Un profesor inglés llega a Argentina en 1976, en plena dictadura de este país, para dar clases en un colegio. Su vida es triste porque murió su hija. Una semana se va de vacaciones con un compañero de trabajo, conocen a dos chicas y él entabla relación con una de ellas.
Paseando por el mar se encuentran con un pingüino que está a punto de morir por un vertido de petróleo. Se lo llevan a la habitación del hotel, pero ella le dice que está casada y que no puede engañar a su marido, por lo que lo deja y se queda solo con el pingüino. El protagonista de esta historia —que fue un caso real— interpretado por Steve Coogan, se queda solo con el pingüino, que no quiere despegarse de él, mientras que él intenta donarlo a un zoo.
Poco a poco nace una gran amistad entre este profesor y el pingüino, que transforma su carácter y su vida. Incluso se lo lleva a las clases, donde los alumnos lo cuidan y le dan de comer. En una de las clases, para que el pingüino fuera “el más alto de la clase”, todos los alumnos se acuestan en el suelo: qué gran escena.
La película también trata de la dictadura argentina y de las Madres de Plaza de Mayo. Es un largometraje del Reino Unido, entrañable, que habla de la amistad, la generosidad y que va de menos a más, con buena actuación de su actor principal Steve Coogan. Resulta curioso ver una película ambientada en Argentina con todos los actores hablando en inglés.
Muy buenas interpretaciones de sus secundarios. Es una película dulce, emotiva y dirigida a todos los que quieren cambiar su vida para ver el mundo desde otra perspectiva. Destaca una gran escena de dos profesores hablando con el pingüino a solas, a modo de terapia.