![]() |
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Extremely Loud and Incredibly Close |
SINOPSIS
Oskar Schell, un niño precoz de once años, es inventor, diseñador de joyas, astrofísico y pacifista. Tras la muerte de su padre en los atentados del 11 de septiembre de 2001, Oskar encuentra un misterioso sobre con una llave y se lanza a la búsqueda de la cerradura que esa llave puede abrir.
¡Debate esta película en nuestros foros!
CRÍTICAS
[Juan Orellana. Pantalla 90]
El polifacético director inglés Stephen Daldry (Billy Elliot, Las horas, The Reader) afronta su proyecto más melodramático en esta cinta protagonizada por el niño Thomas Horn, al que secundan Tom Hanks, Sandra Bullock y el incombustible Max von Sydow. Oskar es un chaval feliz, a pesar de su extraña inteligencia y conducta típicas del síndrome de Asperger. Tiene una relación muy buena con su familia, especialmente con el padre, un joyero con el que vive intensos juegos de aventuras. El 11-S, su padre fallece en las Torres Gemelas, y eso genera un terremoto emocional en Oskar y en su madre. Y es que Oskar necesita sentir la presencia de su padre a toda costa.
La película mira con lupa el proceso de duelo de Oskar, y subraya la necesidad del chaval de encontrar un sentido al absurdo asesinato de su padre. Al mismo tiempo el niño necesita replantearse la relación con su madre, de la que se va distanciando paulatinamente. La película ensalza las relaciones familiares, la importancia de los vínculos y la necesidad de perdonar y ser perdonados. Por otra parte, la cinta participa de ese deísmo tan americano, que no rechaza una cierta religiosidad, pero que no se puede llamar cristiana.
La película está magníficamente rodada, montada e interpretada, aunque sus vueltas de tuerca melodramáticas son a menudo evidentes. Es quizá excesivo su metraje y el uso de la voz en off, pero en conjunto es una película interesante, conmovedora, bastante redonda y que muestra el lado humano y personal de los atentados del 11-S.
Tristeza infantil
Thomas, Linda y su hijo Oskar forman una familia muy unida, que vive en Nueva York. Oskar adora a su padre, y la unión entre ambos es completamente idílica, se compenetran a la perfección. Thomas es joyero y Oskar es un chaval muy, muy despierto, avispado como un adulto, o más si cabe. Sin embargo, un día en la vida de Oskar se convertirá para siempre en “el peor día”: el 11 de septiembre de 2001. Y es que su padre estaba en una de las torres gemelas. Después de la tragedia Oskar está descolocado, no encuentra consuelo en su madre, y tan sólo su abuela, que vive al otro lado de la calle, parece tener algo de conexión con él. Mientras, el hallazgo de una misteriosa llave en el cuarto de su padre puede darle al chaval algo en que ocupar su tiempo: encontrar la cerradura correspondiente. Cada día Oskar recorrerá Nueva York con ese objetivo.
Tras su brillante debut con Billy Elliot (Quiero bailar) el director británico Stephen Daldry abandonó el mundo infantil para centrarse en la vida de los adultos, con dramones tremebundos como Las horas o The Reader (El lector). Ahora regresa al difícil universo de la niñez, aunque no abandona el terreno más dramático, donde mejor se mueve, y para ello adapta una novela de Jonathan Safran Foer, autor que hizo posible esa extraña joya titulada Todo está iluminado.
Con la tragedia del 11-S como pesada atmósfera que lo envuelve todo, Daldry centra su discurso en la paternidad con el personaje modélico interpretada por Tom Hanks, un padre absolutamente perfecto a ojos de su hijo (y del espectador). En realidad, Daldry “usa” ese personaje para imprimir optimismo acerca de la libertad humana, al margen de amargos y supuestos predeterminismos. Las personas somos capaces de dar mucho amor, dice el film, aunque quizá no lo hayamos recibido cuando más lo necesitábamos… Daldry cala hondo además al describir la imposibilidad de nuestra limitada inteligencia para explicar sucesos que escapan a cualquier razonamiento. La metáfora de la llave se manifiesta así como un gran Macguffin que sobrevuela sobre la desesperada búsqueda del sentido de la vida, escenificada en las andanzas del pequeño Oskar.
Con razón puede achacársele a Daldry que quiera conmover demasiado, que se regodee en la pesadumbre. El tema lo exige, claro, pero este enfoque sentimental deliberado “canta” excesivamente en tres escenas concretas donde la congoja se anuda en la garganta del espectador. Quizá eran necesarias o quizá no… cada cual tendrá su opinión. Las interpretaciones son buenas, verosímiles al cien por cien. El chaval debutante Thomas Horn borda su desconcierto absoluto, con esos tics verborreicos y su tozuda e insoslayable búsqueda. Y como ya hizo en Crash y The Blind Side (Un sueño posible) Sandra Bullock vuelve a demostrar que es una actriz maravillosa en el género dramático y desde luego ofrece un colofón maternal para enmarcar (quizá lo mejor del film). Menos justificada parece la nominación al Oscar del veterano y magnífico Max Von Sydow, cuyo papel, aunque muy sentido, también resulta algo plano.
¡Debate esta película en nuestros foros!