La Ultima Legión
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Dirección: Doug Lefler. |
SINOPSIS
En el 476 después de Cristo, el Imperio Romano está amenazado por los bárbaros. En la víspera de la ceremonia de coronación que convertirá al joven de doce años Romulus Augustus en emperador, su padre Orestes se niega a aceptar las peticiones del general bárbaro Odoacer, protector de Roma. Orestes, preocupado por la seguridad de su hijo, nombra a Aurelius su guardia personal. Esa noche, Aurelius y sus legionarios se enfrentan al peligro: Odoacer y su ejército bárbaro traicionan a Roma y toman la ciudad. Con la ayuda de los valerosos hombres de Aurelius, el joven César escapa de la ciudad para pedir ayuda a la última legión que todavía es fiel a Roma: la novena legión en Bretaña.
CRITICAS
¿Qué pasó con Rómulo Augustulo, el último césar del Imperio Romano de Occidente? Tenía sólo 15 años cuando los godos de Odoacro conquistan los restos del Imperio en Italia, y encierra al muchacho en la localidad de Lucullanum en el año 476. Y ahí se le pierde la pista, en la confusión de la época.
Esto le permite al novelista italiano Valerio Massimo Manfredi especular en su novela: ¿y si el joven Rómulo escapó, y fue a Britania buscando una última legión fiel, y se convirtió así en el Pendragon, padre del Rey Arturo?
Esa es la tesis que asume la película, con algunos errores históricos: en el film muestran a Roma como capital (en esa época era Rávena, al norte de Italia), dicen que la fecha es el 460 (debía ser el 475-476), Rómulo es demasiado joven (unos 12-13 años en vez de los 15-16 que corresponderían).
El grupo de héroes
El muchacho césar (Thomas Sangster) será liberado de su prisión por el general Aurelius (Colin Firth, el galán de la serie clásica de la BBC de "Orgullo y Prejuicio"), algunos soldados leales a Aurelius, el sabio filósofo Ambrosinus (Ben Kingsley, que hizo de Faraón y de Moisés en sendos capítulos de la serie La Biblia) y una letal guerrera de la India que domina las artes marciales ancestrales de Kerala en su máximo nivel, interpretada por la hermosa actriz de Bollywood Aishwarya Rai.
El conjunto es una especie de "compañía del Anillo": el rey, el mago, el pequeño a proteger y la guerrera, que es una especie de Legolas, puesto que pertenece a "otro mundo", en cuanto a elegancia, y estilo de lucha. También hay deudas respecto a "El Señor de los Anillos" en la fotografía: el cruce de los Alpes es clónico de las Montañas Nubladas en las películas de Peter Jackson, y para expresar la decadencia de Roma se usan cabezas colosales y estatuas colosales, que tienen más de atlante (o númenóreano) que de romano, también en la línea de las películas del Anillo.
La película es muy digna como film de aventuras y se puede ir a ver en familia con niños de 7 años o más. Los combates son vigorosos, pero no sanguinarios (la sangre se derrama "fuera de cámara"), aunque es censurable que un par de personajes positivos maten a sangre fría a unos enemigos.
La batalla final, en la que unos mil bárbaros se enfrentan a unos britano-romanos atrincherados en la muralla de Adriano y los restos de la última legión britana, está bien desarrollada y es bastante creíble, aunque muy lejos del antiguo cine de romanos tipo "Espartaco" e incluso de la batalla inicial de Gladiator. Los britano-romanos de "la última legión", sin ser muchos, maniobran, forman en tortuga, en fin, hacen algunas de esas cosas que uno quiere ver hacer a una legión.
En cuanto al romance entre Aurelius y la guerrera india, es previsible y sin misterios. Antes de la batalla final se acostarán, algo poco creíble: las tradiciones guerreras -y futboleras- de todo el mundo lo desaconsejan porque da mala suerte en combate. Visualmente es lo más casto que hemos visto en el cine en años: ella entra vestida en la cama, se besan y se acaba la escena. Al parecer, las estrellas de Bollywood consiguen imponer su recato y pudor al desnudo rutinario de los guiones occidentales.
Pero, ¿a quién sirven?
Lo que no entendemos es exactamente por qué luchan los héroes. En la arenga a las tropas antes de la batalla final, Aurelius dice que Roma encarna la libertad frente a la tiranía del bárbaro Vortigern, pero nos suena a hueco.
¿Qué Roma es esta? No es la Roma pagana, imperial, conquistadora. Tampoco es la Roma cristiana: el cristianismo brilla por su ausencia en toda la película, excepto por una crucecita en la corona de Rómulo. Tampoco se lucha por un sueño de justicia y ley (como en las películas artúricas clásicas), ni por un "Reino del Verano", ni por un rey para Britania, ni por la civilización frente a la barbarie. Los héroes no nos parecen realmente heróicos porque no tienen un motivo creíble.
En la "Excalibur" de Boorman el Grial se aparecía a Perceval y preguntaba: "¿cuál es el secreto del Cáliz, a quién sirve?" Es la clave de la cultura de los caballeros y de la cultura cristiana: ¿quién es tu Señor, cuál es tu causa, a quien sirves? Porque "quien quiera ser primero, que se haga servidor". Arturo sirve a Dios, al pueblo, a la Ley (frente a la arbitrariedad de la fuerza). Los caballeros sirven a Arturo, a Camelot, a Logres, a su sueño, a su dama… Poco o casi nada aparece de esto en la película que estamos comentando.
Falta magia
Tampoco está logrado el tema de la magia, la ligazón artúrica ni el siempre elusivo sabor celta. "La Última Legión" está mucho mejor que en la infumable película "El Rey Arturo" de hace pocos años (anticristiana, antiromana, sin medios técnicos y con un guión delirante) pero no llega para nada a sugerir la magia de "Excalibur" de John Boorman, cuya escena final copia, un cuadro congelado que sustituye al joven Mordred muerto a manos del viejo Arturo por el godo Wulfila muerto a manos de Rómulo, con un sol rojo del fondo.
Ben Kingsley hace un buen trabajo como Ambrosinus, pero la verdad es que es un personaje truncado: no hace verdaderamente magia, sino trucos. Parece una especie de druida, de una sociedad secreta que busca la espada mágica de Julio César (Excalibur). Hace discursos sapienciales, que a veces hablan del destino, otras veces de sacrificio, pero sin un sustrato claro, ni celta ni cristiano. No está claro en que cree ni por qué merece la pena luchar. Demasiado poco para ocupar el lugar de un Gandalf o de un Merlín.
En conclusión: aventuras dignas, pero será insuficiente tanto a los amantes del mundo romano como a los enamorados del género artúrico, y mucho más a los que les gusta el género "Eras Oscuras frente a restos de la vieja Roma con contexto celta". Éstos no quedarán saciados. He aquí un subgénero popular en la literatura actual (la fantasía histórica-artúrica) que el cine todavía no ha explotado. Aún nadie ha superado el clásico Excalibur de Boorman.