Dirección: Elie Chouraqui. |
SINOPSIS
Recrea la creación del Estado de Israel en 1948 a través de la historia de dos amigos, uno árabe y otro judío. Contada desde diferentes puntos de vista, en el filme se mezclan valor, violencia, política y un fuerte sentido de la moralidad. Su historia les lleva desde las calles de Nueva York a Tierra Santa, donde arriesgan sus vidas luchando por lo que creen. La película está basada en datos históricos extraídos del best-seller «Oh, Jerusalén», escrito por Larry Collins y Dominique Lapierre.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
El judío Bobby Goldman y el palestino Saïd Chahine son dos amigos estadounidenses que deciden trasladarse a Palestina para ayudar a sus respectivos pueblos en la nueva etapa que comienza tras la Segunda Guerra Mundial. Pero, poco a poco, la situación se va enrareciendo entre judíos y palestinos, mientras las tropas británicas se van retirando y en la ONU se acerca la votación sobre la creación de un nuevo Estado para los hebreos. Finalmente, el 14 de mayo de 1948, el judío polaco Ben-Gurión proclamó en Tel Aviv la independencia del Estado de Israel. Un hecho que provocó, sobre la marcha, la declaración de guerra al nuevo Estado por parte de siete países árabes: Egipto, Siria, Jordania, Líbano, Irak, Arabia Saudita y Yemen. Fue el inicio de la denominada Guerra de Independencia de Israel.
Esta producción europea es demasiado pequeña y episódica para satisfacer a los millones de lectores del best seller que escribieron en 1971 el francés Dominique Lapierre y el estadounidense Larry Collins. Una apasionante, documentada y larguísima crónica novelada, que hubiera exigido una superproducción de Hollywood a la antigua usanza. De todas formas, el guión de Elie Chouraqui y Didier Lepecheur sintetiza con vigor lo esencial de la novela, equilibra muy bien sus componentes épicos, políticos, dramáticos y románticos, y sobre todo respeta la elogiable ponderación de la obra de Lapierre y Collins, que reparte grandezas y miserias en ambos bandos, y aboga decididamente por la paz y el entendimiento mutuo. Esta ponderación es incluso más meritoria en la película, pues el francés Elie Chouraqui es judío, y podría haber tendido a una visión partidista de la compleja historia que narra.
Por lo demás, la puesta en escena del propio Chouraqui es vistosa y suficientemente espectacular, como lo era la de su anterior película, la premiada Las flores de Harrison. También los actores dan la talla, al igual que cada uno de los componentes del equipo técnico. De modo que queda una película notable, muy por encima de la media, y que permite un acercamiento equilibrado a uno de los conflictos armados que más siguen afectando a la estabilidad internacional.
Dos amigos, uno palestino y otro judío norteamericano, viven despreocupados en el Nueva York de los años 40. Ambos tienen distintos puntos de vista políticos pero esto no afecta a su amistad. En 1948, las Naciones Unidas proclaman el Estado de Israel, tras los horrores que había padecido el pueblo judío en el holocausto nazi. Entonces tanto Saíd como Bobby viajan a Tierra Santa para defender sus ideales, aunque allí se verán enfrentados.
Basada en el bestseller de Larry Collins y Dominique Lapierre, que trabajaron cinco años recopilando entrevistas y analizando información, «O Jerusalem» intenta abarcar el inicio del complejo conflicto israelí desde el punto de vista árabe, judío y británico.
El director Elie Chouraqui («Las flores de Harrison«) refleja el Jersusalén cuna de las tres grandes civilizaciones: la judía, la cristiana y la musulmana, y en consecuencia, escenario de tantas desavenencias. En el film, Chouraqui aboga por la paz y la convivencia de los distintos pueblos jugando con el significado etimológico de Jerusalén, que significa Ciudad de la Paz.
Esto se palpa en una bella escena en la que los protagonistas contemplan una panorámica de la ciudad, donde se ve cómo conviven en un mismo territorio los tres símbolos de las tres religiones: el muro de las lamentaciones, el Gólgota, ahora la Iglesia del Santo Sepulcro, y el Domo de la Roca, desde el cual Mahoma ascendió al trono de Dios. El sin sentido de la guerra, que queda patente en la película que va más allá de cuestiones religiosas «porque Dios no quiere esto», también se palpa en la amistad de Bobby y Saíd.
Sin embargo, el cineasta no se queda en «lo bonito que es la paz» ni en lo bueno que son unos y lo malos que son los otros, porque tanto Saíd como Bobby pierden seres queridos y ambos lados usan las armas, sino que muestra cómo la muerte de un judío lleva a la muerte de un árabe, y viceversa, y que la sangre derramada alimenta el odio, la violencia y la irracionalidad de los dos bandos hasta nuestros días.
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