François Ozon se supera a sí mismo con su película número 27 de su filmografía, siendo quizá la mejor de todas. Ya en 2024 nos trajo la gran película Cuando cae el otoño, y ahora presenta El extranjero, adaptación de la obra de Albert Camus. Filmada en blanco y negro, como lo hizo en su obra maestra Frantz (2016), es la película número 120 filmada en blanco y negro desde 1980.
La acción transcurre en Argelia en los años 30; un personaje, el apático francés Meursault, acababa de enterrar a su madre y no suelta ni una lágrima; luego se va a dar unos baños en la playa y encuentra a una conocida, la invita al cine y empiezan a salir. Es la vida de un ser que casi no tiene alma, nada le importa. Si le proponen matrimonio, dice que sí, aunque no esté enamorado. No tiene sentimientos, tiene su propio mundo, nada le importa. Su gran amigo, el actor Pierre Lottin, hace el papel de un hombre sin escrúpulos, ¡vaya par!
Es una película de muchos silencios, en los primeros 30 minutos el actor principal sólo dice cuatro palabras; la primera hora es una película más del montón, pero los últimos 45 minutos su director consigue cine en estado puro. El juicio, el encuentro del sacerdote con el preso para hablar de Dios, pero él no cree en Dios y allí está la lucha de los dos personajes, en una escena brutal cada uno defendiendo sus criterios y valores de la vida.

Con una fotografía exquisita, esta película solo se podía hacer en blanco y negro, con unos actores que cautivan y cuando uno va viendo la película parece que está leyendo el libro. ¡Qué gran escena al final!, cuando el director resucita a su madre para hablar con su hijo y la escena de los dos guardias para llevarlo al verdugo, poesía pura y quizá unas de las 500 mejores escenas del cine mundial.
Es muy difícil decir si es una película diez, pero por sus últimos 45 minutos estará entre las diez principales películas del 2025. Demuestra que a veces la primera hora de una película parece ser normal, pero hay que verla entera porque el director necesita una narrativa necesaria para redondear una gran película y desnudar el alma del protagonista. Fotografía, ambientación, vestuario, montaje y dirección, todo diez.







