[José Manuel López – Equipo de Cinemanet]
El cine se ha vuelto loco. O poco le queda, vamos. Si Clint Eastwood hace una (¿mala?) película que no gusta al público medio es que algo, no precisamente bueno, se está cociendo. El cine mayoritario no arriesga y el español, concretamente, está sufriendo una de las mayores fracturas de su historia: la rotura de esa unión mágica entre quienes hacen películas y quienes van a verlas. A vueltas con lo mismo, piensa el lector. Y no le falta razón. La famosa ‘Ley Sinde‘ es el epicentro de una serie de movimientos sociales que llevan a una sola dirección: la desintegración de la industria española tal y como la conocemos a día de hoy.
Y gran parte de esos movimientos contrarios al status quo comercial se gestan en la blogosfera y en la red social Twitter. Un lugar donde perder la cabeza, como se refería hace unos días uno de los productores de Balada Triste de trompeta a su director, Alex de la Iglesia. ¿Y por qué? Por situarse en tierra de nadie, como ha hecho este último, tendiendo puentes a ambos lados del conflicto sin hallar solución posible que contente a ambos bandos. Y por dejar la presidencia de la Academia de Cine, claro. Por cierto que Gerardo Herrero, el productor de esa película que De la Iglesia está convirtiendo en estandarte de la causa (aunque no tanto como ‘V de Vendetta‘, una obra resucitada por los internautas para representar esta revolución) ha caído en desgracia por comparaciones como: “Es como si Sanidad negociase con los narcotraficantes”. Meteduras de pata que le han situado en el mismo saco que al músico Alejandro Sanz.
El lucro indiscriminado de las webs de descargas que generan ganancias gracias a la publicidad es injusto. No es legítimo aprovecharse del trabajo ajeno. Sin embargo, también es peligroso intentar poner puertas al campo. Hay que proteger a los artistas, sin ninguna duda, pero recordemos que los artistas de hoy no son los artistas del S.XX, puesto que el mismo arte ha descubierto nuevas formas de expresión y nuevas vías de exploración que convergen en Internet. Es de locos mantener una actitud gremial ante un fenómeno que ya lo ocupa todo. Porque la Red de redes es el futuro de la comunicación social, de la publicidad, del ocio, de la compra y venta, de la televisión y… del cine. O al menos, de una importante parte del mismo. Hay que proteger a los artistas, sí. Pero, ellos mismos han de evolucionar con el medio, y no obligar al medio a permanecer junto a ellos.
¿Ejemplos? En España, una de las 20 webs con más visitantes durante el año (no me pregunten visitas, imaginen millones) es Seriesyonkis. En EEUU, entre esas 20 más visitadas no hay una sola página de descarga. Sin embargo, sí esta Netflix: una empresa de alquiler de DVD que te envían a domicilio y una amplia carta streaming por un precio mensual más que asequible: 7,99 dólares. Y ante eso, sigo defendiendo un futuro para la industria basado en un modelo iTunes ‘Low Cost’, apto para cualquier bolsillo. Pues hoy en día, ¿cuántos siguen una serie de televisión en los horarios que marca una cadena? ¿Quién paga gustosamente una entrada de cine… más de tres veces por semana? Bajen los precios, cobren menos millones: adáptense.
Sobre la legalidad o ilegalidad del canon digital… mejor dejarlo de momento. Lo importante ahora es que pongan soluciones. Es que propongamos opciones que no perjudiquen a nadie.
Los fumadores de tabaco comienzan, desde aquí abajo, su noviciado para el infierno, donde se necesita estar muy acostumbrado al humo. (Francisco de Quevedo)
No es suficiente con la que está cayendo, que llega el tabaco para ahumar el ambiente. Y no me refiero a la ley que prohíbe fumar en espacios públicos y cerrados, ya que si hubo algún lugar donde se fumase más que en los bares y discotecas es en el cine español. Me refiero, por tanto, a la intención extremista de pretender ocultar el tabaco en las obras audiovisuales, en los anuncios –que por ahí se empieza todo – y en las películas. En la televisión.
Carole Lombard, Barbara Stanwyck y Myrna Loy recibieron 10.000 dólares, el equivalente a 150.000 de hoy, para respaldar la marca de Lucky Strike. Clark Gable, Gary Cooper y Robert Taylor cobraron la misma cantidad. El precio total pagado por la compañía en un año ascendió al equivalente actual de 3,2 millones de dólares. Antes la industria tabacalera pagaba su publicidad y su negocio con Hollywood era inmejorable. Durante los años 30 y 40, el tabaco como símbolo de elegancia, popularidad y glamour era adalid de hombría o delicadeza, dependiendo de quién fumase en la gran pantalla. Humphrey Bogart, Lauren Bacall, Rita Hayworth…
«El buen sabor de Lucky es tan dulce y suave como la mejor canción de Mammy jamás escrita«. Al Jolson, en la película El cantante de jazz.
Además de la ‘aportación’ del tabaco a la farándula del Star System, también hay que atribuirle otros méritos como la construcción de personajes e de historias llevadas a la gran pantalla. El tabaco perfila personajes (aunque no sean del todo brillantes como Keanu Reeves en Constantine). Un actor puede estudiar que, dependiendo de cómo sujete el cigarro, de cómo aspire y expulse el humo, puede caracterizar diferentes y variados tipos de personalidad. La sola presencia de un cigarro es capaz de presentarnos la tensión de una escena, la antesala de una catástrofe, o la sensualidad de un momento determinado. Además, claro está, de la cuestión estética: el humo que carga ambientes, la neblina de un espacio amenazante, la textura de los colores bajo su manto, la percepción de la luz que se entremezcla.
El tabaco mata, sí. Y las pistolas. Y no por ello vamos a desterrarlas del séptimo arte.
Según un estudio, en el 80% de las películas españolas aparecen escenas de tabaco, algo común también en las series de producción nacional. Y según otros muchos expertos, esa presencia incita a los jóvenes a fumar. Al igual que la serie V incitó en los 80 a que un niño inyectase sangre de lagarto a su hermano. O que otro se lanzase por la ventana al ver Superman. O como incitan las matanzas en colegios y universidades de EEUU tras visionar cintas en las que se representan esas mismas masacres. O como el Corán anima a la violencia a quienes no saben interpretarlo. O como miles de ejemplos más.
Sharon Stone en Instinto Básico, la figura amenazante en Expediente X, el coronel Hannibal Smith en el Equipo A, Groucho Marx y su puro, Sean Connery en el traje de James Bond, Audrey Hepburn (viéndola fumar, cualquiera diría que el tabaco es nocivo), James Dean, De Niro, Colin Farrell, Brad Pitt, Clint Eastwood y las tres cuartas partes de sus personajes, la reflexión que nos deja la obra Coffee & Cigarretes, Humphrey Bogart y Casablanca, Blade Runner, el magnífico inicio de Sed de Mal, la excelente serie Mad Men… ¿cuántos ejemplos harán falta para desechar la mala idea de ocultar el tabaco en la pantalla?
En este nuestro país, hay noticias que aparecen y desaparecen como las cuentas bancarias de un político. Y eso asusta. Hace poco más de diez días, leo en un periódico la noticia de que el presidente de este país anuncia la creación de un consejo censor en televisión con el objetivo de regular los contenidos que en ella aparecen. Por lo visto, todo lo que sobrepasa al Gobierno, se amordaza. En un principio, el peligro no está en la intención de este órgano que ‘velaría por el interés general’ protegiéndonos de la televisión basura. La alarma suena cuando aparece la pregunta: ¿quién decide? ¿Quién dice qué es telebasura y qué no? ¿Quién va a poner dinero para proteger su engendro televisivo? ¿Quién sabe cuánto tardará este órgano en decidir más allá de los contenidos amarillistas, para abarcar también la ficción patria? ¿Quién va a decidir qué películas pueden emitirse y cuáles no? Quien gobierne. Porque el peligro no es la intención inicial, sino el hecho de abrir una puerta con acceso a otras mucho más decisivas.
Lo dicho: el cine se ha vuelto completamente loco. Eso sí, de mejorarlo, de crear mejores películas, de aspirar a un cine más humano no se habla en la palestra pública. Aunque, como dice un amigo, el mismo ser humano es algo extraordinario. Por cierto, acabo de terminar el artículo y veo esto. Indispensable.
qué grande eres, Chema, jejejejeje…