Título Original: Rhythm Is It! |
SINOPSIS
Simon Rattle escoge “La consagración de la primavera” en su debut como director de la Filarmónica de Berlín. La orquesta está en el foso y sobre el escenario más de 250 escolares se mueven al ritmo de la música de Stravinsky en una coreografía creada para ellos por Royston Maldoom. Horas, días y meses de trabajo desembocarán en un experimento artístico y pedagógico único en el mundo. Un largo camino hasta que empiezan a apreciar el valor de la representación colectiva y la entrega, a abandonarse a la música y a utilizar el cuerpo para expresarla.
¡Debate esta película en nuestros foros!
CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE y Popular TV]
Este espléndido documental alemán describe un interesante experimento pedagógico y artístico, realizado en 2003. Para culminar su primera temporada al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín, Sir Simon Rattle pidió al coreógrafo Royston Maldoon que preparara un ballet de 250 niños y adolescentes de todas las razas, la mayoría alumnos de varios institutos públicos de la capital alemana, sin especial afición por la música clásica ni por el ballet contemporáneo. Entre todos ofrecieron en el Treptow Arena una inolvidable versión de La Consagración de la Primavera, de Igor Stravinsky, ante 2500 asombrados espectadores, que los ovacionaron a rabiar.
“Una clase de baile puede cambiar tu vida” afirma la publicidad de esta magnífica película, que se demuestra cierta a tenor de las jugosas historias personales que se van desvelando a lo largo del filme: la del director de orquesta Sir Simon Rattle, perfeccionista y genial; la del coreógrafo Royston Maldoon, cuya infancia es similar a la descrita en la película Billy Elliot (Quiero bailar), de Stephen Daldry; la de un joven refugiado nigeriano, cuyos padres fueron asesinados por motivos políticos; la de un sensible chaval del Este de Alemania, al que le da asco que le toquen; la de dos amigas —ambas de un barrio pobre de Berlín— que al principio no se toman muy en serio el proyecto; la de una sufrida profesora de instituto, que se angustia con los drásticos métodos de los coreógrafos…
Todas estas historias de alto interés humano están narradas por el alemán Thomas Grube y el español Enrique Sánchez Lansch a través de leves gestos y breves declaraciones, siempre de gran naturalidad y con un poderoso sentido dramático —también en su intencionado tratamiento fotográfico—, fruto maduro del rodaje paciente y laborioso de más de 200 horas de material. Por eso hay que elogiar también el trabajo de selección y decantación que ofrece el montaje del filme, siempre sereno y fluido, a través del que se dosifica con inteligencia las informaciones y las emociones, las primeras siempre sustanciales y las segundas intensísimas.
Queda así un ejemplo magistral de cine al servicio de la educación y la divulgación cultural, en sí de gran valor estético y muy eficaz en su aspiración de acercar a los más jóvenes la música clásica, el ballet y el arte. Además, ofrece una defensa valiente y apasionada de un atractivo modelo pedagógico, en las antípodas de frívolas apologías de la espontaneidad sin referencias morales, y basado por el contrario en el fomento de las virtudes y, sobre todo, en el exigente esfuerzo conjunto de alumnos, padres y profesores.