiente reivindicación de la gratitud por la vida frente a la brutal presión del aborto.
Todo ello lo encarna con sangrante veracidad un reparto lleno de no actores, y lo traduce en imágenes una poderosa puesta en escena naturalista, con abundante cámara en mano y un montaje angustioso, cercana a la de otras destacadas películas iberoamericanas, como Estación Central de Brasil, Amores perros, María, llena eres de gracia, Ciudad de Dios o Tropa de élite. Eso sí, el tono es sórdido, descarnado, con un tratamiento hiperrealista de la violencia y el sexo, a veces cercano al de Tarantino. Pero Rasquin no se regodea en esas sombras, sino que las emplea para contrastar mejor las luces deslumbrantes con que prefiere quedarse. Le hubiera venido bien a este filme una mayor contención formal; pero, tal y como está, es una película notable, que obliga a esperar con interés el siguiente trabajo de este joven realizador.
[Julio Rodriguez Chico – La mirada de Ulises]
El gol de la vida
La cámara de Marcel Rasquin nos acerca en Hermano a un barrio marginal de Caracas, con la pobreza y la violencia callejera a la orden del día hasta el punto de que sobrevivir se convierte en una batalla diaria. Allí vemos cómo un bebé abandonado entre la basura es recogido por una mujer y su hijo pequeño. Años después, Julio y Daniel son dos hermanos inseparables… y también columna vertebral del equipo de fútbol de “La Ceniza”. En esos años de juventud se les abre una puerta a la tragedia y también otra a la gloria… cuando tienen la oportunidad de fichar por el equipo profesional de la capital, y poder así huir de ese lugar de muerte.
De nuevo, el deporte como metáfora de la lucha por la vida y también como ejemplo de solidaridad para salir juntos adelante. Pero lo original en Hermano es la manera en que Rasquin integra esa historia de fraternidad y de espíritu de superación en un entorno concreto, pues logra levantar una radiografía social de las barriadas más pobres de Venezuela: allí los niños juegan con un balón de la misma manera que lo hacen con las armas, y su futuro pasa por ir de la mano del mafioso que domina con la fuerza y el miedo… o irse del barrio. El estilo realista de una cámara nerviosa y de una fotografía sucia y quemada, el montaje dinámico y la puesta en escena que recrea ambientes suburbiales, y una música que transmite toda la violencia y el ritmo trepidante de un mundo asfixiante… crean un marco verosímil para una historia dura, nada dulce ni complaciente pero sí esperanzada.
La vida de Julio y Daniel no es fácil… pero la ven como un regalo del cielo. De ahí el sentimiento de gratitud del pequeño futbolista hacia quienes le rescataron de la basura, y también su voluntad de ayudar a la adolescente embarazada que se plantea abortar. Esta subtrama romántica de la joven pareja no tiene la fuerza ni el recorrido de la que existe entre los hermanos y está insertada de manera deficiente en la historia central, pero queda justificada por el deseo de trazar un lienzo social donde la vida está amenazada de continuo. Más conseguida está la relación entre esas “familias” a las que el fútbol y otras actividades no tan inocuas como la droga o la delincuencia. El punto de vista de Daniel y su inteligente y sacrificado silencio es la óptica adecuada para contemplar esta historia de dolor y amor de dos hermanos… que podían firmar un contrato por separado de héroe o villano, pero cuyo destino está unido.
Las escenas de los partidos de fútbol están bien rodadas, aunque resultan convencionales y previsibles y se excede con algunos ralentís algo pretenciosos. En cambio, el montaje del “uno contra uno” en que los dos hermanos se juegan su futuro hace que la escena tenga fuerza y que anticipe la tensión del desenlace. Buena interpretación del joven Fernando Moreno que, aparte de intensidad y expresividad dramática, demuestra tener buen dominio del balón, y aceptable la de Eliú Armas en un papel que en ocasiones pierde credibilidad y queda algo forzado. En definitiva, Venezuela se suma al cine de corte realista que llega de América, con una película bien escrita y que se sabe mover entre los sueños y la adversidad, que nos da un balón de fútbol como arma para vencer en el campo de batalla y meterle un gol a la violencia con el amor a la vida y la familia.