El Rey de reyes | ¿Digna animación bíblica?

Gabriel Sales

Licenciado en Periodismo, Máster en Comunicación y Branding Digital, Máster en Matrimonio y Familia y Máster en la Unión Europea. Apasionado comunicador y crítico de cine, personalista practicante y absoluto seguidor del séptimo arte más reflexivo. Cada película es una ventana hacia nuevas perspectivas y emociones, no subestimemos las historias que retan nuestro acomodo mental.

¿Puede una película animada sobre Jesús, narrada por Charles Dickens, emocionar y hacer reflexionar a creyentes y no creyentes en pleno 2025? El Rey de reyes aparece como una pieza de animación religiosa que huye del habitual ejercicio de rutinaria didáctica y prefiere irrumpir con la sana ambición de centrar la figura del Mesías con respeto y apertura universal. Eso sí, a través de la pedagógica mirada del famoso escritor inglés hacia su hijo. Tras arrasar en Estados Unidos, el 12 de septiembre de 2025 llega a nuestras salas, por mano de Angel Studios, una propuesta con muchas más luces que sombras y un aporte narrativo claro al género.

¿El corazón? La transmisión de la fe

Comencemos este análisis con la poco usual premisa de El Rey de reyes: Charles Dickens narra la vida de Jesús de Nazaret a su hijo Walter, un niño más devoto de las aventuras de caballería como El Rey Arturo. Los guionistas Rob Edwards y Seong-ho Jang (también director) aprovechan esta rareza para conectar generaciones; no hace falta pensar mucho para referenciarlo a nuestros jóvenes contemporáneos, más amistosos con la superficialidad de Marvel que con una joya de Malick. Como decía, este recurso literario recoge la fibra humanista del relato bíblico y lo aproxima acertadamente a los públicos menos adultos. Eso sí, la dificultad está en no caer en el clásico sermón mientras equilibras el guion entre fidelidad y frescura.

No cabe duda de que una de las mayores virtudes de la cinta está en fructificar la figura de Dickens como terreno apropiado para que el Evangelio pueda fecundar; recordemos aquello de los talentos. Porque más allá de lo épico y ético, el film cruza la frontera de la trascendencia llevando el mensaje cristiano a todos, sin excepción. Aquí está en juego la transmisión de la fe, el valor de la memoria y la importancia del prójimo. Pero sin parecer artificial, manteniendo la genuinidad sin someterse a la solemnidad de otras producciones religiosas.

Cercanía y honestidad

No es ningún secreto que El Rey de reyes se ha logrado con 15 millones de dólares; a la vista está que visualmente no puede (ni debe) competir con gigantes como Disney o DreamWorks. ¡No importa! Porque prioriza una animación colorida y cálida, cercana a los cuentos infantiles ilustrados. Sacrifica el habitual despliegue técnico de los estudios multimillonarios para asumir una identidad propia, coherente con sus premisas, nutrida de una composición que permita el símbolo y la emoción.

Su presupuesto tan ajustado hace que algunos movimientos no se vean del todo terminados, o que algunos fondos queden estáticos. Algo que merma la experiencia individual frente a la gran pantalla, si bien es cierto que la honestidad, el cuidado y la sutileza del conjunto compensan de lejos las carencias.

Donde sí se eleva el nivel sobremanera es en el reparto de voces, todo un lujo. Estamos ante uno de los mayores atractivos, evidentemente en versión original, con Oscar Isaac haciendo de Jesús o Kenneth Branagh encarnando a Charles Dickens. Elevando la propuesta coral están nombres como Uma Thurman, Pierce Brosnan, Mark Hamill, Ben Kingsley o Forest Whitaker. Los intérpretes han dotado a la cinta de una inmensa riqueza en matices, lo que acrecienta la profundidad.

Jesús para el mundo entero

El Rey de reyes parte de una vocación evangelizadora para finalmente desarrollar con elegancia y libertad un relato abierto. Es realmente complicado respetar al máximo los Evangelios, exprimir su potencia kerigmática y llevarla a la sociedad actual, al menos sin parecer moralista. Más cuando te tomas licencias para adaptar el material original al formato cinematográfico sujetado a la narración del escritor británico. Encomiable cómo valores de compasión, perdón y esperanza impregnan una obra que dialoga con cualquier persona dispuesta a recibirlos. Fondo y forma se dan la mano para traspasar la pantalla.

A modo de conclusión, dejo claro que El Rey de reyes no aparece como una revolución del cine religioso, sino como un excelente aporte que, con sensibilidad extrema, bastante creatividad y respeto por el público, traslada la figura de Jesús a la gente del 2025. Una película imperfecta pero valiente y necesaria.