Título original: Black Swan
Dirección: Darren Aronofsky
Producción: Thérèse DePrez
País: Estados Unidos
Año: 2011
Duración: 103 minutos
Género/s: Drama, Thriller
Reparto: Mila Kunis, Natalie Portman, Christopher Gartin, Winona Ryder, Sebastian Stan, Vincent Cassel, Barbara Hershey, Janet Montgomery, Toby Hemingway, Kristina Anapau
Guión: Mark Heyman, Andres Heinz
Música: Gabe Hilfer, Jim Black
Fotografía: Matthew Libatique
Montaje: Andrew Weisblum
Distribuidora: Hispano Fox Film
Fecha de estreno en España: 2011-02-18
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SINOPSIS
Nina vive con su madre, Erica, una bailarina ya retirada que apoya con entusiasmo la ambición profesional de su hija. Cuando el director artístico Thomas Leroy decide sustituir a la prima ballerina Beth Macintyre en la nueva producción de la temporada, «El lago de los cisnes», Nina es su primera elección. Pero Nina tiene competencia: una nueva bailarina, Lily, que también ha impresionado gratamente a Leroy. «El lago de los cisnes» requiere una bailarina que pueda interpretar tanto al Cisne Blanco, con inocencia y elegancia, como al Cisne Negro, que representa la astucia y la sensualidad. Nina se adecua perfectamente al papel del Cisne Blanco, pero Lily es la absoluta personificación del Cisne Negro. Mientras la rivalidad entre las dos jóvenes bailarinas va transformándose en algo más que una encrespada relación, Nina empieza a conectar con su lado más oscuro, con una temeridad tal que amenaza destruirla.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Nina (Natalie Portman) es una joven y ambiciosa bailarina que intenta abrirse camino en una compañía de ballet de Nueva York. Absorbida por la danza, y con una personalidad todavía infantil e inestable, Nina vive con su hiperprotectora madre, Erica (Barbara Hershey), una bailarina ya retirada que apoya con entusiasmo la ilusión profesional de su hija. Cuando el director artístico Thomas Leroy (Vincent Cassel) decide sustituir a la bailarina principal en su nueva producción de El lago de los cisnes, Nina es su primera elección. Pero de pronto le surge una poderosa competidora, Lily (Mila Kunis), una nueva bailarina, extrovertida y libertina, que también ha impresionado a Leroy. Nina se esfuerza al máximo, y logra dotar de inocencia y elegancia al Cisne Blanco; pero no consigue recrear la sensual astucia del Cisne Negro. Para conseguirlo, la chica se dejará llevar por sus instintos más primarios, en una autodestructiva espiral de degeneración moral.
Esta nueva película del singular cineasta neoyorquino Darren Aronofski (Pi, Réquiem por un sueño, La fuente de la vida, El luchador) opta a cinco Oscar —mejor película, director, actriz (Natalie Portman), fotografía y montaje—, después de haber ganado varios premios de la crítica y el Globo de Oro y el Bafta a la mejor actriz. Ciertamente, Natalie Portman está sensacional, y afila todas y cada una de las peliagudas aristas dramáticas de su personaje. Además, Mila Kunis le da la réplica como antagonista con un sorprendente vigor, mientras Aronofski arropa su duelo con una impactante puesta en escena cámara en mano y de montaje abrumador, que alcanza altas cotas de emoción en varias secuencias y, sobre todo, en el apabullante desenlace.
Sin embargo, todos esos logros se ven seriamente empañados por los agotadores efectismos visuales a los que recurre constantemente Aronofski y, sobre todo, por su radical tratamiento psicoanalítico de los personajes, que le lleva a la inclusión de confusos insertos oníricos a lo David Lynch y a un morboso regodeo en la enfermiza degradación de la protagonista, que incluye automutilaciones, lesbianismo y otras lindezas.
Este enfoque, moralmente ambiguo y maniqueo, resta veracidad y cercanía a los personajes, que acaban convertidos en especímenes de un singular museo de los horrores, cuya turbia belleza sólo provoca repulsión y lástima, por más que suene a gran volumen la magistral música de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.
Las pequeñas cosas
[Jesús Martínez, colaborador de CinemaNet]
Cisne negro es una película de perdedores, impostor cual el éxito, tan altivo. La nueva entrega de Darren Aronofsky (qué cerca está de Pi, el orden del caos, una de sus primeras propuestas) es voluptuosamente atractiva por varias razones, entre las cuales destacaría tres: 1. refleja el mundo de la danza en toda su complejidad, nada más lejos de los decorados con paredes de estuco y los ramos de jacintos tras atronadoras ovaciones; 2. se vuelca en las frustraciones degenerativas de las adolescentes que buscan la fama como buscan con ardor la perfección, sin calambures ni fricciones, y 3. se regodea con las obsesiones de las niñas a las que se puede persuadir con una voz apostada y masculina.
Nina es Natalie Portman, inconmensurable Natalie Portman, agraciada, convincente, frágil como una Visa en manos de Paris Hilton; Oscar a la Mejor Actriz, Globo de Oro y Premio Spirit: “Soy indescriptiblemente feliz”. Nina baila en una compañía de Nueva York. Su meta: interpretar el cisne negro en El lago de los cisnes, de Tchaikovsky. Rodeada de una madre de la que recibe, afilados como los lanzamisiles Stinger y cancerígenos como el cesio 137, las ondas de sus requerimientos (ella, a su vez, fue una artista que pudo llegar lejos, si no hubiera optado por la maternidad), y de un director artístico (Thomas Leroy) que la exprime más y más y más, y de unas compañeras de escena corroídas por la envidia y los celos (¿su amiga-enemiga Lily, por ejemplo?), Nina se consume como el letargo y siente un hormigueo de agujas en el vientre, como si este fuera un acerico y las agujas fueran filamentos de regaliz.
Nina quiere complacer a su admirado profesor, por quien tiene una fijación especial. Odia a su madre por la misma razón que la quiere, porque su madre ha vivido por ella, en lugar de ser Nina quien se equivoque. Nina se identifica con el sacrificio, aunque crea que la danza le esté robando los mejores años de su juventud.
Los críticos clasifican esta película como thriller. Sí y no. Yo diría que es la imagen de la adolescencia, vitamínica y recalcitrante, porque se mete en la piel de las aficiones que se convierten, gota a gota, en tormentos. Lo mismo da comprar 13 pares de zapatillas de punta con el número de la musculatura en cuatro sílabas (los planos en los que Nina se calza con esmero me recuerdan la bolsa de plástico que vuela al son del viento en American Beauty) que jugar 13 horas seguidas eliminando la resistencia enemiga en el juego de guerra para la Xbox Titan Quest: Inmortal Throne.
Yo digo que Cisne negro, desplegando sus alas de gran envergadura (composición de lujo, reparto efectivo, duración cronometrada, tenebrosa fotografía de Matthew Libatique, brillante coreografía de Benjamin Millepied), es una propuesta que incide en los modelos juveniles de hoy, en las obsesiones, en las inseguridades. Es decir, ¿es normal que una chica acabe completamente ida por la entrega a una pasión que acaba por convertirse en un suplicio? No, no es normal. Y no es normal que se desmelene de esa manera, y que se la trague ese torbellino de autodestrucción, del que es culpable y no lo es, por falta de unas amarras fuertes (éticas, morales, de principios) en las que sujetarse bien fuerte.
[Larissa I. López, Colaboradora de CinemaNet]
El director Darren Aronofsky (Requiem por un sueño, El luchador), siempre atraído por historias sobre la obsesión, se introduce esta vez en la mente de una bailarina de ballet obstinada en alcanzar la máxima excelencia en este arte. Natalie Portman interpreta a Nina, la hija de una una ex bailarina de ballet (Barbara Hershey) que no conoció el éxito y concibe a su sucesora como una nueva oportunidad para lograr sus aspiraciones. Por efecto de la personalidad castradora de su madre, Nina es ya una mujer adulta que no ha madurado emocionalmente. El sueño personal de Nina se ve cumplido al obtener el papel principal en el célebre Lago de los Cisnes. Aunque el director artístico de la compañía Thomas (Vincent Cassel) considera que la candidez y corrección técnica de Nina es perfecta para interpretar la pureza del Cisne Blanco, duda de su capacidad para encarnar pasión, sensualidad y lujuria de la parte más oscura del personaje, el Cisne Negro. Motivada por su mentor y sus deseos de perfección, Nina trata de despertar en sus instintos más primarios con el fin de poder representar al Cisne Negro. A medida que la protagonista se introduce en una lucha interna por mantener y perder el control de sí misma, su mente -ya alterada- se trastorna completamente y su realidad se distorsiona.
Los símbolos de la ambigüedad, visual y narrativamente, están presentes a lo largo de todo el metraje: los colores (blanco, negro y gris) los reflejos, las alucinaciones, los personajes… De este modo, Aronofsky nos introduce plenamente en la mente enfermiza de Nina, hasta lograr que, como ella, no seamos capaces de distinguir la ficción de la realidad. En concreto, la presencia de espejos sirve para representar el lado oscuro de Nina, aspecto inherente a la naturaleza humana y que la protagonista potencia a costa de su propia cordura y amor propio.
El guión de la película es difícil de asimilar por su crudeza, que se desarrolla a través de escenas cotidianas con una clara estética siniestra; de algunas automutilaciones y violencia propias de las películas de terror; así como otras que contienen imágenes de consumo de drogas, sexo lésbico y masturbación explícitas. El uso de la cámara al hombro contribuye a crear sensación de angustia y desasosiego de lo que podría catalogarse como un turbio thriller psicológico, una reflexión sobre el carácter complejo, inseguro y autodestructivo de una bailarina cuyo único resorte vital es el éxito en la danza. En este sentido, el mensaje global de la película-más allá de la alabanza interpretativa de Natalie Portman y del simbolismo adyacente en torno a la obra de Tchaikovsky maravillosamente exhibido- es ciertamente desalentador: cuando el nihilismo acompaña a la existencia humana es fácil adoptar el triunfo profesional como única propuesta vital y sacrificar la propia salud y dignidad en favor de una satisfacción tan vacía como efímera.
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Me quedo con este párrafo de la primera crítica: «Este enfoque, moralmente ambiguo y maniqueo, resta veracidad y cercanía a los personajes, que acaban convertidos en especímenes de un singular museo de los horrores, cuya turbia belleza sólo provoca repulsión y lástima, por más que suene a gran volumen la magistral música de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.»
Yo me quedo con la siguiente frase de la tercera crítica :»cuando el nihilismo acompaña a la existencia humana es fácil adoptar el triunfo profesional como única propuesta vital y sacrificar la propia salud y dignidad en favor de una satisfacción tan vacía como efímera».
:OOO masturbacion y escenas lesbicas, si la veo ire al infiernooooooo ¬¬