[María Martínez. CinemaNet]
Junto con su mujer Julita, Rafal Wieczynski hizo frente a la escritura, producción y dirección del proyecto cinematográfico más ambicioso del año 2009 en Polonia: el rodaje, en 14 ciudades, con más de 7.000 actores y extras, de ‘Popieluszko’, una película sobre el sacerdote del mismo nombre, asesinado por el régimen comunista en 1984 y beatificado en 2010. Todo esto, porque creían que “era una película necesaria” para no olvidar la historia reciente de Polonia y la unión entre la Iglesia y el pueblo polaco.
¿Por qué una película sobre el Beato Jerzy Popieluszko? ¿Qué significa para la sociedad polaca?
El padre Popieluszko es un símbolo del coraje, de la resistencia y del vínculo entre la Iglesia y el pueblo polaco. Como dijo el Papa Juan Pablo II, él entregó la vida por nosotros; murió, como Cristo, por nosotros y por toda Europa. Por eso decidimos hacer esta película; porque creíamos que era una película necesaria. Ha sido una suerte hacer frente, junto con mi esposa Julita Swiercz, que es la productora, a este proyecto.
¿Se esperaba la acogida que ha tenido la película?
Me imaginaba que la película iba a despertar emociones, y contaba con que iba a ser bien recibida, como efectivamente lo fue. Me alegra, sobre todo, la recepción que ha tenido entre los jóvenes; no sólo en Polonia, sino también fuera de nuestro país. Esto confirma que el personaje y la historia del padre Popieluszko: su personalidad, su inteligencia, su sentido del humor, su capacidad de ofrecerse al otro y también ese radicalismo que tenía consigo mismo; son capaces de inspirar a la gente, no sólo en Polonia sino también en otros países; y eso me gusta.
¿Cómo mira el pueblo polaco a las circunstancias dramáticas que ha tenido que vivir en el siglo XX, incluyendo 45 años de dictadura comunista?
La sociedad polaca está dividida entre los que simplemente quieren olvidar el pasado, los que no quieren hablar de ello ni enseñar sobre la historia más reciente a los jóvenes; y, por otro lado, los que sí quieren recordarlo y juzgarlo debidamente.
Durante la época que retrata la película, la situación de la Iglesia no era fácil. ¿Cómo ha reaccionado ante su película?
La Iglesia recibió la película muy bien. Diría incluso que con agradecimiento, porque no hay muchas películas que hablen de aquella época tan importante en la historia de Polonia y de la Iglesia. ‘Popieluszko’ es, además, una película que habla sobre el vínculo entre la Iglesia y el pueblo polaco. No hay muchas películas que traten ese tema. Es muy importante recordar el papel que jugó la Iglesia durante el régimen comunista en Polonia, ofreciendo a los creyentes, y a los no creyentes también, un espacio de libertad. La Iglesia se convirtió en un espacio de libertad, y en un núcleo de vida cultural e intelectual. La película intenta recordar también eso.
Se ha producido incluso algo extraordinario, que es que un eclesiástico, el cardenal Glemp, quisiera interpretarse a sí mismo. ¿Cómo ha valorado este gesto?
A mí me ha impresionado. Estoy muy agradecido al cardenal Glemp porque participar en la película demuestra su coraje civil y su honestidad. Lo vemos en dos escenas, y además la imagen que se da de él en esas escenas no es muy favorable. En la primera llega a criticar al padre Popieluszko por las acciones en las que participa; y, en la segunda, parece que sí quiere salvarlo, pero tampoco quiere imponérselo a Popieluszko. Aun así, accedió a participar en la película. Por eso lo valoro mucho. Creo que, de este modo, la película también puede constituir un testimonio de este tiempo.