Ganadora de la mejor película en el Festival de Toronto, está dividida en tres partes y lo sorprendente de esta película del género fantástico, ciencia ficción y realismo mágico, es que cuenta la historia de Chuk en orden inverso. La primera parte es cuando los móviles no funcionan, ni los coches, y no hay luz. ¿Es el final del mundo? Y Chuck, ya muerto, está en todas partes: en los bancos, en las calles, en la publicidad, como si fuera un dios.
La segunda parte es cuando el protagonista aún está vivo. Es un ejecutivo que va con su maleta por la calle, en un cruce se encuentra con una chica que se gana la vida tocando una batería. Él empieza a bailar con la música y se une a ella; la chica había dejado a un novio. Qué gran baile, tan bonito como Cantando bajo la lluvia (1952) o la mejor escena de Otra ronda (2020).
La tercera parte es la vida de Chuck en su infancia y adolescencia, la vida con sus abuelos y el gran misterio de una habitación a la que nunca se puede entrar. Esta película mágica está basada en un relato de Stephen King y las tres historias son muy diferentes. Gran fotografía, actuación del actor principal, de muchos secundarios, y un espectacular Cody Flanagan en su etapa de infancia.
Es un largometraje que funciona como una elegía luminosa sobre la vida, el tiempo y la inevitabilidad, y explora temas filosóficos y matemáticos. La fugacidad de la existencia humana y la importancia de valorar cada momento es el significado de esta historia, que se ejemplifica desde varias perspectivas: científica, histórica, práctica en la vida, la fuerza de la música, el baile, la relación con los demás, las ganas de vivir.
Es una película que reside en el gran misterio de la vida, en el querer saber el futuro sin olvidarnos de que hay que vivir más el presente. Una película que llega muy tarde a las salas y ya está entre las 20 mejores películas del 2024.
Puntuación: 8 sobre 10.