Os presentamos la nueva película del cineasta italiano Nanni Moretti, en esta ocasión con una historia familiar de tintes autobiográficos. Película seria y sensible, aunque totalmente cerrada a un planteamiento trascendente de la existencia.
ESTRENO Título Original: Mia Madre (My Mother) |
SINOPSIS
Margherita, una directora de cine políticamente comprometida, está a punto de separarse de Vittorio, un actor con el que tiene una hija adolescente. Su hermano decide dejar el trabajo para dedicarse a cuidar a su madre, gravemente enferma en el hospital. La enfermedad de la ‘mamma’ y el proceso de asimilación de su inevitable pérdida alterará completamente la vida cotidiana y emocional de sus hijos.
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CRÍTICAS
[Juan Orellana. Pantalla 90]
Un alma dividida
El famoso director y actor Nanni Moretti, al que llevábamos tiempo sin ver en nuestras pantallas (Habemus Papam, La habitación del hijo…) nos ofrece un drama personal, dedicado a su madre, en el que sin duda hay muchos elementos autobiográficos.
La primera pista es que la protagonista, Margherita (interpretada magníficamente por Margherita Buy), hace el papel de una directora de cine social, una mujer políticamente comprometida, como precisamente ha sido siempre Nanni Moretti. Margherita se está divorciando de Vittorio, un actor, con el que tiene una hija adolescente, Livia. El hermano de Margherita (Nanni Moretti) decide dejar el trabajo para dedicarse completamente a su madre, gravemente enferma en el hospital. Curiosamente también Moretti se divorció de una actriz de tres películas suyas (Silvia Nono) y con la que tuvo un hijo que cumplirá ahora 20 años. Así pues estamos ante un filme que nace del corazón de Moretti, de sus sentimientos de hijo, y que quizá quiera rendir homenaje a su madre a la vez que alcanzar una cierta catarsis personal.
Mia madre se centra en el alma dividida de la protagonista, que debe atender a su absorbente trabajo y cuidar a su hija adolescente, a la vez que acompañar a su madre en el tramo final de su existencia. La película no se recrea en culpabilidades ni ofrece un cargante psicoanálisis, solo habla del amor y del sufrimiento, desnudos, sin discurso, a lo Moretti (recordemos La habitación del hijo). Pero también, como en aquella cinta sobre la muerte –no de una madre sino de un hijo– se echa de menos una mínima apertura a las preguntas de sentido y a la trascendencia.
Este tono dramático está compensado con el humor característico del director, en este caso servido a través del personaje de Barry Huggins (John Turturro), que hace de actor inseguro e histriónico en el rodaje que dirige Margherita. Esta aportación cómica es arriesgada pues no está claro que engarce bien con el tono dramático del film. En cualquier caso, estamos ante una película muy humana, que ofrece una mirada realista y positiva sobre la familia, y que obtuvo el Premio SIGNIS del Jurado Ecuménico en el Festival de Cannes, así como dos David de Donatello para las dos protagonistas femeninas.
[Enrique Chuvieco. Pantalla 90]
Objetivos, deseos, ilusiones…; los afanes de la vida se filtran cuando los avatares finales de la vida afectan a quien amamos. Eso le sucede a Margheritta (Margherita Buy: No basta una vida, La desconocida, Viajo sola…) cuando la dicen que a su madre la queda poco tiempo de vida en Mia madre, del director Nani Moretti, también actor en su última película.
Unos obreros enfrentados con la policía por el cierre de su fábrica abre esta cinta del también coguionista Moretti (Habemus Papam, Abril, La habitación del hijo…), que resulta ser el rodaje de una película social, contrapunto para observar los sentimientos enfrentados de Marguerittta, quien dirige el filme, ante el final de la vida de su madre, Ada (Giulia Lazzarini: Capitán Basilico, María Montessori, Casa di bambola…). Ante esa situación, todo queda reducido, a pesar de continuar con el rodaje, y brota su rebeldía y su desconocimiento del significado del vivir cuando afirma dolorosamente «no entender nada».
En ese camino, la acompaña y sostiene su hermano Giovanni (Moretti), quien permanece con la cabeza fría para ocuparse de los detalles que hagan más confortable los últimos momentos de su madre.
En declaraciones, Moretti no oculta lo que hay de su vida personal fuera de la ficción en Mia madre, pues, como en esta, su propia madre ejercía el mismo oficio que la protagonista y recibió similares alabanzas. «Me da vergüenza —reconoce— hablar de mi verdadera madre pero es verdad que había generaciones enteras de antiguos alumnos que seguían visitándola para hablar de todo. Esto lo supe después de su muerte. Nunca tuve puntos de apoyo y referencia entre el profesorado».
Aunque la trama principal del filme es la anticipación del duelo en las relaciones paterno-filiales y la finitud de la vida, hay también espacio para abordar el cine social y las excentricidades de los actores. Esto lo interpreta convincentemente Barry Huggins (John Turturro: Exodus, Aprendiz de gigoló, Vidas contadas…), llegado de Estados Unidos para encarnar al empresario que quiere cerrar la fábrica.
Incapaz de memorizar los textos del personaje que interpreta, su ego descomunal arremete contra factores ajenos y maltrata al personal técnico del rodaje, que aguanta pacientemente sus improperios. Sin embargo, llegará reconocer —cuando conoce la suerte de la madre de Margheritta— que lo verdaderamente importante es la realidad y no la ficción.
Mia madre es un alegato feroz para considerar lo contingente de la vida, en la cual todo se esfuma cuando nos acercamos, o alguien querido, al momento final. Y esto es pertinente, pero echamos en falta que el significado del existir (trabajar, amar, educar, desear, sufrir…) quede reducido exclusivamente al reconocimiento recibido, cerrando las puertas a cualquier planteamiento que, con ser muy significativo, transcienda este planteamiento.
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